El gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, lo dice con una cierta tranquilidad. Ahora, un poco a la distancia:
–Cuando yo llegué, de pronto me di cuenta del desastre, nada más en Carmen, en menos de un mes se perdieron en el aire 22 mil empleos. Ni modo, esas cosas hay que decirlas.
Ayer fue el primer informe de gobierno. Acciones de contención, de corrección. Proyectos para los cuales ya se tiene dinero suficiente.
–No me gustan las ceremonias para colocar primeras piedras. Yo prefiero entregar las cosas terminadas y todo cuanto voy a anunciar ahora se entregará puntualmente en el 2018. Algunas cosas. Las menores, antes”.
El conjunto de infraestructura es notable. Avanzar contra el mar, hacer dársenas y extender 40 hectáreas para hacer ahí centros comerciales, hoteles, dotar de servicios turísticos al Estado, construir una arena deportiva gigantesca cuya maqueta relumbra en la audacia de un domo deslizable, con cancha deportiva, con pista perimetral hasta para aprovecharla en el Carnaval; edificar un Distribuidor Vial, y darle a la ciudad un teatro y un museo para afianzar la pertenencia, el orgullo local.
–Ya no podemos vivir petrolizados. Los tiempos de una constante bonanza se acabaron seguramente se acabaron para siempre, al menos de la manera como creíamos cuando se hablaba de la abundancia. Hoy la única abundancia debe ser del trabajo y el esfuerzo. En el campo vamos a sembrar palma y en las ciudades y zonas arqueológicas fortalecer el turismo. No podemos cruzar los brazos.
Como tampoco se pueden cruzar cuando se mira el otro desastre del anhelado “Puente de la amistad” cuyos extremos unirían Carmen con Campeche y fue promesa incumplida de Felipe Calderón y fiasco del gobierno estatal anterior porque la empresa “Tredeco” (“transeco”; dice alguien) , en combinación con Pemex, entregó un camino de aire cuyo destino hoy se decide en los tribunales.
Miles y millones de pesos tirados en el mar en un precepto carente hasta de ruta ejecutiva, planes reales, rutas de inversión.
–Ni modo, dice Moreno, esas cosas se deben decir. No le hace si alguien brinca.
Pero todo eso parece no importarle a la ciudad cuya leve brisa matutina le va dejando espacio a la luz detrás de las nubes cuya gordura llenó de lluvia la noche y bendijo los techados y las ventanas de casas dominicales y sencillas. Allá sobre un leve otero las letras de la palabra Campeche, iluminadas y enormes lucen al pie de una estatua de Benito Juárez.
La calma del mar es un sueño o una canción para cantar en las barcas, como hubiera sentenciado Gorostiza, poeta cercano.
ESO FALTABA
No es este el país donde únicamente los puentes se caen antes de construirlos.
Es la extraña e ineficiente parte del mundo en la cual se mueren los gorilas, caen en coma los leones de un zoológico infame en cuyas enanas praderas hasta los búfalos se quedan auto viudos y donde para colmo y solaz del ridículo y la desgracia choca el trenecito infantil de Chapultepec como si se tratara de uno de esos dobles remolques asesinos cuya circulación descontrolada y abusiva llena de sangre las carreteras del país:
–¿Cuantas cosas nos faltan por ver?
Si ya resultaba complejo un país donde al gobierno se le vienen abajo dos aviones en los cuales viajan sendos secretarios de Gobernación y el secretario de Seguridad Pública perece en inseguro vuelo de un helicóptero derrumbado por la casualidad, el accidente o una invisible mano humana, tanto como esa cuya imprudencia abre en plena carrera las puertas del Metro o derriba las escaleras de una estación o inunda los puentes cuando cae la lluvia o atasca la circulación porque marchan los manifestantes.
Tierra de futbolistas con siete goles chilenos guardados en la estrecha capacidad de la vergüenza; jugadores olímpicos en uniformes carísimos de marcas extranjeras y resultados mínimos, alcaldes muertos por racimos, traficantes elevados a los altares de la piedad ciudadana, túneles en los penales y curas escandalizados por las “gracias y desgracias del ojo del culo” ( vuelvo a citar a Quevedo, no me diga majadero).
Nada nos sale bien, señor, ¿qué te hemos hecho?
HOYO NEGRO
Holbox significa en maya “Hoyo Negro”. Y no guarda relación con las preocupaciones del Cardenal Rivera. No.
Es la maravilla natural de una laguna (Yalahau) cuya belleza lo convierte cada día más en un paraíso amenazado por la depredadora industrian turística.
Los paseantes y los prestadores de servicios generan diariamente doce toneladas de basura cuyo destino, como es lógico en el reino de la improvisación, no es el procesamiento sino la contaminación del entorno.
Muy pronto escucharemos el responso y el rosario de quejas, no se hizo nada bien, todo se malogró, todo se dañó, todo se acabó.
Uno tras otros, golpe a golpe, hasta acabarnos el suelo, el cielo y el sueño.
Recordé la caricatura de Abel Quezada donde el creador le dió órden a su ayudante que en el territorio mexicano en abundancia riquezas naturales existieran… su ayudante replicó ante esa ventaja con el resto del mundo y Dios le comentó…. «para balancearlo lo llenaremos de mexicanos…. lo que no le dijo es que serían políticos mexicanos,….. y de ahí pos… todo se desbalanceó…..
Tan malo el azul como el tricolor.
Tan terrible el azul como el tricolor