Alguna vez se lo pregunté a Armando Jiménez, experto en el habla y la picardía de la ciudad de México. Él tampoco supo decirme el origen de esa expresión, pero casi siempre se usa cuando alguien le pone límite a otro, cuando la aplica un rapapolvos; le anuncia un soplamocos, un papirotazo o simplemente reacciona y le dice, ¡basta!
Así pues no encuentro ninguna otra forma de interpretar las palabras del jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera quien a lo largo de los pasados cien días se había comportado con una paciencia digna de Job ante los amagos de un “maximato” imaginario pero estorboso cuyos embates se hicieron visibles durante la célebre conferencia de Marcelo Ebrard en el ITAM, en cuyo desarrollo sacó una novedosa escritura y dijo con gravedad sentenciosa cuáles deben ser los deberes de la izquierda a la cual le impuso tareas precisas, entre ellas servir de contrapeso al gobierno.
O sea, salir corriendo para no verse retratado con el jefe del Ejecutivo Federal.
A esas palabras (quizá) el gobernador de la ciudad de México respondió ayer de manera sencilla y hasta elegante durante la reunión de análisis y evaluación de sus primeros cien días de gobierno en el Auditorio Nacional:
“El rumbo está claro, sabemos lo que se requiere, contamos con la gente y con un equipo firme y sólido de Gobierno. Este Gobierno quiere dejar huella de la izquierda en la tradición de esta capital, de una izquierda sin dueños, una fuerza política inteligente, propositiva y ordenada a favor de la ciudad”.
“La izquierda es una forma de independencia, nunca una atadura. Es símbolo de libertad y nosotros debemos gobernar con ese ideario, con esa convicción progresista pero sin distingos. Yo estoy convencido, yo debo gobernar por y para el bien de todas y todos ustedes”.
De estas líneas yo destaco dos conceptos de naturaleza policía muy profunda: una izquierda sin dueños cuya práctica no aísle sino lleve a la libertad.
–¿Quiénes son los dueños de la izquierda? ¿los partidos cuya nómina se inscribe bajo la denominación de un signo ideológico sin rigor ni método?
No se si estemos en el viejo esquema del análisis doctrinario de la izquierda o si haga falta volver a leer a José Revueltas quien nos explicaba el proletariado sin cabeza. ¿Quiénes son y quienes no son de izquierda?
En alguna época sólo eran izquierdistas genuinos los devotos del comunismo soviético cuya tribalidad se expresaba en copias al carbón de las pugnas estalinistas o se expresaba en dogmas casi pétreos como aquellos de David Alfaro Siqueiros cuyo grito de dominio siempre fue, “no hay más ruta que la nuestra”.
Pero los neo izquierdistas de ocasión (no olvidemos cómo los ex militantes del PC, PMT y demás expresiones aparentaban combatir a Marcelo Ebrard por su pasado salinista y sólo cesaron cuando fueron incluidos en la nómina) no tienen ese pasado ideológico. La mayoría de ellos se hicieron ala sombra de los Salinas o de Fernando Gutiérrez Barrios, como fue el caso de Dante Delgado, cuyo izquierdismo es una tomadura de pelo.
–¿Quiénes son a fin de cuentas los dueños de una corriente de pensamiento, de una actitud policía libertaria e incluyente por definición? ¿Pueden tener dueño las ideas? En todo caso los propietarios deberían ser beneficiarios de esa política.
Quizá por eso en la ciudad de México se puede hablar de una izquierda social.
De todos modos, “tómala barbón”. Ahora sólo falta esperar la reacción interna a estas palabras, pero quizá entonces la respuesta no provenga de la tribuna celebratoria de otros cien días, sino en el cese de los “maximatistas”.
–¿Quiénes son?
Eso lo saben ellos y –ojalá— el propio jefe del gobierno del DF. De otra manera se les dará patente de corso a las tribus.
PENCHINA
De suyo el senador David Penchina es un hábil polemista, pero ayer tuvo una de esas intervenciones realmente memorables: se discutía la estrategia nacional de energía. Los torpedos no tardaron en llegar aun cuando a fin de cuentas hubo aprobación al documento elaborado conjuntamente.
“… Porque es muy fácil venir aquí a decir: autonomía presupuestal, nacionalismos, que no tienen nada que ver con la privatización.
“La privatización está en la cabeza de algunos. No sólo no está en nuestro directorio o en nuestro diccionario, está en la necesidad de un sector que requiere más de 100 mil millones de dólares, que es un tercio de lo que es el Presupuesto de Egresos de la Federación, y hay que, así como criticarlo, hay que decir de dónde vamos a sacar esos recursos.
“Mi partido ratifica públicamente lo que ha venido haciendo y lo que demuestra que sólo en las cabezas de algunos está el concepto de privatización.
“Mantendremos, y lo dice la Estrategia Nacional de Energía, la propiedad del Estado y la rectoría económica del Estado mexicano sobre sus recursos energéticos, no sólo por el petróleo”.
El domingo es el festejo de aniversario de la Expropiación, en Salamanca.