Si usted no sabe quién es el Tío Lolo, ni con cuanta frecuencia y perseverancia millones lo imitamos, entonces de seguro usted es extranjero. Ni siquiera Miguel Hidalgo merece después de tanta emulación el título de Padre de la Patria. Nosotros somos hijos aquel tío, cosa extraña, pues se les reserva a los curas la extraña capacidad de tener sobrinos en lugar de hijos como todo el mundo.
Pero como el ya dicho tío así nos hacemos.
Y con tanta enjundia y perseverancia como para hacer de esa manera de vivir nuestra mayor aportación a la humanidad y hasta notable producto de exportación. Véase si no en estos dos casos extrañamente provenientes de Galicia. Y no quiero involuntariamente subirme al carro de los fáciles chistes sobre los hijos de Pontevedra, Vigo, la Coruña u Orense. No. Pero el horno para los bollos lo han calentado ellos.
El primero, maravilloso. Se llama Francisco José Garzón Amo y lleva en la conciencia, si la tiene, 79 muertos. ¿La causa? El muy pelmazo iba hablando por celular con otro empleado del AVE quien viajaba ¡en el mismo tren! Se olvidó de frenar, volcó el AVE a 170 kilómetros por hora y nomás dijo:me cago en la leche,pobres pasajeros. Joder, esos son cojones.
Y cuando un magistrado al parecer extraído de “La Tremenda Corte” le preguntaba, su talento no dio para más: no me acuerdo, no recuerdo, no se, no estoy tan loco. No.
–Francisco José, ¿nos quiere contar algo de lo que ocurrió en ese viaje? ¿Quiere especificar algo hasta que ocurre el siniestro?
— Iba todo muy tranquilo y yo solamente recuerdo ya cuando pensé: «¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! La curva, que no la tomo…».
–¿Usted había hecho ese viaje en más ocasiones?
–Todas las semanas, varias veces.
–J¿Con ese conocimiento y su experiencia viajando por esa vía y por el libro de velocidades, sabía a qué velocidad debía circular?
–I: Creo recordar, que donde está la señal en el punto 83,400 tenía que tener una velocidad de 80 km. por hora.
–J: ¿Ese punto a qué distancia está del lugar en el que se produjo el siniestro?
–I: No, no, ahí fue el siniestro.
–J: Entonces, en el punto en el que ocurrió el siniestro debía circular a 80 kilómetros hora, ¿no?
–I: Sí.
–J: ¿Pero empieza ahí dónde hay que hacer la reducción de la velocidad o es antes?
–I: La reducción de la velocidad cada uno la toma más o menos donde considera que puede llegar a esa velocidad objetivo. Algunos lo toman en el primer túnel, que hay dos, porque el segundo ya desemboca al punto ese. Pero yo la suelo tomar en la avanzada, que es bastante antes, que está a unos cuatro kilómetros antes.
–J: ¿Antes de entrar en los túneles me dice?
–I: Sí. Por norma general suelo hacerlo así porque la frenada es más suave y casi casi no tienes que entrar con neumático y vas con freno eléctrico.
–J: ¿Recuerda a qué velocidad circulaba cuando ocurrió el accidente?
–I: Cuando fue el accidente, cuando fue el golpe andaría sobre 180-190. No me dio tiempo a nada. La velocidad a la que se circula por ahí es de 200 kilómetros/ hora.
–J: Bien, pero usted acaba de decirnos que suele reducirla para llegar a los 80 km./hora antes de llegar, a 4 kilómetros. Mi pregunta es sencilla, ¿Por qué no redujo?
–I: Es que no encuentro explicación. Todavía no lo entiendo como no lo vi… Es que no sé…”
A ese “tiololazo” le deberían meter por lo menos un año de cárcel por cada muerto. A ver si dentro de 79 se acuerda de algo o le sigue haciendo como otro ejemplar de esta misma fauna, el señor Mariano Rajoy quien se parece en lo pícaro (pero motivos menos divertidos) al caballero Berlusconi. Y vaya si se las trae el hijo de Italia con todo y su tupé de quesillo oaxaqueño.
Bueno, pero el tal Rajoy está para descojonarse de risa. Bueno, si uno no vive bajo su gobierno ni en las tristes condiciones de la actual “Hispania fecunda”, tan trompicada ella en estos años, tan ajada nuestra pobrecita Madre Patria, se podría reír, pero ellos… .
Como todos sabemos, dirían allá, al Mariano lo han pillado con los dedos en la puerta gracias al descubrimiento de un financiamiento ilegal a su Partido Popular; un bonito nombre de la Democracia Cristiano-Falangista. El caso de escándalo, como si la situación económica no fuera escandalosa de por sí, se conoce allá con el nombre de un valido de Rajoy (Luis Bárcenas) quien como todo Tío Lolo profesional lo lanza a las llamas y dice: me equivoqué (véase el juego de palabras) por creer en un presunto inocente cuando debí mirar a un presunto culpable.
¡Coño!, Don Mariano, con esas dotes oratorias gana usted un concurso en el “cole”, pero no hay quien le crea ni media palabra.
Lo único cierto de su discurso ha sido el cinismo: no me voy, no renuncio, no me muevo, no llamo a nuevas elecciones, no hago nada. Soy una persona recta y honrada, pero «lo cáido, cáido…»
Yo no se usted, pero yo cuando escucho a un Tío Lolo de estos, especialmente a un político en entredicho decir, soy honesto y decente; honrado y con la frente en alto, me cuido la billetera. Esos son los peores.
Recuerdo un chiste. Frente a una tumba un hombre intrigado se rascaba la cabeza. Leía un epitafio: Luis Gonzalo Sánchez, político, patriota y honesto.
–¿Y dónde esta lo extraño, señor?
–Pues en mi pueblo los entierran separados.
Ni aún ensangrentado deja de hablar por el dichoso teléfono móvil……..