Más allá del desmoronamiento de la candidatura de Donald Trump, o al menos de su persona, definido así por José Cárdenas en días pasados durante sus emisiones en Radió Fórmula, a mi me gustaría complementar esa visión con estas reflexiones: básicamente las campañas de los actuales candidatos, ambas, son asunto de pena ajena.
La gran democracia del mundo, capaz de asombrar a observadores profundos en siglos pasados como Alexis de Tocqueville, hoy es un espectáculo de motel de traileros, donde cada quien busca el pecado ajeno mientras no puede exhibir sus virtudes.
Esta campaña es una muestra de la “desculturización” del pueblo americano. No han encontrado en sus miles de habitantes, dos personas de talla ética suficiente como para abandonar las conversaciones de “vestidor”, las confidencias fallidas, las infidelidades propias o ajen as y una visión del mundo todo el tiempo por debajo del cinturón y convertir esos asuntos en la médula de un debate político cuya esencia debería ser también un debate cultural y político. :
Esto dije en la radio hace unos días.
“¿Qué nos pasa si revisamos la historia americana?
“Que estaríamos revisando no solamente la historia de la democracia, sino la historia de una cultura, de una cultura que tiñó al mundo a lo largo de 200, apenas, 200 años: en lo económico, en lo financiero, en lo militar conquistaron el planeta, y en lo cultural hicieron el jazz y hasta le dieron el Premio Nobel a Bob Dylan, quien desde mi punto de vista no se lo merece; pero no importa, es parte de una cultura americana.
“Y todo eso estaba gobernado por ideas que vienen desde Adams, Franklin, Hamilton, Madison, Washington, esos que llamaron «Los padres fundadores», quienes hicieron una construcción política y jurídica que hasta el día de hoy está vigente: la Constitución de los Estados Unidos no se ha tocado de manera fundamental, se le han hecho enmiendas pero no se le ha quitado su espíritu ni se ha agrandado ni se ha lleno de chipotes como la de los mexicanos.
”Y frente a ese gran monumento a la tecnología, frente a esa civilización, esa cultura, capaz de llegar al luna y mandar sondas al planeta Marte, y enviar fotografías y volvernos soñadores viendo «Cantando bajo la lluvia» y cuando podemos oír su gran música y su gran ópera, y podemos ver a sus pintores, de pronto, la conducción de ese país depende de la bragueta del señor Trump.
“¿En qué agujero de frivolidad y de falta de pensamiento profundo se metieron los Estados unidos? ¿Y desde cuándo? ¿Dónde está en la gran discusión electoral americana un debate sobre las ideas?
Se parecen tanto a los mexicanos hablando de frivolidades y de superficialidades.
“¿Qué peso histórico hay en las acusaciones contra Trump porque un día manoseó a una señora? Es altamente condenable pero no debería ser el eje de la historia americana contemporánea; debería ser simplemente suficiente para no tomarlo en cuenta, a él, no a sus actos.
“Pero los Estados Unidos llevan desde Mónica Lewinsky para acá preocupados y muy preocupados y preocupadísimos por eso, que ya ni siquiera es una herencia de la moralidad puritana de los primeros peregrinos que bajaron del Plymouth para llegar a Nueva Inglaterra, eso no nos debería de preocupar tanto a nosotros, cuando es lo único que se puede ver en el debate americano.
“Yo no he escuchado una sola idea en los dos debates que he visto de la señora y el señor, ni de ella ni de él, una idea trascendente que pudiera servirnos para un apéndice a la democracia en América del señor Tocqueville, no he visto nada más que zancadillas, es una campaña en al que los golpes todo el tiempo están –literalmente–, por abajo del cinturón.
“¿En qué momento desapareció la cultura americana del debate político? ¿En qué momento dejamos de pensar en Franklin?
“Entonces esa gente, que tenía un mundo cultural y un país por construir tiene como herederos a estos, ¡a estos, que están convirtiéndolo todo en un debate digno de las Kardashian!
No es posible mirar el deterioro de la potencia cultural del siglo XX y del siglo XIX y parte del siglo XVIII, como si fuera nada más, un “reality”.
“¿Qué les está pasando a los americanos?
“La actual habilidad política de los demócratas consiste en irse a buscar señoras resentidas que puedan hablar mal de Trump, quien, cuando era joven, hace 30 años, les hizo tocamientos indebidos. Así no se construyó el Apolo 11. Creo que había otros elementos tecnológicos y científicos
—“¿De qué le sirve a ese país su enorme colección de Premios Nobel, de qué le sirve, la literatura de Faulkner? ¿De qué le sirven los poemas de Walt Whitman y las minúsculas prodigiosas de Cummings? ¿De qué?
“Y como este país es una de las principales áreas de la influencia americana, por razones desde militares hasta geográficas, pues entonces nosotros también deberíamos pensar en qué momento también a nosotros nos pasó lo mismo, porque en el debate político mexicano, bueno, pues hay cosas mucho peores que estar toda la vida mirando las trusas del enemigo”.