“Salimos del evento y vimos las camionetas que traían a gente de Tláhuac, el Estado de México, como a mí que vengo de Chalco, pero no vimos a la gente de Iztapalapa ni de Gustavo A. Madero, no fueron”, asevera el señor Gabriel, llegado como porra al malogrado evento de Claudia Sheinbaum en el Estadio Azul.

Aun cuando el equipo de Sheinbaum (y sus impresionantes recursos) están haciendo el control de daños para evitar la imagen pública del traspié, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué, por primera vez desde que Sheinbaum fue ungida por AMLO, no le enviaron suficientes personas a un evento importante?

La única respuesta por ahora es clara, que ni la gente de Iztapalapa ni la de Gustavo A. Madero llegaron. Todo apunta a que Xochimilco también se sumó al boicot, aunque José Carlos Acosta Ruiz, el alcalde de la sureña Alcaldía, tiene un desastre monumental que hace factible que la ausencia de convocatoria se deba allí a otra razones; pero lo de Iztapalapa y GAm apunta a un boicot y a que, por primera vez, el Bronx de Morena capitalino dio señales de que no desea entregar la plaza a Omar García Harfuch sin pelear.

“Nuestra coordinadora dijo que las alcaldías tenían la orden de llevar a la gente, pero no estaban”, termina su relato Gabriel, quien vivió el asunto en las gradas y luego fue uno de los que fueron llevados de las gradas al césped del Azul en el último e infructuoso intento de salvar el mega evento.

Sheinbaum como candidata presidencial y Andy López Obrador, quien maneja Morena de la capital bajo la fachada del líder formal Sebastián Ramírez, convencieron a AMLo para postular a Harfuch como candidato a la capital, toda vez que Brugada no les garantiza el triunfo.

El vacío que se le produjo a Sheinbaum en el Estadio Azul sería un mensaje sobre quién tiene el poder de convocatoria en la capital.

Claudia Sheinbaum tuvo así que atestiguar que Elena Poniatowska, Fernando Rivera Calderón, Miguel Torruco, Nora Huerta, entre otros morenistas, tuvieran que llegar, esperar e irse sin que el evento se realizara.

Y Brugada-Chiguil le ponen un boicot y estate quieto a Sheinbaum

“Salimos del evento y vimos las camionetas que traían a gente de Tláhuac, el Estado de México, como a mí que vengo de Chalco, pero no vimos a la gente de Iztapalapa ni de Gustavo A. Madero, no fueron”, asevera el señor Gabriel, llegado como porra al malogrado evento de Claudia Sheinbaum en el Estadio Azul.

Aun cuando el equipo de Sheinbaum (y sus impresionantes recursos) están haciendo el control de daños para evitar la imagen pública del traspié, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué, por primera vez desde que Sheinbaum fue ungida por AMLO, no le enviaron suficientes personas a un evento importante?

La única respuesta por ahora es clara, que ni la gente de Iztapalapa ni la de Gustavo A. Madero llegaron. Todo apunta a que Xochimilco también se sumó al boicot, aunque José Carlos Acosta Ruiz, el alcalde de la sureña Alcaldía, tiene un desastre monumental que hace factible que la ausencia de convocatoria se deba allí a otra razones; pero lo de Iztapalapa y GAm apunta a un boicot y a que, por primera vez, el Bronx de Morena capitalino dio señales de que no desea entregar la plaza a Omar García Harfuch sin pelear.

“Nuestra coordinadora dijo que las alcaldías tenían la orden de llevar a la gente, pero no estaban”, termina su relato Gabriel, quien vivió el asunto en las gradas y luego fue uno de los que fueron llevados de las gradas al césped del Azul en el último e infructuoso intento de salvar el mega evento.

Sheinbaum como candidata presidencial y Andy López Obrador, quien maneja Morena de la capital bajo la fachada del líder formal Sebastián Ramírez, convencieron a AMLo para postular a Harfuch como candidato a la capital, toda vez que Brugada no les garantiza el triunfo.

El vacío que se le produjo a Sheinbaum en el Estadio Azul sería un mensaje sobre quién tiene el poder de convocatoria en la capital.

Claudia Sheinbaum tuvo así que atestiguar que Elena Poniatowska, Fernando Rivera Calderón, Miguel Torruco, Nora Huerta, entre otros morenistas, tuvieran que llegar, esperar e irse sin que el evento se realizara.