Cuando el primero de septiembre Claudia Ruiz Massieu censuró desde la tribuna de la Cámara de Diputados a quienes mudan “lealtades, proyectos e incluso de ideología tan pronto como el poder cambia de manos”, no estaba haciendo un retrato de quienes fundaron Morena (López O., Monreal, Porfirio,etc) , sino de quienes la han ensanchado, así sea con la mínima aportación de cinco diputados, trasladados en fugaz trata como si se tratara de un mercado de esclavos.
Ajenos a su decisión (al menos no han sido ellos quienes la han expuesto, sino su líder, Arturo Escobar), los diputados Erika Mariana Rosas Uribe, Ana Patricia Peralta de la Peña, Nayeli Arlén Fernández Cruz, Francisco Elizondo Garrido y Humberto Pedrero Moreno, el falso indio de Chiapas.
A muy pocas horas del recordatorio de Claudia Ruiz Massieu sobre la gelatinosa consistencia de quienes han hecho de su vida una salto por todos los trapecios posibles, lo cual —como recordamos todos—, le valió una clase de aritmética elemental con un coro de personas con habilidad para contar hasta 43 sin equivocarse, la realidad demuestra su acertado diagnóstico.
Un día antes de la apertura de las sesiones, es decir, el 31 de agosto, en el amplísimo vestíbulo de San Lázaro, Arturo Escobar esperaba la desocupación del podio de las entrevistas. Ahí hay un equipo de sonido y los reporteros se agrupan en un pelotón, próximo a la sala de prensa, cerca de las puertas giratorias del Pleno, y se habla para los medios.
No puedo escribir nada de cuanto Escobar me dijo en esa ocasión, pues nuestra charla no tenía el propósito de divulgación, ni siquiera era una entrevista o algo similar. Sería un abuso de confianza. Pero sí puedo decir, algo: sus juicios y opiniones distaban mucho de la adhesión repentina de los cinco mutantes, con los cuales la bancada de Morena se vuelve un monolito cuyo peso legislativo supera a la Piedra del Sol. Sólido e inamovible. Pétreo y quizá muy durable.
Para cualquiera resulta sencillo buscar en las páginas electrónicas los currículos de quienes ahora maduran del verde al tinto, pero no hay brillo ni sorpresa. No son personas relevantes, su importancia se deriva de su número. Son una cifra para lograr un abultamiento en el número de una bancada. No son más.
Sin embargo, y en el nombre de la presentación completa del caso y la satisfacción del morbo para quien lo tenga, éstos son algunos datos de los distinguidos verdes, cuya maduración al morado ya es un hecho, tal y como se puede observar en la fotografía, feliz, en la cual se muestra a Andrés Manuel, con su grey parlamentaria, satisfecho por el rápido trabajo de Mario Delgado, quien abultó la abultada mayoría.
Humberto Pedrero fue secretario de Finanzas de Manuel Velasco en el gobierno de Chiapas y tiene capacidades miméticas muy relativas. Se disfrazó de indígena tzeltal o chamula o vaya Dios a saber, para ingresar al Poder Legislativo por la vía de las cuotas de los pueblos originarios, y lo pillaron. Ni es pueblo ni es originario.
Nayeli Fernández, por su parte ha sido algo así como guardabosques en Cuajimalpa y directora adjunta en la oficina de Prevención y Participación de la Secretaría de Gobernación, lo cual equivale a muy poco.
Francisco Elizondo Garrido fue delegado de la SCT en Chiapas y ha sido señalado en los medios, sobre todo, por su elasticidad en el manejo de obras públicas.
Erika Mariana Rosas Uribe fue coordinadora de Comunicación del Partido Verde y también su representante en el Instituto Nacional Electoral.
Finalmente, para completar esta lista de fulgores políticos, Ana Patricia Peralta de la Peña, quien fue regidora del municipio de Benito Juárez, en Quintana Roo y Diputada al Congreso local.
Hoy forman un quinteto de cuerdas con la obediencia como partitura. Aunque en la fotografía ya dicha líneas arriba, Humberto no está, los recién llegados aparecen seis filas detrás del líder del movimiento al cual se han adherido con incomodidad (temporal) de aves en corral ajeno.
LÍDERES Y SUS 300
Importante para los señores Ferráez la comida de este año, en la cual se agrupan los célebres y famosos cuyo liderazgo la revista consagra y reconoce.
Si bien, como en la cárceles o los manicomios, en esa clasificación “ni son todos los que están ni están todos los que son”, como dice el refrán, sí representa una convocatoria civil más allá de lo mediático. O al menos así lo considera el futuro gobierno.
El Presidente Electo pudo cumplir la invitación y enviar a su coordinador de Comunicación, prensa o como le llamen, con lo cual habría colocado a Líderes en el ámbito de los medios, pero decidió la asistencia de su jefe del primer círculo en el Palacio Nacional, Alfonso Romo, y a la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Así, les dio una condición más cercana al interlocutor político y un tanto alejada del “montón”, de los medios y revistas y, sobre todo, de la prensa fifí.
O témpora o mores…