No podía esperarse otra cosa de quienes se han sobresaltado por la irrupción de vendaval de Xóchitl Gálvez en la escena preelectoral, bajo cuyas condiciones previas Andrés Manuel López Obrador dictaba los tiempos las pautas, el discurso, las instrucciones y hasta los términos del futuro e inminente maximato militarista, pues para eso ha comprado la lealtad de la élite castrense en aire, mar y tierra.

No nos perdamos en la eternamente invocada lucha contra la corrupción, enorme y bien hallado pretexto para el funcionamiento de los entorchados en los negocios nacionales de cuyos beneficios muchos se van a ver favorecidos ahora y una vez terminado el gobierno.

El discurso reactivo (y un tanto reaccionario) es y simple: Xóchitl no tiene derecho a utilizar ni la evidencia de sus orígenes ni la indumentaria de su hábito constante, porque nunca se ha asumido contraria a los intereses de clase de la minoría blanca opresora, si en verdad fuera una minoría en este país de extendido mestizaje.

Esa argumentación es tan estúpida como la de los indigenistas cuyo sueño es volver al taparrabos y olvidar el idioma español, porque para eso desplegaron con estrépito de teponaxtle y chirimía, las bondades recuperadoras del (ya debe haber desaparecido), Movimiento Restaurador del Anáhuac, por ejemplo.

El caso es sencillo y fácil de entender: si la derecha agrupa en la diversidad nacional a una mujer de origen indígena y popular, ésta persona deja de ser quien siempre ha sido porque nunca se opuso de quienes ahora representa.

La orden analítica ha sido dictada desde la conferencia mañanera por el señor presidente quien cree haber descubierto la trampa de los clasistas y racistas: sacarse de la chistera una personalidad cuyo mérito sea haber nacido en un pueblo pobre del Valle del Mezquital (cada quien su Guelatao, como dijo Bomberito) y presentarse como el triunfo del aspiracionismo, en contra de una candidata desabrida, “ezaboría”, dicen los gitanos cuya falta de carisma la convierte en una mercancía de difícil venta en un mercado de hábitos emotivos, porque su fama de “científica” helada no conmueve a nadie.

Por ahí circula un texto tostoneado, el cual cito parcialmente. Complementa a la perfección el artículo de Epigmenio Ibarra del miércoles en “Milenio” y obviamente se asienta sobre el discurso mañanero de toda la semana.

“Por eso entró en conflicto –y así se lo hice saber a ella hace unos días– con que Xóchitl Gálvez, utilice su origen indígena por razones electorales”, dice el amanuense.

“No conozco qué ha hecho por ellos en el pasado, cuáles batallas ha dado (la ignorancia es también uno de los Derechos Humanos, especialmente de los ignorantes).

“Porque hasta donde sé (muy poco, por cierto), ella se ha acomodado en las élites y todo lo público que le conozco ha sido desde un gabinete de derechas (el de Vicente Fox) que ya sabemos, no titubeó en sacar el garrote contra los más desposeídos (por eso creó el Seguro Popular) .

“Ahora resulta que los promotores de Xóchitl resaltan de ella lo que ella abandonó. Ella no se hizo defendiendo a la minoría a la que pertenece. No es su rasgo importante, pues. Pero ahora encuentra ventajas competitivas en decirse indígena, en usar su origen y si hablara otro idioma (además del español y el inglés) no dudo que lo usaría (le faltó el ñañú).

“Ella se hizo política en un partido que no tiene por prioridad los pobres o los indígenas y me golpea en la frente esto: que cualquiera que tuviera esas causas por prioridad (los indígenas, los pobres) habría renunciado al PAN, se habría lanzado a luchar en otro frente y no se habría prestado para que pudieran presumir su supuesto amor por “lo étnico”; no se habría prestado para simular una supuesta “preocupación por los indígenas”.

Obviamente esta feble manera de argumentar tiene un objetivo: conservar para quién en todo caso tampoco lo merecería, el monopolio de la defensa étnica.

Los grupos vulnerables, pobres, indígenas, desposeídos no son materia de atención; son propiedad exclusiva. El pueblo soy yo y nadie más. Y le vamos a quitar la levita a Don Benito, porque así se vestían los reaccionarios, los conservadores. No hay una sola estatua del Benemérito con calzón de manta y huarache. Esos los dejó cuando quiso ser algo más en la vida, cuando estudió hasta con curas y leguleyos.

Me enteré –reveló el señor presidente cuando develó el misterio de la posible candidatura opositora y alumbró el parto de Xóchitl Gálvez–, mis ´gargantas profundas’…

“…Y fue un proceso de consulta arriba, con los que no dan la cara, pero si actúan, y son los que aportan dinero para las campañas, para la guerra sucia, consulta también con los medios, con los dueños de los medios, consulta con los intelectuales, desde luego Aguilar Camín, Krauze, Castañeda. Por eso algunos que ya se dieron cuenta están declinando, porque pues no quieren ser comparsa.

“¿Y por qué deciden a favor de la señora Xóchitl?

“Porque ellos suponen, ¿no?, que, si nació en un pueblo, va a tener el apoyo del pueblo.

“Y, además, es en realidad parte de ellos, no del pueblo, sino ella forma parte de los conservadores. Desde luego, no es de los arriba, pero sí forma parte del mismo agrupamiento, porque también en el bloque conservador hay nivelitos, ¿no?:

“Están los que mandan. Por eso hablo… Lo que están estudiando ciencia política podrían hacer un trabajo de investigación, hay materia, hay tema, porque es algo relativamente nuevo, es algo inédito. Porque es una gerencia, hacia arriba están los que verdaderamente mandan…”

DEEPTHROAT

Usó el presidente el nombre en clave de los informantes del FBI quienes alimentaron la hoguera contra Richard Nixon en el asunto “Watergate”.

Garganta profunda es la traducción de “Deepthroat” y es una alusión a las necesidades para el sexo oral de una actriz porno gráfica llamada Linda Lovelace, nombre de pantalla de Linda Susan Boreman.

La “película”, una comedia grotesca en la cual el personaje femenino sólo consigue la satisfacción oralmente porque tiene el clítoris en la garganta, fue usada como nombre en clave para W. Mark Felt, quien había sido subdirector del FBI y alimentó con información a los periodistas del Washington Post, Woodward y Bernstein.

Ahora el presidente usa el nombre falso para no revelar misterios ya desvelados con anterioridad.

MUERTAS

En la esquina de Río Mixcoac y avenida Revolución en la confluencia con Patriotismo, el ex delegado Ricardo Pascoe hizo una espantosa fuente de serpientes en el arranque del desaparecido pueblo de Mixcoac, en alusión al nombre serpentario. Junto a la fuente de culebras verticales hay tres palmeras definitivamente muertas.

Tres entre las muchas víctimas de una plaga incontrolada durante la poco previsora Cuarta Transformación (en su vertiente científica), a la cual se le mueren hasta los animales del Zoológico y los ahuehuetes.

Bien harían en derribarlas antes de verlas caer sobre alguna persona.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona