–Vaya mañana con el general (Bermúdez), quieren pedirle un servicio.
A la mañana siguiente salí con elementos del Estadio Mayor Presidencial, a la zona acordonada de Tlatelolco, donde el edificio Nuevo León se había desmoronado. Era el año 1985.
Como un toro de lidia herido junto a las tablas, el edificio estaba ladeado. Se había convertido en un cerro de cascajo. Como hormigas los voluntarios hurgaban, escarbaban, retiraban piedras y trozos de cemento, alguna varilla como la antena de un insecto sepultado, gigantesco y muerto, sobresalía del terregal.
La encomienda era sencilla: acompañar la esposa del presidente de México a un recorrido con la señora Nancy Reagan, cónyuge y consejera principal del ya para entonces físicamente decaído (sordera, principios de Alzheimer, dificultad motriz); Ronald Reagan cuya circunstancia hacía recordar a Lady Macbeth, decía la prensa americana.
–Reacia a las apariciones públicas, la señora Paloma Cordero de De la Madrid dejaba todo en manos de los ayudantes. Discreta le explicaba algunas cosas a la señora Reagan quien miraba la devastación con una especie de altiva condescendencia ante un dolor ajeno.
Sus mayores expresiones eran ¡Ah!; ¿Oh!, ¿Really?
–Quiero hablar con la señora De la Madrid, le dijo una voz desde detrás de un cubrebocas azul a uno de los ayudantes. Creyéndolo un osado reportero, el militar me llamó me llamó. “A ver este es de Comunicación Social”.
El recién llegado me explicó sus urgencias. Le pedí paciencia, lo levaría con la señora cuando acabara la visita. NO antes.
–Es que soy; me dijo mientras retiraba la tela azul, Plácido Domingo.
–Pues sí, le dije. Pero esa señora es la esposa del Presidente de los Estados Unidos y no puedo interrumpir una visita de esta naturaleza. Aunque fuera usted Enrico Carusso. Espéreme.
Hoy esa mujer, helada, distante, altiva y poderosa, está muerta como quien fue su marido, el actor cuya habilidad lo hizo ganar una guerra. Eisenhower venció en la Segunda Guerra Mundial; pero Reagan ganó la Guerra Fría. Tan gélida como su esposa Nancy.
TRANQUILIDAD
Se llama Mar de la Tranquilidad a la zona lunar donde bajaron los primeros humanos en el satélite de la Tierra. Nombre extraño para una zona cósmica donde no hay nada sino tranquilidad. Ni atmósfera, ni vientos, ni nada. Todo allí es de suyo tranquilo. Nada. Excepto esa irrupción de hormigas con escafandra, ha turbado la desolación en millones de años.
Y esa tranquilidad es la misma de esta noche silenciosa en el malecón de Campeche. El mar tiene un oleaje mudo y mínimo. Semeja un enorme lago infinito cuya línea final se mezcla con la negrura del cielo.
–Hay una diferencia notable, dice el gobernador del estado, Alejandro Moreno, entre una sociedad segura y una sociedad tranquila. Y los campechanos apreciamos, procuramos y disfrutamos de la tranquilidad.
Y en el nombre de ella se encienden las luces rojas de un problema a la vista: la crisis petrolera ha destruido los equilibrios de Ciudad del Carmen, zona de alta importancia económica para el estado, donde los sueldos se dispararon a la estratósfera en algunos momentos (un buzo podía ganar 15 mil dólares mensuales) y donde hoy sólo hay clausuras de negocios, cierres y hoteles abandonados.
–Si vas al aeropuerto vas a ver 80 o 90 helicópteros parados. Hay 20 mil gentes viviendo en el mar, en las plataformas porque la industria, pase como pase el movimiento de los precios del petróleo, necesita seguir sacando crudo.
“La caída de los empleos ha sido terrible. Y eso tiene un efecto en cadena en todas partes. Por ejemplo: un trabajador, ya sea de otro estado o de aquí mismo, ya tenía a sus hijos en una escuela privada. Se queda sin ingreso y no tiene para cubrir colegiaturas. ¿Qué hacemos? Hablar con los dueños de los planteles, pedirles comprensión, buscar apoyos, becas, empleos temporales para una supervivencia al menos, mientras las cosas se mejoran.
Y algo más –sentencia con gesto de preocupación–; logra los pagos a proveedores. Sólo así emparejaremos las cosas. Si no se les paga a quienes traen ya el agua en el cuello, el agua va a seguir subiendo.
“Por eso vemos con preocupación este aumento en los delitos, viene como consecuencia de la falta de empleo, de esta crisis. No es grave todavía, pero no queremos verlo cuando ya se haya agravado.”
PRI
Quizá no sea nada, quizá sea un indicio, pero en la reunión del cumpleaños del PRI, la semana pasada, fue notable la ausencia de Javier Duarte el “jarrón chino” de Veracruz.
Pero también fue visible la presencia de Emilio Lozoya a quien no se veía en público desde su cese en la dirección general de Petróleos Mexicanos.
–Algo les van a dar. Una cosa distinta a cada uno, es obvio.
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