Quienes por obra de Dios no somos economistas (ni queremos), hallamos una seria dificultad cuando miramos cosas aparentemente fuera de contexto. Al menos del ámbito de la hacienda pública, esa alguna vez llamado el Tesoro Nacional y cuyos fondos, según nos dijo alguna vez José López Portillo habían sido saqueados.
Hoy los dichos caudales ya no son parte de la Hacienda Pública, sino del autónomo Banco de México, lo cual viene siendo lo mismo pero no es igual. El gobierno difícilmente puede echar mano del baúl donde se guardan, con todo el orgullo contemporáneo, cien mil o más millones de dólares constitutivos de nuestra opulenta reserva y mucho menos logra echar andar con singular alegría la máquina de hacer inflacionarios billetes para cubrir sus necesidades como antes solía hacer.
En ese sentido las autoridades monetarias, financieras y hacendarias de México son los señores Carstens y Cordero. Y de éste último dependen –al menos en teoría–, las decisiones sobre crédito y distribución del dinero en México. Sobre su espalda están las aduanas, los impuestos y la política cuyo manejo (para escándalo de muchos) antes se centralizaba en Los Pinos.
Hoy ya no. Hoy se centraliza, al parecer, en el Partido Acción Nacional.
Al menos eso parece cuando uno escucha las enjundiosas intervenciones de Don Juan Molinar , quien ostenta un cargo absolutamente ocurrente dentro del Partido –secretario de Acción de Gobierno—y sin significado en la administración pública (de la cual el PAN no forma parte ni legal ni meta-legal), y se ha convertido en el vocero del gobierno ante los embates de Humberto Moreira y su insistencia en cambiar las proporciones del dinero destinado a los estados de la Federación como una condicionante para el diálogo político posterior.
Los legos ignoramos si la razón le asiste a Moreira o a Molinar; pero mientras el primero critica el gasto burocrático de la élite panista incrustada en los mandos superiores del gobierno y la desigual distribución a los Estados, el segundo ataca por la deuda estatal heredada a las futuras generaciones de coahuilenses y (como diría Fox) “coahuilensas”.
Lo extraño es no escuchar un razonamiento oficial desde la secretaría de Hacienda y ver cómo todo se va en debates radiofónicos a los cuales se suma el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón quien se ha presentado ante la opinión pública como escudero del señor secretario de Hacienda pero no para los asuntos inherentes a su cargo sino en la incipiente (insipiente, dicen otros) campaña presidencial cuyo futuro, por cierto, se medita hoy en las vacaciones de quien tu ya sabes en el Caribe Mexicano.
Ahí entre tiburones gigantescos se piensa el delfín será salvado o condenado.
Visto así el asunto del presupuesto del año electoral, complejo sobre todo por esta coincidencia y las oleadas violentas en todo México — ya hay cadáveres hasta en la playa de Caleta–, debería estar siendo defendido abiertamente desde la secretaría de Hacienda y no con el auxilio de los pesos completos fuera de esa zona del gabinete; es decir, Juan Molinar desde el PAN y Javier Lozano desde la Secretaría del Trabajo.
Finalmente, tras de estos dos caballeros llegó Carlos Montaño, subsecretario de Hacienda a dar explicaciones llenas de cifras para defender los programas sociales como efluente del río presupuestal. En ellos se ha visto el aumento de 17 por ciento en este gobierno (con su “Seguro Popular”, su “Oportunidades” y sus “Pymes”, entre otros) hasta llegar a un volumen robusto y firme de 349 mil m800 millones de pesos.
En eso se gasta, no en sueldos, dice Don Carlos antes de sacarle la lengua a Moreira.
Pero si ya se trata de mostrar el gustativo órgano, David Penchyna se lo enseña al gobierno federal y le dice muy orondo: “la deuda del gobierno federal por su manejo irresponsable, pasó de un billón, 951 mil millones de pesos en 2005 a 5 billones de pesos en 2010”.
Afortunadamente no trabaja en Standard & Poors sino en el PRI. De otra manera le baja la calificación al señor Calderón como a trasmano le hicieron los republicanos al señor Obama. Pero esas son otras historias.
A fin de cuentas lo único visible en este enredo cuyo destino ya parece ir a los lavaderos de la azotea o el quinto patio, es la poca seriedad con la cual se conducen los asuntos nacionales. EL PRI no puede hacer más pues no tiene la sartén ni el mango de las finanzas nacionales. Los partidos agitan movilizan y lanzan proclamas.
Pero los gobiernos deben actuar de manera más seria
COAHUILA
De acuerdo con datos de Banamex y del INEGI, Coahuila tuvo este año el primer lugar nacional en crecimiento económico nacional con una cifra brutal: 14.1 por ciento del PIB del país y con una previsión de expansión económica del 5.7 por ciento casi dos puntos más de lo estimado para el, país por el Banco de México.
Coahuila ha metido a la economía nacional 196 grandes inversiones, las cuales representan ocho mil 853 millones de dólares.
Con esos ritmos ha generado 74 mil 726 empleos en el último lustro con una tasa de ocupación del 10. 9 por ciento.