En verdad el ultimátum de Hugo López Gatell, vocero de las recientes contradicciones socio-gubernamentales en torno de la epidemia y la cuarentena, fue –por fin— enérgicamente contundente la tarde del sábado. Aunque algunos tengan otros datos y otras actitudes.
Tanto sus palabras como su lenguaje no verbal, sus gestos y su tensión, hablaban de un discurso público demorado y preocupado. Al menos en ese tono.
De pronto, el hombre cuya cautela burocrática se defendía con credenciales académicas en interminable condescendencia hacia los riesgos y a las curaciones tan espontáneas y sencillas como el contagio mismo y su aleatoria posibilidad, nos decía cómo el tiempo se ha acabado y cómo los peores escenarios anticipan la catástrofe.
No es frecuente en asuntos epidémicos o de control sanitario, escuchar la temida “última oportunidad”. Cuando uno habla de lo último, es como si leyera la Biblia: el último libro del Nuevo Testamento es el Apocalipsis.
Sin sembrar (más) alarma, pero con voz de alerta, esta es la síntesis de la clarinada del atareado subsecretario:
“…Hacemos este llamado enérgico hoy. Vemos que se necesita que todas y todos en la sociedad, el sector privado, el sector público, lo hagan ¡ya! y lo hagan de manera enérgica. No podemos perder la última oportunidad que tenemos. Y la única manera para no perderla es quedarnos en casa. Todo mundo se tiene que quedar en casa…”
Además definió y precisó el momento actual: estamos con un pie dentro de la Fase III, esa en la cual los enfermos ya no se guardan en sus casas y necesitan servicios hospitalarios, para los cuales ningún país está preparado, ni aquí ni en China. Es cuando se rompen las burbujas el aislamiento y los enfermos saturan y colapsan los servicios. Entonces ya no se habla de contagios, tratamientos, reclusiones preventivas, sino de muertes.
Pero no solo él esta preocupado y alarmado por las cosas del país. Nuestro Señor Presidente también alza la voz para comunicarnos otras observaciones.
Le molesta, le disgusta, cómo los generadores eólicos de energía afean el paisaje y las crestas de los cerros de Baja California, pelados y llenos de hierbas secas, en el mejor de los casos.
Paisajes cimarrones. “Desnudos y secos lomeríos”, les llama el gran Fernando Jordán en “El otro México” y sin embargo dueños de una peculiar estética de espinazo geológico.
Ahí, en “La rumorosa”, entre susurros de piedra y viento, dijo nuestro SP con la cámara en acción:
“…Es uno de los sitios más bellos de México, pero también aquí́ se expresa la falta de sensibilidad de los gobernantes; autorizaron esos ventiladores para producir energía eólica, miren cómo afecta el paisaje, la imagen natural, ¡cómo se atrevieron a dar permiso para instalar estos ventiladores! (…)
Esta observación del SP, podría resolver otro problema, porque en todo el mundo hacen falta ventiladores para enfermos graves de coronavirus. Y si no tenemos otros, pues ahí están esos. Pero antes de la piedra y los dos pájaros, sigamos con este importante asunto.
“…los pusieron los conservadores… pueden decir que se produce energía eléctrica ¡muy poco!, además son negocios privados porque se tienen que subsidiar estas empresas… Esas son de las transas que se hacían en el periodo neoliberal, esto fue promovido por los gobernadores del partido conservador…”
En verdad no son ventiladores porque no están hechos para hacer viento excepto si se les uso neumológico, claro. Tampoco son molinos como dicen otros, porque nada muelen; y no los pusieron los conservadores sino los generadores de fluido eléctrico, pero volvamos al COVI-19.
López Gatell, tiene algunas advertencias muy dignas de ser tomadas en cuenta:
“Entonces, hacemos un llamado enérgico, enfático, inconfundible a quedarnos en casa, quedarnos en casa todas y todos…Que quede muy claro, seguirán aumentando los casos y va a haber casos graves y va a haber muertes; lo que se puede lograr es que se retarde la velocidad de contagios…”
Y en cuanto a la reclusión voluntaria, nos dijo, también podría llegar a ser forzosa:
“…No nos esperamos a que nos venga del gobierno (la soluci
ón), no es deseable en el manejo de una epidemia llegar a situaciones extremas como las que hoy vemos en Europa, donde se declaran formalmente estados de excepción y se suspenden las garantías constitucionales…”
LOST IN TRANSLATION
Dice la Secretaria de la FuPu, doña IES, la histeria actual se traduce en el miedo a la igualdad. No, señora, no se traduce, en todo caso se originaría. Traducir es otra cosa.