“Yo sí creo que de alguna forma en la administración pasada de Mexicana vimos una intención de fortalecer las dos líneas más baratas. La estrategia era restarle valor a la grande, pasárselo a las pequeñas y con ello eliminar el valor de los contratos colectivos que se tenían”. La quiebra de Mexicana de Aviación, además de un negociazo para quienes la generaron y quienes la toleraron desde el gobierno federal, ha sido una muestra de cómo en este país seguimos viviendo un inexorable sistema de castas.
Los trabajadores son un estorbo para las utilidades y son el insumo desdeñable; la eterna variable de ajuste por parte de los empresarios a quienes la providencia o la injusticia del sistema les ha reservado el papel de dueños eternos del dinero.
El binomio formado por el gran capital y la mala política produce nada más estos despojos.
Los pilotos son culpables de la quiebra por ganar tanto dinero. Se deberían conformar con el salario de un chofer de micro. Todos deben ser El Vítor y su primera obligación es resignarse a nunca ascender en la escala social. Choferes del aire. ¿Cómo se les viene a ocurrir?
Y los sobrecargos son responsables de la mala salud financiera de la empresa por exigir la tintorería de sus uniformes. Deben resignarse a un papel proletarizado de meseras y galopines de avión. ¿Cómo se les viene a ocurrir?
En el fondo este alegato patronal no es de naturaleza económica, así hayan llevado un conflicto de tal naturaleza ante los tribunales desde el inicio de la ventajosa operación cuya ordeña llevó a Mexicana a la quiebra. El fondo de las cosas es el clasismo de la sociedad mexicana.
La maniobra ha sido tan descarada como para escandalizar (aparentemente) a Javier Lozano, secretario de Trabajo del gobierno cuya docilidad facilitó la operación cuyo final fue la caída de la aerolínea.
Hasta él se da cuenta de la forma tan inicua de los antiguos administradores sobre quienes no ha de alzarse castigo alguno y de los misteriosos controladores actuales, quienes han emitido el grosero e inaceptable ultimátum:
“Rechazamos esa propuesta —dijo Lozano—, por inadmisible y les pedimos que regresen con una propuesta sensata y digna. Es inaceptable, no sólo para la Asociación de Sobrecargos, sino para nosotros como Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Nunca podremos estar de acuerdo con que se liquide a todos los trabajadores sin respetar su contrato, porque el objetivo del acuerdo es defender el trabajo. Entonces es más sensata la propuesta de los sobrecargos: ellos dijeron ‘cuánto ahorro necesitan, díganos y los trabajadores decimos dónde se puede ahorrar y cómo aportamos’”.
Pero Mexicana de Aviación, o mejor dicho sus detentadores, gozaron no sólo de protección laboral y judicial prolongada (derivada quizá de sus aportaciones políticas), sino también en el ámbito fiscal visible. En el oculto no sabemos.
“Años antes de declarar problemas financieros que se han traducido en su venta (La Jornada), la Compañía Mexicana de Aviación fue una de las empresas beneficiadas por el Programa de Estímulos Fiscales (PEF) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) —que apoyaba a firmas que invertían en ciencia y tecnología—, con lo que obtuvo una exención fiscal por más de 57 millones de pesos durante 2007”.
Y así, con el disimulo frente a sus deudas, las facilidades para los pagos a aeropuertos y servicios auxiliares, la tolerancia en la facturación del combustible, los disimulos fiscales y los créditos inexplicables e impagables, el grupo de Gastón Azcárraga exprimió a Mexicana hasta la saciedad.
A fin de cuentas siempre estarían los pilotos y los sobrecargos para exprimirlos si falta hiciera.
Cuando se le preguntó a Lozano si la estrategia patronal era succionar el capital de Mexicana a favor de empresas fuera del ámbito contractual vigente de los trabajadores de la industria aeronáutica, asintió y explicó:
—“Yo sí creo que de alguna forma en la administración pasada de Mexicana vimos una intención de fortalecer las dos líneas más baratas. La estrategia era restarle valor a la grande, pasárselo a las pequeñas y con ello eliminar el valor de los contratos colectivos que se tenían”.
Hoy el gobierno calderonista, aun cuando después no haga nada coherente con esta apreciación, confirma las explicaciones tanto de los trabajadores como de muchos observadores laborales.
Ante esto es imposible olvidar la arrogancia de Manuel Borja quien ofreció (en nombre de sus patrones) darles la empresa a los trabajadores con el simple pago de un dólar.
DUARTE
Durante la Reunión Plenaria del Grupo Parlamentario del PRI a la cual fueron invitados gobernadores constitucionales y electos, Javier Duarte de Ochoa ofreció coordinación y cooperación para lograr los acuerdos políticos cuya inexistencia tantos problemas le causa al país. El hilo negro, pues.
NINI
Otro signo de la polarización nacional es la disputa de Alonso Lujambio, el secretario de Educación contra el rector de la UNAM José Narro a quien no se le perdona haber señalado con rigor el fenómeno de los jóvenes marginados para quienes no hay estudios ni labores.
En vez de atender el problema, Lujambio llama a su artista de la plastilina, Rodolfo Tuirán, subsecretario en la SEP, quien con sus habilidades entre la actuaría y la demagogia nos quiso convencer de la extinción de la pobreza cuando jugaba con el ábaco de la Sedesol y ahora hará chiquito el número de ninis.