Quien afirma la adhesión incondicional como la única forma posible de lealtad, nada más repite las palabras de Jesucristo guardadas para la eternidad evangélica por Lucas, quien nos dice (11. 23), “…el que no es conmigo contra mi es y el que conmigo no recoge, desparrama”.

Jamás he creído en los evangelios como fuente de verdad o revelación. Me deleita su prolija literatura y su fecunda insistencia en la idea redentora; su sabiduría (no la infalibilidad divina) y la rica navegación intelectual en las  inmutables condiciones de las pasiones humanas.

Pero hay quienes son cristianos y quizá ellos han hallado en la ya dicha frase, la fuente inspiradora de toda conducta, hasta en el campo de la política… Quizá, quizá.

Más allá de la advertencia de recoger o desparramar (aprovechar o despilfarrar, podría ser), el mismo evangelio del médico y pintor sirio (Lucas nació en Antioquía en los inicios del siglo primero, aunque otros lo ubican en Macedonia), advierte un peligro en el cual los mexicanos podríamos caer si no hemos caído ya.

“…Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae (11.17)…”

Si bien México no es un reino, la enorme amplitud de las facultades presidenciales exacerbadas y respaldadas por las mayorías parlamentarias y las adhesiones oportunistas, hace de cada Ejecutivo, lo quiera o no, un monarca de inconsultas decisiones. 

Baste ver el manejo autocrático del presupuesto aprobado —además— por empleados sumisos en un Congreso sin soberanía; la promoción de incondicionales a puestos de elección controlados desde los programas sociales, las designaciones en órganos antes autónomos y todo cuanto ya sabemos, para comprobar las inmensas posibilidades del poder en unas solas manos.

Pero más allá de esa trampa democrática por la cual un partido político puede al mismo tiempo controlar varios poderes, anular los órganos autónomos, someter a los gobiernos estatales e imponer una línea cuyo extremo toca el Tercer Mundo, la modernidad neoliberal, la globalización o el populismo mágico nacionalista, según sea el tiempo, el presidente en turno tiene el “derecho” de imponer su ideología, hasta por encima de la Constitución, la cual puede moldearse como barro en manos de alfarero.

Las facultades presidenciales escritas en el artículo 89 de la Constitución, omiten —paradójicamente—, la facultad principal: cambiar a su capricho, gusto o necesidad, la constitución. Cada quien ha tenido la suya. 

Por eso invocar el respeto constitucional es mero formalismo. Siempre es fácil cumplir con la norma propia. 

Nos ha convocado el Señor Presidente en estos días de la furia y la epidemia, a definirnos. Cada quien debe mostrar su sello, su marca, su pensamiento y —en términos políticos—, su militancia. Su convocatoria a ostentar la preferencia es también es la formalización de la discordia.

DISTINCIÓN

Los “bien portados” se indignaron con un mes de retraso por el asesinato del joven Giovanni López en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, con las repercusiones sociales y políticas de todos conocidas. 

Quizás el próximo 29 de este mes, cuando se hayan cumplido tres meses del asesinato de Oliver López (también se apellidaba así), en Tijuana, las buenas conciencias se indignen por el crimen de la policía bajacaliforniana, como enfurecieron por los excesos en el membrilloso municipio de Jalisco.

Si no lo hacen se podría deducir, con un poco de suspicacia, la existencia de una indignación selectiva, cuya capacidad detonante guarda relación con los colores del gobierno donde ocurren los imperdonables crímenes policiales.

En Baja California —por la protección federal—, el gobernador es intocable. Sólo ha podido en su contra la Suprema Corte de Justicia, la cual impidió el fraude de una extensión experimental de su mandato de dos años.

Por lo demás, ni el señor Trump le puede decir algo a Jaime Bonilla, quien ya riñe con el presidente de los Estados Unidos por los dichos de la Casa Blanca sobre la mortalidad de la COVID al sur de su frontera.

¿No había dicho Bonilla, cuando presionaba al gobierno federal para impulsarlo a torcer el fallo de la SCJN sobre la muerte “como moscas” de los médicos de Tijuana? Ya se le olvidó.

Ahora le dice a Trump: “…calladito te ves menos feíto…” ¡Ay! tú…

VÁNDALOS

¿Hasta cuándo se permitirá Claudia Sheinbaum seguir cogobernando con el vandalismo?

No se trata de emprenderla a palos, pero ya identificados —como están— los líderes del anarquismo, deberían ser puestos  a disposición de la fiscalía, con toda legalidad,  ante su ilegal conducta.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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