La idea sobre una relación al mismo tiempo cercana y lejana, resumida en el acertado  oxímoron, “vecinos distantes”, usada por Alan Riding en su famoso libro escrito en los años de dominio populista revolucionario e institucional  por el corresponsal en México del New York Times, ha encontrado en los días del neo populismo cuatroteísta una muestra más de su acierto: John Kerry (un empleado de la Casa Blanca sin mayor relevancia política), alaba la visión del presidente de México, mientras este embiste al Departamento de Estado.

Mentirosos, politiqueros, ignorantes y demás les ha llamado a quienes en un estudio sobre los Derechos Humanos en México han enlistado violaciones y asuntos por hacer en tan delicado tema de cuya tragedia dan mudo testimonio 160 mil muertes violentas en los tiempos dorados, estelares, de este gobierno cuyo éxito consiste en proclamar su éxito en primera persona del plural… no somos iguales.

Lo peor no requiere la igualdad.

La definición de Riding ha encontrado complemento en la tesis del exembajador (ya difunto), Jorge Montaño, quien dijo con simpleza, los Estados Unidos y México podrán ser socios, aliados, cualquier cosa, menos amigos.

No somos enemigos, tampoco, pero no nos comprendemos.

Los mexicanos nos quejamos constantemente de la incomprensión y en momentos de exaltación abominamos de su destino manifiesto mientras les ayudamos a cumplirlo.

México, bien pronto, disfrutó  la Doctrina Monroe (1826) tan censurada en los actuales días por el presidente López Obrador, quien puso como ejemplo la solidaridad de Lincoln con Benito Juárez.

Pero la deturpada doctrina Monroe triunfó. Las potencias europeas no operan más en América. La última en tener dominios insulares en el Caribe; España, fue expulsada por Estados Unidos. Por eso los americanos dominaron la isla hasta la entrada de otra potencia europea (si Rusia se puede considerar Europa), la Unión Soviética. Pero ese es otro cuento.

Benito Juárez luchaba contra una potencia europea. Lincoln le suministro armas al ejército republicano. Cuando la República fue restaurada, América –como exigía Monroe—se quedó para los americanos (no siempre americanos estadunidenses).

Para sacar a los franceses, metimos a los gringos, ¿verdad, Don Benito? No olvidemos, la batalla de Puebla (conmemorada cada año en Estados Unidos, como si fuera el día nacional mexicano), fue dos antes de la entrada del Habsburgo.

Invitado por el presidente a la ceremonia oaxaqueña en memoria del patricio de Guelatao, John Kerry quien navega por el mundo de la intrascendencia con la bandera del cambio climático (siquiera a Gore le dieron un “Oscar” por sus documentales conservacionistas), se descosió de esta manera, en torno de la historia de dos amigos quienes jampas se vieron las caras:

“…Pero el enlace entre los Estados Unidos y México realmente dio un giro especial para bien porque todos sabemos que ha habido problemas históricamente, pero él (Benito) se hizo amigo del mayor presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, un hombre que salvó nuestra unión, que mantuvo unido nuestro país, un hombre que liberó a las personas que habían sido esclavizada, y obviamente él vio algo en Benito Juárez, quien luchaba contra las fuerzas extranjeras por la soberanía y la integridad de México.

“Y esta amistad llevó a Abraham Lincoln hasta el punto de que él proporcionó armas a las fuerzas que luchaban contra la ocupación, y lo hizo en secreto, tomó el riesgo. Y lo hizo porque él creía en la democracia y creía en Benito Juárez, esta es una conexión especial entonces que celebramos hoy juntos”.

La conexión especial se llama geopolítica. Nada más.

Y en el campo geopolítico poco ayuda a la relación el descalificativo de “Departamentito” para el área de Derechos Humanos del Departamento de Estado de Washington o la descripción de “bodrio” para sus informes diplomáticos internos y externos.

Y como el presidente pido el auxilio del lexicón en el uso de la palabra “bodrio”, aplicó la definición de la RAE:

“1. m. Caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que de ordinario se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos.

2. m. Guiso mal aderezado.

3. m. Sangre de cerdo mezclada con cebolla para embutir morcillas.

4. m. coloq. Cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto. Esa película es un bodrio.

Por esas razones y muchas otras más, México, entre otras cosas, favorecido por la opinión del senador Lincoln en contra de la guerra de Texas, aceptó ayuda contra el país cuyo apetito se había engullido la mitad del territorio mexicano. Y muchos años después, en la Segunda Guerra Mundial se declararían aliados militares contra el Eje Berlín-Roma-Tokio.

No tiene mucha relación con todo esto, pero vale la pena recordar un fragmento de Stephen Crane (1898) para ahondar en la incomprensión. Se trata de una carrera en la ciudad de México:

“…El Paseo de la Reforma es el célebre paseo de la ciudad de México, camino al Castillo de Chapultepec, el cual al menos debiera ser bien conocido en los Estados Unidos.

“Se trata de una amplia avenida hermosa de adoquines, con una cualidad digna mucho mayor que cualquier otra cosa en su tipo en nuestro propio país. Parece del Viejo Mundo, en donde a la belleza de la cosa en sí se suman la solemnidad de la tradición y de la historia, el conocimiento de que unos pies calzados con pieles hollaron las mismas piedras, que cabalgatas de acero pasaron por ahí antes de la llegada de los carruajes…”

Como decía Iturriaga, cuando en Estados Unidos pastaban los búfalos, aquí ya había universidades e imprentas. Pero ese pasado jamás ha sido de ninguna ayuda.

MANOLO

Ayer por la tarde Manolo Jiménez se registró como candidato formalmente ante las autoridades electorales de Coahuila.

Después del trámite reitero su compromiso con los ciudadanos del Estado y en general toda la población, para formar un gobierno de resultados en beneficio de todos. Un gobierno de todos para todos.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona