Pues mire usted, ahí lo tiene todo él. Sí, es ese ahí sentado bajo el presídium, en la sillería de los invitados de la primera fila, eso sí, pero quién lo diría, si es el señor Jefe del Gobierno de España, Don Mariano Rajoy a quien usted tanto quería conocer y escuchar en vivo, ¿verdad?, pues ese es él, el mismo de antenoche en el telediario pertrechado en su juramento de sostener durante su gobierno, y después, la unidad del pueblo español en contra de los rumores de secesión de las autonomías, en especial los catalanes, ¿sabe?

Mírelo bien, vea su desenfado y sus largas zancadas de paso autoritario, su porte adelgazado, sus maneras suaves y su impecable oratoria, para decir sin asomo de pena: hemos salido de la “trinchera de la crisis, para entrar en la línea de combate de la recuperación”. Y uno quisiera gritar, ¡Ole!, pero ni para cuando pues después de eso viene el desarme y la muleta cae por los suelos, pues no es posible presumir de una gran felicidad cuando cinco millones de puestos de trabajo perdidos, se anuncia con clarines y parches, la recuperación de 15 mil empleos.

Pero Rajoy ya se planta en el centro del ruedo de su entusiasmo y habla de cómo las cosas han cambiado en los dos años recientes y rememora su presencia en 2012 en este mismo foro de Exceltur, donde se habla del turismo y la promoción de la “marca país”, un concepto medio forzado, pero frecuente al fin, y le asesta al emocionado auditorio (entre sus conferenciantes se encuentra la secretaria de Turismo de México, Claudia Ruiz Massieu, de quien escribiremos líneas abajo) la gran idea central de su perorata: España ha iniciado un calendario histórico de reformas estructurales que invitan al optimismo y la esperanza.

Cosas, como se sabe maravillosas, esas del optimismo esperanzado de cuyos efectos no sabemos si son los mismos de la esperanza optimista, pero cuyo enunciado futurista y promisorio nos hace recordar palabras similares oídas en otras partes del mundo. Reformas; reformas por aquí, reformas por allá.

Y eso nos hace pensar en la uniformidad de las ofertas políticas en este país y en muchos otros del mundo. La necesidad implica cambios pues si las cosas estuvieran bien como están, entonces no habría tantos problemas, lo cual hace evidente y necesaria las transformaciones, cuyo concepto global es reforma estructural aquí y en China, donde precisamente por aquellas reformas en cinco regiones especiales, Den Tsiao Ping despertó al tigre y a los dragones dormidos. Y miren ahora, preocupados por un simple crecimiento del 8 por ciento anual.

Bueno, pero aquí no corren ni los viejos leones minerales cuyos cordajes tiran del carro de las Cibeles. El momento culminante de la feliz intervención de don Mariano Rajoy, quien como todos los oradores de bien puesta garganta se goza al oír su propia voz, es cuando anuncia, por fin, el crecimiento –modesto, pero crecimiento al fin–, del 0.3 al 0.7, lo cual debe ser una hazaña. Toda una hazaña, señor.

Y luego habla de una reducción de pasivos de 8 mil 700 millones de euros y de un evidente control de la inflación y una baja de 8 por ciento en el déficit del PIB y se deja poner buna sonrisa cuando anuncia, casi como si fuera un premio de la lotería, el mejor año sin salir del todo de la crisis, pues 21013 fue con mucho superior a los otros y claro, no vamos a mentir ni a engañar a nadie, las dificultades no han desaparecido, faltaba más.

Pero en ese mismo foro la secretaria Ruiz Massieu ha explicado cómo el turismo en México tiene una importancia tan grande como para radicar sus políticas de reordenamiento, optimización y mejora, en un gabinete especial encabezado por el propio presidente de la República, estrategia cuya audacia llama la atención de algunos de los asistentes, como por ejemplo doña Ana Botella, la alcaldesa de Madrid quien comenta su proyecto propio: una oficina especializada en paralelo al gobierno, para coordinar todas las promociones y ofertas de la capital de España en materia de industria sustentable.

Y en este asunto de la sustentabilidad, la secretaria mexicana explica una derivación más allá de la tradicional definición de respeto al medio ambiente y la ecología: la sustentabilidad se logra mediante la generación de riqueza, la transversalidad y la generación de bienestar en los lugares donde la industria se asienta sin dañar, obviamente, el entorno.

Por eso el turismo no debe ser visto nada más como un servicio industrial (o una “industria de servicios”) sino como un motor en la generación de riqueza nacional. Como aquí, en parte, pues sin el tercer lugar mundial con 60.5 millones de visitantes en un año (Francia tiene 83) la recuperación cuyo 0.7 mantiene maravillado a Rajoy, habría sido un poco menor. O un mucho, no lo sabemos.

Pero en fin, los jefes de gobierno y los presidentes se compran la ropa en la misma tienda, hablan de la misma forma y tarde o temprano, como este alto caballero gallego de barba rala y pobre, se sienten los salvadores de la patria, gracias a sus reformas estructurales, duras y amargas, pero necesarias, como la laboral, la fiscal y la inminente para un plan nacional integral de turismo.

¡Y olé!

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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