El Ejército y Fuerza Aérea mexicanos refrendamos nuestro compromiso de cumplir con las misiones asignadas con estricto apego a la ley y a las directivas giradas para que en todo momento se preserve la vida y la seguridad de las personas.
La paradoja, comenta un jefe militar, es terrible para nosotros: por una parte somos una institución regularmente descalificada por los defensores de derechos humanos, pero por la otra, tenemos altos grados de aprobación y confianza en todas las encuestas del país.
Hoy esa paradoja se muestra en toda su dimensión.
A los pocos días de recibir el aplauso popular generalizado en el Desfile Militar del 16 de septiembre, y gracias a las indagatorias de la prensa estadunidense (incapaz de investigar Guantánamo, pero siempre preocupada por los derechos humanos en el Tercer Mundo) una corriente interesada o no —lo mismo da— esparce la especie negra: los militares ejecutaron a una veintena de personas, quienes ya no hacían nada por defenderse.
Como se sabe el pasado 30 de junio, en la comunidad de San Pedro Limón, una patrulla militar fue agredida por supuestos secuestradores, contra quienes abrieron fuego. En los hechos murieron 21 personas. Los soldados no tuvieron bajas.
Más allá de la siempre evidente disparidad entre la capacidad de fuego y el entrenamiento de los soldados contra los delincuentes, el hecho llamó la atención de la agencia informativa AP (cuyas primicias en casos de narcotráfico son inexplicables a la luz de la sola habilidad periodística), la cual desplegó todas sus habilidades reporteriles y concluyó sombríamente: los muertos estaban dentro de un galpón y no hay pruebas del supuesto enfrentamiento.
El fantasma de la múltiple ejecución extrajudicial ya había sido sembrado y recogido, después, por el semanario Esquire.
“…Julia —su nombre no es el real—, testigo presencial del suceso entrevistada por Esquire, dice que fueron los soldados quienes dispararon primero y que los presuntos delincuentes respondieron…
“…Ellos (los soldados) decían que se rindieran y los muchachos decían que les perdonaran la vida. Entonces (los soldados) dijeron ‘¿no que muy machitos, hijos de su puta madre? ¿No que muy machitos?’. Así les decían los militares cuando ellos salieron (de la bodega). Todos salieron. Se rindieron, definitivamente se rindieron (…) Luego los paraban así en hilera y los mataban. (…) Estaba un lamento muy grande en la bodega, se escuchaban los quejidos”.
Frente a esto la Secretaría de la Defensa Nacional emitió el siguiente comunicado:
“En relación al incidente ocurrido en el municipio de Tlatlaya, Méx, el 30 de junio de 2014, donde personal militar repelió una agresión armada, se informa lo siguiente:
“Esta Dependencia es la más interesada en que este incidente sea investigado a fondo, pues los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea, estamos obligados conducirnos con pleno respeto a los derechos de las personas.
“La Secretaría de la Defensa Nacional, prestará su colaboración irrestricta para que la autoridad competente esclarezca los hechos y determine la verdad jurídica sobre este acontecimiento. El Ejército y Fuerza Aérea mexicanos refrendamos nuestro compromiso de cumplir con las misiones asignadas con estricto apego a la ley y a las directivas giradas para que en todo momento se preserve la vida y la seguridad de las personas, respetando invariablemente los Derechos Humanos de los ciudadanos”.
¿A quién beneficia el desprestigio del Ejército a través de la prensa americana?
rafael.cardona.sandoval@gmail.com