–Mire usted, esta es un arma ligera, muy sencilla, muy resistente; fácil de manejar y muy buena para protección. Y este es su permiso de portación y este es el registro. Lamento mucho todo este papeleo, pero nosotros debemos hacerlo todo con absoluto apego a la ley.
–Sí, mi general.
–¡Ah! Y una cosa muy importante. Ojalá no la tenga que usar nunca”.
Salí del despacho del entonces secretario particular del General Secretario. En una bolsa llevaba el arma. En un folder azul sin logotipos ni escudos, los documentos legales.
Diez años después estuve de nuevo con el general Ángeles. Ya había pasado por los mejores momentos de su carrera. Ya había sido responsable de la Educación Militar en el Heroico Colegio de San Pedro Mártir y ya había dejado la subsecretaría de la Defensa Nacional.
Lo vi como de costumbre. Discreto, austero. Llevaba una chamarra color caqui. Pantalones sencillos.
–¿Cómo se siente mi general con todo este debate sobre el papel del Ejército en el combate al narcotráfico?
–Pues son los tiempos en que México nos necesita en ese papel. Así se nos instruido y así se debe cumplir.
–Pero…, insistí
–Mire, la verdadera fuerza del Ejército no son las armas; es la disciplina, la lealtad, la obediencia.
Yo requería un trámite en la Defensa. El general ya estaba retirado y le pedí su auxilio.
–Mire, yo estoy fuera de esa responsabilidad y no quiero interferir de ninguna manera. Pero hable con… él le va a ayudar.
No lo vi después. Lo siguiente, varios meses después, fue la explosiva noticia: Tomás Ángeles detenido por una delación prácticamente anónima.
“La Procuraduría General de la República (PGR) informó que personal militar presentó ante el Ministerio Público Federal adscrito a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) a dos generales acusados de delincuencia organizada.
“Mediante un comunicado, la PGR informó que el personal militar presentó al general de División Diplomado de Estado Mayor retirado Tomás Ángeles Dauahare y al general brigadier Roberto Dawe González (alguna vez ayudante del Presidente López Portillo). Ambos militares rendirán declaración ante el Ministerio Publico de la Federación.
“A su vez, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) informó que personal perteneciente a la Procuraduría General de Justicia Militar cumplimentó una orden de localización y presentación del general Ángeles Dauahare, en colaboración con la PGR.
“Refirió en otro comunicado que el militar pasó a situación de retiro el 1 de marzo de 2008 por haber cumplido su edad límite, de conformidad con la Ley del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas.”
Después de esa información todo ha sido, por desgracia, confuso y opaco. Peligrosamente opaco. Y para aumentar, un tercer general detenido. Su mayor delito, la gordura visual.
La Procuraduría General de la República no ha podido detallar absolutamente nada. Quizá por el sigilo necesario en un caso de esta envergadura, pero el apresuramiento para negar cualquier raíz política en el caso, genera una sospecha precisamente en ese sentido. Ha sido una explicación no pedida y podría convertirse en una acusación manifiesta.
“La Procuraduría General de la República informa que el General de División Diplomado del Estado Mayor (DEM) Retirado Tomás Ángeles Dauahare y el General Brigadier DEM Roberto Dawe González, declaran ante el Ministerio Público Federal adscrito a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).
“Las diligencias en que participan se realizan con respeto pleno a sus derechos y conforme a los propios elementos contenidos en el expediente, por lo que carece de connotación política o de relación alguna con las campañas en curso o los candidatos en contienda”
Por lo pronto la indeseable figura del arraigo le ha sido aplicada al divisionario.
Cuarenta días más para probar todo cuanto debería estar ya en el terreno de lo incontrovertible, gracias a un recurso de notoria ventaja para el Estado, sin respeto ninguno a las garantías constitucionales tradicionales.
Hasta ahora hay un vínculo sobre cuya causalidad resulta difícil pronunciarse. Tomás Ángeles participó en uno de los foros temáticos de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Fue el 8 de mayo en San Luis Potosí.
Ahí Peña reveló algunos de sus proyectos en materia de seguridad pública. A algunos militares les pareció peligroso el planteamiento del candidato asesorado por Ángeles cuya participación no consta ni siquiera en la página de la organizadora Fundación Colosio.
Aplicar esas ideas de Peña –me dijo un militar también retirado–, disminuiría la calidad del Ejército; ordeñaría” a los mejores elementos y los sacaría del orden castrense para dejarnos a nosotros el puro cascarón y la pura fuerza de las armas.
–¿Cuál fue el planteamiento de Peña atribuido (al menos como inspiración o proyecto) a Tomás Ángeles?
“…Por eso vengo postulando, primero, el fortalecimiento de la Policía Federal”, dijo Peña.
“…No sólo en algo que me parece plausible y digno de encomio. Es el crecimiento que ha tenido ya la Policía Federal, que pasó de 6 mil a 36 mil (elementos), y mantendría yo el crecimiento de este aparato del Estado, a llevarlo por menos a 50 mil elementos de la Policía Federal.
“Segundo plan, lo que he venido señalando como una “Gendarmería Nacional”.
“Si recogemos lo que hoy son elementos de la Armada y del Ejército, que están dedicados a la seguridad pública, creo que podríamos, a partir de estos elementos, estos recursos humanos que tienen formación militar, crear (a partir de ahí) esta Gendarmería Nacional que, bajo mando civil, pudiera apoyar a las policías que están debilitadas, en aquellos municipios donde las más de las veces se esconde el crimen organizado. Porque precisamente buscan donde no hay un fortalecimiento, donde no hay presencia fuerte y sólida de las instituciones del Estado.
“Por ello, propongo la creación de una Gendarmería Nacional, insisto, con los recursos humanos que hoy ya destinan el Ejército y la Armada, para que pasen a ser parte de una Policía Federal que, en el mando civil, pueda lograr fortalecimiento institucional en los municipios que tienen instituciones debilitadas”.
Quizá estos planteamientos hayan enfurecido a algunos mandos superiores y posiblemente en ellos se pueda hallar la explicación de la frase soltada en el momento de la captura y el aislamiento por la esposa de Tomás Ángeles.
— El Ejército traicionó a mi marido. (El General Guillermo) Galván Galván tiene muchos años de conocer a mi marido. Él lo conoció como compañero, sabe que es inocente».
Pero otros niegan la paternidad del Ejército en esta aprehensión hasta ahora incomprensible.
–No te equivoques, la mano que mece la cuna no sale de Lomas de Sotelo. Está más cerca de Los Pinos.
Pero hay otros elementos.
En la dicha reunión fue notorio el sentido crítico del general Ángeles. Entre otras cosas comparó el fracaso de Vietnam con la derrota en términos reales del Ejército mexicano en esta aventura tras la cual puede considerarse cualquier cosa menos victorioso.
No ha logrado acabar con los cárteles ni mucho menos disminuir (todo lo contrario) el clima de violencia generalizada.
…“estamos combatiendo al enemigo en su fuerza, calificando como enemigo a las organizaciones criminales. Y al enemigo no se le combate en su fuerza, se le combate en su centro de gravedad. Un ejemplo muy común, conocido por todos, es el conflicto de Vietnam. Estados Unidos perdió la guerra en las calles de sus ciudades, no en los arrozales de Vietnam; allá estaba la fuerza. Y nosotros, lo que estamos haciendo en México, es combatir al enemigo en su fuerza.
“Nos estamos desgastando ambos, y la decisión tarda mucho tiempo en obtenerse… yo me atrevería a decir que no tenemos estrategia de seguridad nacional. No tenemos un apropiado marco de referencia sobre seguridad nacional. No tenemos una base de partida. Creo que habría que empezar por ahí”.
Pero posiblemente el peor problema del general provenga de los Estados Unidos. Sus dos años en Washington no le dieron buenas relaciones, lo malquistaron con la DEA.