La verdad uno no sabe si ponerse a llorar ante tanta obsequiosidad hacia los yanquis o carcajearse de plano por la fingida indignación de los patriotas mexicanos por su sorpresa frente al “descubrimiento” del espionaje gringo en este país.
Las recientes declaraciones en torno del tolerado espionaje de los gringos en México son absolutamente risibles.
Parece como si las cosas no dejaran huellas en la memoria nacional. ¿Ya olvidaron la sentenciosa gravedad de Genaro García Luna cuando Hillary Clinton le ponía un centro de control en Iztapalapa dotado con la mejor tecnología al servicio, precisamente del departamento de Estado?
¿Y no recuerdan cómo colgaban los laureles el triunfo de los balcones de la Procuraduría General de la República por la distinción del gobierno estadunidense a la obsequiosa y servicial señora Marisela Morales, a la sazón Procuradora General de la República?
Pero como dijo al matarife, vayamos por partes.
Esta historia comienza en el siglo XVI: “… y se iban unos con mensajes a su Xicotenga y venía otros; y los amigos que tra´iiamos de Cempoal miraron y cayeron en ello, que no era cosa acostumbrada estar de día ni de noche nuestros enemigos en el real sin propósito ninguno, y que cierto eran espías, y tomaron dellos más sospecha porque cuando fuimos a lo del pueblezuelo Zumpancingo, dijeron dos viejos de aquel pueblo a los de Cempoal, que estaba apercibido Xicotenga con muchos guerreros para dar en nuestro real de noche de manera que no fuesen sentidos, y los de Cempoal entonces tuviéronlo por burla y cosa de fieros, y por no saberlo muy de cierto no se lo habían dicho a Cortés; y súpolo luego Doña Marina, y ella lo dijo a Cortés; y para saber la verdad mando Cortés apartar dos de los tlaxcaltecas que parecían más hombres de bien, y confesaron que eran espías de Xicotenga y todo a la fin que venían; y Cortés les mandó soltar, y tomamos otros dos, y ni más ni menos, confesaron que eran espías y tomáronse otros dos ni más ni menos confesaron que eran espías y más dijeron, que estaba su capitán Xicotenga, aguardando la respuesta para dar aquella noche con todas sus capitanías en nosotros; y como Cortés lo hubo entendido lo hizo saber en todo el real para que estuviéramos muy alerta, creyendo que había de venir como lo tenían concertado; y luego mandó prender hasta diez y siete indios de aquellas espías, y dellos se cortaron las manos y a otros los dedos pulgares, y los enviamos a su capitán…” Tan viejo como eso es el espionaje.
Hoy las cosas no suceden de ese modo. Cortar manos y dedos es cosa de secuestradores, no de conquistadores en el nombre de la fe.
Pero o igual es la presencia fe los espías. Y si Cortés les mochaba dedos o manos, en el México actual se les ofrecen todo tipo de facilidades.
-¿Cómo quejarse del espionaje cuando les henos abierto las fronteras y otras cosas de par en par? ¿Quién, excepto los especialistas sabe cuántas agencias estadunidenses operan en México en materias de seguridad, control fronterizo; de drogas, de población, de salud, de educación, de medicina, lingüística, estudios bíblicos, religiosos, turísticos; militares, navales, de relaciones públicas, de mercadeo, de televisión y de cualquiera otra materia imaginable o por descubrir?
En esas condiciones no deja de llamar la atención la facilidad para ingresar a México, en especial si se comparta con los requisitos para una visa a los Estados Unidos. Para comenzar los americanos aquí no necesitan visado. Les basta tener sed y querer y a Tijuana, Juárez o cualquiera otra parte. Según el sapo.
Gracias al gobierno de Calderón se les permitió entrar con un acta de nacimiento y sin pasaporte. Hoy, sin el acta. Basta con cualquier mica de identidad. Una licencia, un número de seguridad social. Todo en el nombre de la ilusión turística.
Pero a usted en la aduana lo ponen a tocar el piano y le preguntan hasta el tipo de sangre de su mamacita, si aun la tiene.
Por eso estas noticias no nos deberían sorprender:
“La PGR investiga contratos entre México y Estados Unidos firmados en el marco de la Iniciativa Mérida y que permiten la operación de sistemas para interceptar y grabar comunicaciones en nuestro país.
“El vocero del Gabinete de Seguridad Nacional, Eduardo Sánchez Hernández, así lo informó a pregunta de este diario sobre si el actual gobierno sabía de esos acuerdos, si los invalidaron o si ese sistema de espionaje continúa operando en nuestro país.
“Excélsior reveló ayer que el gobierno de Felipe Calderón avaló en 2007 que el Departamento de Estado estadunidense instalara el sistema para interceptar y almacenar llamadas telefónicas y servicios de internet a escala nacional”.
Todo en el falso nombre de la seguridad binacional y la cooperación. Del acta patriótica al acta apátrida.