¿Viste cómo enfrentaron las cosas los morenos?, no me digas, ¡ay!, se me pasó por alto porque hay cosas evidentes, mira: la primera de ellas, el torpe anuncio de la nueva vuelta de la tuerca más infame de todas; el estrangulamiento del gasto corriente, el empobrecimiento funcional del gobierno, en favor de una frase tan sonora como inexacta: no podemos con un gobierno rico y un pueblo pobre, y como no podemos enriquecer a los necesitados, porque no les damos empleos productivos, ni educación para desempeñarlos, porque los adoramos de braceros, de emigrados manda-remesas, porque los queremos ignorantes en manos de la CNTE y demás engendros del subdesarrollo, conviene empobrecer al aparato público, para desviarlo todo en favor de los programas electorales cuyo resultado hemos visto ahora por lo menos en cuatro de los seis estados en disputa, donde echaron la carne sobre el asador y cocieron sus costillas y sus tlayudas y se despacharon con la gorda cuchara de las violaciones electorales, con los secretario de Estado en plena promoción partidaria, hasta con aviones de la Fuerza Aérea Mexicana; entonces con esa vuelta de rosca se querría justificar otro machetazo al Instituto Nacional Electoral, cuyos fondos cercenaron para después exigirles resultados cuando se hizo la mojiganga aquella de la Revocación del Mandato, cuya naturaleza era muy otra, pero en fin; y de no ser por la Suprema Corte de Justicia, y ese es otro tema relacionado, no se le habrían devuelto los 5 mil millones de pesos cercenados a la mala con el ánimo de justificar esta nueva vertiente del mesianismo lópezobradorista llamada, pobreza franciscana, lo cual es una mera vacilada, pero, por encima de los programas electorales ya vemos algunas derrotas anunciadas como en Aguascalientes, y uno se puede preguntar, ¿Por qué ahí no ganaron a pesar de los programas? Posiblemente porque en ese Estado hay un gobierno cuya operación no se cobija con los pretextos de la dádiva, pero de eso deben ocuparse los especialistas, no nosotros quienes estamos lejos de la ciencia política, porque lo mejor para quienes analizamos la vida pública a partir de nuestras observaciones y experiencia previa, es revisar el otro asunto reciente y relacionado con todo esto: el funcionamiento excelente del Instituto Nacional Electoral y las respetivas Oples en los estados cuyo gobierno se disputaban en las urnas varias coaliciones políticas, pues todos iban en enjambre, ¿verdad?, pero el caso es sencillo, todo funcionó, todas las casillas se instalaron y si en Oaxaca hubo vandalismo o impedimentos para ponerlas, fue por protestas de otra naturaleza distinta a la comicial, pero todo funcionó; los partidos recibieron oportunamente sus dineros llamados prerrogativas; los funcionarios se prepararon, la organización logró conteos, tranquilidad, exactitud, legalidad, y entonces ¿por qué?, además de rencores mal resueltos, Morena y el presidente los quieren disminuir, como ya se hizo en la Ciudad de México en preparación de la candidatura de Claudia, ¿por qué no mejorar en lugar de mutilar?, esa debería ser la verdadera disyuntiva; no empobrece algo funcional, correcto; no perfecto, es verdad, porque perfecta solamente la presencia de Dios y a veces ni esa, pero en fin, dejemos disquisiciones teológicas, y volvamos a los hechos, esta elección le sirvió a Morena como ensayo para su conquista del estado de México y Coahuila en un futuro cercano y para refrendar la presidencia casi como el Atlas conquistó el bicampeonato, pero lo hará con el INE y mejor sería con este y no con uno mutilado e insuficiente, como pretenden con la reforma cuyo resultado los opositores deberán impedir, creo yo y siento obligación de decirlo, hagamos una con el INE, defendamos a una institución tan costosa como ha sido esa, pero tan benéfica como ahora la percibimos, porque ganaron quienes lo hicieron y perdieron quienes no juntaron votos y de todo eso el INE no es responsable, pero si es organizador y vigilante; no es un árbitro, es un sistema nacional de convivencia democrático electoral. Eso es.


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Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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