Se dicen de él muchas cosas negativas. La menor: es un exhibicionista enamorado de su imagen y de los medios.

Quien es lo defienden le atribuyen virtudes de progreso, liberalidad y avanzada. Es un presidente de la Suprema Corte con una actitud correspondiente a los nuevos tiempos y a las modificaciones de la vida, incluyendo, por supuesto, la anunciada y prometida cuarta transformación.

En amplísimo contraste con lo ocurrido a su antecesor, el ministro Luis Maria Aguilar, cuando se necesitaron 32 rondas para romper un terco empate (al final obtenido por la cédula del ex ministro Cossío), Zaldívar Lelo de Larrea sólo necesitó una votación, para ver dentro del tazón de cristal, con los nombres, cómo salían los siete votos con los cuales se convirtió en el ministro de los nuevos tiempos.

En la memoria de todo están sus actitudes sobre la defensa del uso lúdico de la mariguana, al cual él encuadró jurídicamente como el derecho al libre desarrollo de la personalidad y sus tesis sobre la libertad de la mujer para decidir sobre el embarazo y su interrupción, como soberana única de su anatomía. También es un formal defensor del «debido proceso”, el cual suele vulnerarse hasta con el vuelo de una mosca.

Su liberalismo no ha sido obstáculo para dictar cátedra en la escuela superior del «Opus Dei» en México, la Universidad Panamericana. También ha sido profesor de Derecho Constitucional (por oposición), en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Su presidencia empieza tras un áspero incidente entre el Poder Ejecutivo y la Suprema Corte de Justicia con motivo de los salarios, circunstancia agravada por un intento de motín por parte de magistrados y funcionarios del Poder Judicial, quienes acusaron al actual gobierno de intentar la sumisión del Poder Judicial mediante el sofocamiento económico de los impartidores de justicia.

El punto culminante de esa divergencia se dio durante la comida tradicional de los ministros de la Corte, al final del informe de su presidente en diciembre pasado, a la cual ese año, Andrés Manuel López Obrador no acudió.

El desdén y la tensión hicieron sufrir al ministro presidente quien en medio de la débil defensa de los jurisconsultos, sufrió un desvanecimiento, bajo la tutelar imagen del benemérito Benito Juárez, cuya invocación el Ejecutivo consideró indigna de quienes no predican con aquel ejemplo de austeridad republicana.

Ese tema ya no le toca a esta ministro llegado a la cima del Poder Judicial, sin haber llevado la “carrera” judicial. Zaldívar está considerado (o estaba), un externo en la SCJN. Hoy lo miran con reverencia. Sin embargo el togado, ha tocado de refilón el tema en su discurso inicial y ha ofrecido:

“…defender los derechos humanos de todos, el estado de derecho y la seguridad jurídica”.

Y en necesaria referencia a las críticas contra el Poder Judicial por las discusiones con el Poder Ejecutivo y el Legislativo en cuanto a los salarios de los ministros y las iniciativas en el Senado para reformar al Poder Judicial, Zaldívar aseguró buscará “un diálogo constructivo” con los otros poderes.

“Independencia no es aislamiento… no es intolerancia, no es romper el diálogo”, pero tampoco es una teoría. Se defiende todos los días”. El ministro declaró su imparcialidad y prometió no interferir en decisiones de jueces o magistrados federales (EoL).

Hoy, en la etapa más compleja de la historia mexicana contemporánea, Zaldívar es un presidente de la Corte cuya presencia genera puntos de vista opuestos. La polarización de la opinión pública (o publicada), lo toca también a él.

Mientras unos aplauden, ya hay quien habla de la muerte de una Corte Independiente y de un tribunal constitucional dominado por el Ejecutivo quien ya tiene este ministro en la silla principal y a Juan Luis González Alcántara Carrancá. Pronto llegará una mujer para completar la tercia de personas afines al Presidente AMLO.

Pero la vida cambia y datos, de hace ya más de una década no habrían prefigurado, en ningún escenario, su posición y desarrollo actuales:

“En noviembre de 2006, el presidente de la República Vicente Fox y el secretario de Gobernación Carlos Abascal lo incluyeron dentro de la terna de candidatos a ministro de la Suprema Corte que presentaron ante el Senado de la República (los otros dos candidatos eran Fernando Franco González-Salas y Rafael Estrada Sámano). Sin embargo, a los pocos días fue retirado de la terna.

“Tres años después, en noviembre de 2009, el presidente de la República Felipe Calderón y el secretario de Gobernación Fernando Gómez-Mont lo incluyeron dentro de la terna de candidatos a ministros de la Suprema Corte que presentaron ante el Senado de la República (los otros candidatos fueron Jorge Carlos Adame Goddard y Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot).

El Senado lo ratificó (con 91 votos a favor de 105 emitidos) para el cargo, por el período que va de diciembre de 2009 a noviembre de 2024.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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