La polémica desatada ayer en Radio Fórmula durante la emisión del noticiario de Ciro Gómez Leyva entre Xóchitl Gálvez y Epígmenio Ibarra, no fue fruto del debate democrático sino de una respuesta oportuna de la señora Gálvez ante la furia ordenada por el presidente a sus jilgueros –parlantes o escribientes–, porque se ha atrevido a romper el imaginario monopolio de la IV sobre el indigenismo y a pobreza.
Habituados al recurso truquero a cada paso los apóstoles del presidente le adjudican a todos los demás la misma conducta cuando ya no tienen nada más para argumentar (“Argos-mentar”).
De esa manera Xóchitl Gálvez –quien no ha recibido inyecciones de capital para su empresa de parte Carlos Slim (Argos), ni ha terminado en comercio con Ricardo Salinas) ha sido escogida por la “mafia del poder” –dicen— para engañar a los electores con una falsa intención de “descender” al nivel de los pobres y los indígenas a través de una falsificación.
La ya dicha polémica se dio cuando Epigmenio (actitud histriónica de cura admonitorio) denostaba a la senadora:
“Podrá, en el colmo del cinismo, fingirse de izquierda, habiendo sido siempre una servidora de la elite neoliberal. Podrá ser franca y bravucona como quien fuera su jefe.
¿Otro Fox? ¿Otro bufón como él? ¿Otro impostor como él? ¿Otro traidor como él…?
“… Cegados por la rabia les resulta imposible admitir y entender la “revolución de las conciencias” de la que tanto habla Andrés Manuel López Obrador…
“…Al pueblo de México, tan harto de sus agravios, de su corrupción, de sus mentiras no «se baja» como Claudio X y los suyos creen que hay que hacer para conseguir votos; hacia este pueblo es menester subir para estar a su altura.
“Con otro Fox no engañarán a las mayorías… Xóchitl se parece mucho a Fox…”
Ante estas imprecisiones y dislates analíticos –mucha retórica machacona–, la senadora con licencia irrumpió en la transmisión con la venia de CGL Recordó sus orígenes de causa obrero marxista, su trayectoria estudiantil y sus compromisos desde las posiciones de gobierno donde ha estado.
–¿Y qué haces entonces con los corruptos?
–Hago lo necesario para cumplir con mis convicciones, le dijo la hidalguense.
La emisión de Fórmula, en sí misma fue un rotundo éxito de audiencia, pero fue más importante en el sentido de la competencia: Xóchitl se arriesga a debatir, cosa ajena a los discípulos del obradorismo quienes no quieren ni siquiera exponer sus ideas en la contienda.
No discutió con uno de los suyos, sino con un profesional del rollazo cuatroteísta, quien llegó al extremo –antes de iniciarse la polémica–, de hablar de una de las más grandes fantasías desde los cuentos de Andersen: la “Revolución de las conciencias”.
Y esta similitud por encargo: “¿Por qué deciden a favor de la señora Xóchitl (AMLO)? Porque ellos suponen, ¿no?, que, si nació en un pueblo, va a tener el apoyo del pueblo. Es en realidad parte de ellos, no del pueblo, sino ella forma parte de los conservadores”.
“(Epigmenio). – “Hay que bajar al pueblo; contar historias simples para que la gente pueda entenderlas y se enganche. Esto solían decirnos los ejecutivos, cebados en la más vieja televisión, cuando hace años, nos rechazaban los proyectos que les presentábamos”.
El asunto de fondo sigue siendo el mismo de hace unos pocos días: la presencia pública de Xóchitl Gálvez.
No es un globo aerostático inflado por la derecha corrupta, clasista y racista: está siendo alimentado con el calor de las furibundas llamaradas del Palacio Nacional y sus corifeos y corifeas.
En lugar de ocupar sus espacios en promover a la IV-T; lo hacen para denostar a quienes están en contra suya: de esa manera alimentan al enemigo.
Ya perdieron el toque discursivo. El punch de la oratoria demoledor es algo lejano. Muy atrás los tiempos de un López Obrador incendiario en la proclama.
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