Hace un par de días hubo una asamblea de condóminos en el edificio donde vivo. Eso no tiene ninguna importancia. Al menos no la tuvo para los dueños de una treintena de departamentos de los 48 del grupo total quienes no acudieron a la cita común.
La convocatoria –sin embargo–, decía claramente, quien no asista admite automáticamente los acuerdos tomados por quienes acudan a la cita, sean estos cuantos sean. Así pues una ausencia es un voto en favor de lo acordados por los presentes.
El alejamiento confirma la presencia, la opinión y el voto de los cumplidos, de los interesados.
Un poco sucede así con la política fuera del condominio.
Si las elecciones son como la asamblea de los vecinos, pues se escoge quién debe administrar los edificios, manejar el dinero de todos y resolver los problemas comunes, es una especie de microcosmos de los hechos nacionales. La elección nos dice cómo se distribuye el poder en este país. Y con él, la responsabilidad, las decisiones, el futuro, en suma.
Pero si los intelectuales (y las “intelectuales”, no se olvide de ellas) proponen anular los votos, los vándalos proponen anular a los votantes. Cerrar casillas y tomar edificios de la autoridad electoral, para forzar a otros a no votar.
Obviamente cada quien tiene derecho de hacer con su voto aquello cuyo deseo le dicte. Si quiere anularlo, inutilizarlo o simplemente no emitirlo es asunto suyo. Convocar a otros a hacerlo es asunto de quien se deje convencer por tan feble argumento de cambio. Si les gusta el onanismo electoral, adelante, señores y señoras. Hay gente para todo.
Donde ya no hay derecho es el impedimento furioso e incendiario del proceso electoral. Los violentos han cometido una larga serie de delitos por cuya comisión no sólo han quedado impunes, sino hasta gananciosos. Les dan asiento en la mesa política a quienes sabotean las elecciones que el gobierno quiere proteger a toda costa. Mucho costo, poco resultado.
Supuestamente esta suspensión de la evaluación educativa es tan temporal como las elecciones y pretende, mejorar el clima. Es decir, dándoles parcialmente la razón a quienes no la tienen, se supone llegar al camino razonable en un tiempo por venir.
Para eso se negocia en Gobernación, pero todo hace suponer lo contrario. Los inconformes se sienten gananciosos y no van a rechazar lo obtenido hasta ahora. Van a pedir más.
En todos los ámbitos estamos acostumbrados yo diría mal acostumbrados a no participar no protestar por nuestro espacio nuestros derechos.Todos calladitos,los maestrines que no maestros están atropellando al País entero somos mas de 100 mill de habitantes y nos tienen jodidos unos pocos DELINCUENTES, pero los ciudadanos no exigimos que se cumplan las leyes.No le exigimos a las autoridades que trabajen de lo q se alquilaron. Cumplan y hagan cumplir la CONSTITUCION.