No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el refrán popular, y aplica con gran acierto en los lamentables sucesos que se registran en Michoacán. La ola de violencia desatada el pasado fin de semana, confirma lo que hemos venido denunciando en este espacio y que hace cuatro meses le detallamos, el grupo denominado Los Caballeros Templarios, tienen el control en la entidad. Nada se mueve, se cobra, se trafica y se organiza sin su permiso.
El método utilizado por el crimen organizado, resultó muy eficaz, destruyó el tejido social y creó sus propias organizaciones ciudadanas (grupos de autodefensa) para operar a sus anchas en todo el estado y fuera de éste. Se valió de todos los recursos, desde el uso de la fuerza hasta el adoctrinamiento.
En Michoacán es común que la gente cuente cómo Servando Gómez Martínez, alias La Tuta o El Profe, actual líder de Los Caballeros Templarios, ha ganado adeptos y seguidores con sus discursos mezclados de conceptos religiosos y de izquierda, sobre todo entre los jóvenes que buscan emularlo o ganar mucho dinero rápido.
Informes de seguridad precisan que el 60 por ciento de las policías comunitarias que operan en la entidad son fuerzas leales a grupos del crimen organizado y el narcotráfico. Los mapas delincuenciales elaborados por el área de inteligencia de la Policía Federal han logrado confirmar sus vínculos. De ahí su fortaleza y exponencial crecimiento. Funcionan como espías y alertan sobre los movimientos y presencia de fuerzas policíacas y militares. Sin embargo, su presencia y acciones han comenzado a polarizar a los habitantes, que ya no los ven como sus salvadores o aliados.
De ahí que no resulten sorpresivas declaraciones como la de la diputada, Selene Vázquez Alatorre, presidenta de la Comisión de Justicia del Congreso estatal, quien afirmó: “Yo creo que hace tiempo los que gobiernan son los Templarios en Michoacán y en los medios de comunicación prácticamente ni se mencionan. Es un problema grave porque estamos siendo asolados, la sociedad michoacana, por el pago de piso, las cuotas, la permanente violencia», dijo.
En efecto, los habitantes de Michoacán están hartos y viven bajo el terror, por la inseguridad y la ingobernabilidad que se registra en el estado desde hace por lo menos 12 años, cuando gobernó el PRD con Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, ambos de triste memoria para sus paisanos, quienes los acusan de omisión por no actuar en contra de estos grupos delincuenciales que comenzaban a sentar sus reales.
Luego vendría la sacudida del avispero en diciembre de 2006, cuando Felipe Calderón, inició su fallida guerra contra el crimen organizado en los caminos de Michoacán con las tanquetas del Ejército al frente del operativo. Un gran fiasco que cobró miles de vidas inocentes.
Desde entonces las cosas han empeorado, hasta llegar a la afirmación de calificar a Michoacán como un “Estado fallido”, según Luisa María Calderón, ex candidata del PAN, al gobierno de la entidad. Categoría a la que dicen los expertos en seguridad habría que agregarle la de “terrorismo”, pues los ataques a 18 instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad, (CFE) principalmente subestaciones, en diversos puntos del estado, perpetrados con artefactos explosivos y a balazos, que generó apagones en por lo menos 14 municipios y afectó a 420 mil 291 clientes que se quedaron sin luz, evidencian y confirman esta clasificación, cuya acciones están encaminadas a producir miedo e ingobernabilidad.
Los atentados se han convertido en el pan de cada día en Michoacán, ahora tocó el turnó a CFE, tiro por viaje, los criminales, incendian gasolineras en diversos municipios, como el fin de semana pasado que atacaron cuatro estaciones, dos en Morelia, otra en Apatzingán y una más en Tarímbaro. Y para no olvidar, los ataques en mayo de 2012 a las instalaciones y unidades de la empresa Sabritas en Lázaro Cárdenas, Apatzingán y Uruapan, El pago de derecho de piso y sembrar el terror es el origen de tan deleznables acciones consumadas siempre por hombres armados y encapuchados, quienes usan bombas caseras y armas de alto poder.
Criminales que se han constituido en un poder alterno en la entidad y que desafían al gobierno local retomado desde hace cinco días por Fausto Vallejo. Y al federal. Grupos a quienes no les agrada la presencia del Ejército, la Marina y la Policía Federal. Fuentes consultadas aseguran que los atentados contra a instalaciones de la CFE, fueron en represalia porque el sábado pasado las autodefensas, que pretendían ingresar a Apatzingán, centro de operaciones de la banda delictiva Los Caballeros Templarios, estuvieron escoltados por militares y policías.
No hay que olvidar que La Tuta, se ha refugiado en la zona serrana y más agreste de los municipios de Tumbiscatío, Artega y Aguililla. Territorio Templario ciento por ciento, debido a la incursión del Ejército, la Marina y la Policía Federal que lo obligó a replegarse. Apatzingán dejó de ser su sede de operaciones, se instaló en este municipio una base mixta de fuerzas de seguridad que ha permitido normalizar la actividad comercial y social en la región y garantizar la paz de sus habitantes. Así que el intento de recuperar la plaza, el sábado pasado, con los grupos de autodefensa bajo su mando se frustró.
¿Qué sigue en esta guerra? Ni los expertos se atreven a pronosticar. Aún están frescas en la memoria las emboscadas en contra de policías federales y el vicealmirante Carlos Miguel Salazar y el segundo maestre Ricardo Hernández Mercado, con tácticas paramilitares. Actos terroristas, planeados para debilitar los operativos federales. Así que una vez más lo señalamos, el rescate de Michoacán es la gran prueba del gobierno priista.