Cuando gustes nos podemos ver, pero no mañana, por favor, quiero dedicar el día a preparar mi cita con la patria, porque yo soy uno de esos muchos de esos miles o cientos de miles o millones si fuera necesario, con la plena convicción nacionalista de plantarle un rostro de multitud a los congresistas estadunidenses cuya sevicia supremacista nos quiere arrinconar como paso previo a una invasión como si fuéramos Panamá o Granada, ya no digamos Irak u otro país de camellos y bananas, con el vil pretexto del fentanilo, porque como sabes nos vamos a reunir en torno de la más grande figura de los años recientes de la Patria, un conductor del pueblo, un adalid, un caudillo, un prohombre, un héroe dispuesto a todo, con dimensiones iguales o quizá hasta superior al general Cárdenas, o a cualquiera de los otros proceres de nuestra hermosísima historia, cuyas páginas, como todos sabemos son compendio de glorias y triunfos incontables, porque este pueblo ha sido vencido pero nunca derrotado, y de nada les ha servido a esos gringos muertos de hambre cuyos bancos revientan como esferas de jaboncito inflado o como palomitas de maíz con glifosato, pues ellos tienen una sociedad deshumanizada  y no conocen las mieles de la vida gregaria porque expulsan del hogar a sus hijos cuando cumplen 18 años y los mandan a universidades neoliberales a ¡estudiar!, válganos el altísimo, en lugar de darles, como dice nuestro bienamado líder un apapacho tardío con el cual se sientan cómodos hasta cumplir los 21 o los 40 años de edad en la casa paterna, para alejarlos de malas compañías y tentaciones, lo cual quizá falle a veces porque a pesar de la prolongada adolescencia de los jóvenes construyendo el futuro, a veces nada ,más construyen el desmadre organizado y le meten al chemo, la mona, o la piedra; porque ya sabemos cómo se las gastan los agentes imperiales cuya labor es convertir nuestras juventudes en seres deshumanizados como aquellos soldados alemanes intoxicados por las metanfetaminas como nos dice el anuncio radiofónico más ideologizado y falso en la historia del combate a las drogas, pero eso es otra coa, lo importante es hacerle frente, un frente nacional patriótico y henchido de sano nacionalismo respaldado por la imbatible corriente del humanismo mexicano, imbuida en todos nosotros gracias a la promotora labor de Don Marximiliano Arriaga, quien se encarga de los contenidos educativos, a veces sin contenido y sin educación, pero con mucho de doctrina trasnochada, pero eso si bien intencionada y mejor diseñada aun en contra de la opinión  interesada de los racistas, clasistas y discriminadores aspiracionistas de esa ridiculez llamada clase media, la cual es cuando mucho clase mediocre, pues ni acepta su inevitable cercanía con las bases populares, ni logra acceder a los imaginarios paraísos de la mediana burguesía, ya no digamos de la plena riqueza al estilo, por ejemplo de Genaro García Luna a quien defienden a trasmano cuando marchan en contra de las leyes electorales con cuya aprobación se van a evitar los fraudes patrióticos o de otra naturaleza, pero así es la vida en estos rumbos, y por eso yo voy a ir a mirar como el guerrero de Macuspana en una fecha tan significativa como el 18 de marzo mueve a las masas y con el auxilio de los legisladores de Morena y sus aportaciones económicas, colmará por sexagésima octava o novena ocasión la plaza de la Constitución –o de la Controversia Constitucional–, y hará resonar la voz de México hasta ,más allá de las fronteras, como se hizo en aquella memorable ocasión en la frontera del norte y se le exigió a Donald Trump abolir su proyecto arancelario y a cambio le entregamos las migajas de diez mil guardias nacionales taponando la frontera del sur, tal y como él lo había dispuesto; no ordenado, porque nosotros no cumplimos órdenes de nadie, pero sí acatamos disposiciones, lo cual es diferente, tan  diferente como espiar y hacer inteligencia, y no es igual ir atrás o en las ancas y no se deben confundir las cosas, porque sólo no las entienden quienes le tienen  tirria a esta deslumbrante transformación y no comprenden la inteligencia y patriotismo de nuestro sol tabasqueño quien  hace pocos días, de un solo golpe resolvió el problema del fentanilo: anunció su prohibición por lo menos en el territorio nacional para obligada emulación de los norteños, y si el fármaco y potente analgésico se retira del mercado medicinal, entonces ya habremos resuelto el problema, como lo hemos hecho con la demás drogas, porque la solución  estaba frente a nuestros ojos y no la veíamos; fue necesaria la clarividencia del líder para resolver el atroz problema; si las drogas hacen daño, pues prohíbalas y habrá resuelto el asunto, pero mientras recordemos las estrofas no cantadas ya de nuestro belicoso himno nacional:

“Del guerrero inmortal de Zempoala

Te defiende la espada terrible,

Y sostiene su brazo invencible

Tu sagrado pendón tricolor.

Él será del feliz mexicano

En la paz y en la guerra el caudillo,

Porque él supo sus armas de brillo

Circundar en los campos de honor”.

Pero mientras cantamos alegres y vemos abrirse la bóveda celestial para dejarles paso a los rayos del glorioso sol de la cuarta transformación, les decimos de una vez por todas a los apátridas, traidores, enemigos del pueblo;  clasistas y racistas, no pasarán mientras esta plaza nuestra (si nuestra de piedra en piedra y de baldosa en baldosa; no de ustedes), lata con los movimientos diastólicos del verdadero nacionalismo, porque esa es la enseñanza y ya pueden quedarse afónicos los congresistas de los Estados Unidos, no pasarán porque si lo hacen deberían saltar entonces por encima del cadáver de nuestro secretario de Relaciones Exteriores, Don Marcelo, quien se los dijo con toda claridad: sobre mi cuerpo inerte, mi fiambre, mis despojos o como se le quiera decir al cuerpo sin vida pero con honor, y esas si son palabras mayores.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona