En los últimos días una pregunta colectiva nos persigue: ¿a dónde vamos a llegar?

Esa inútil interrogante presupone un mínimo necesario de esperanza. Nos hace sentir como si el futuro fuera una incógnita y no una condena dictada y firmada como en verdad parece. ¿A dónde hemos llegado? Eso sí se puede responder.

Hemos pasado de la delincuencia organizada, al terrorismo.

Si usted le quiere poner apellido al tal Terrorismo, póngale cualquiera. Delictivo, Criminal, Insurgente (como dicen los gringos),  Narcótico, Gomero, Extorsionador, Incendiario, Homicida. Eso viene siendo lo de menos. Lo importante  es el secuestro colectivo: se han  llevado la tranquilidad de un país entero  y nadie estuvo ahí para impedirlo.

Y quien juró hacerlo, no lo ha hecho. No ha podido. Eso nos lleva no al Estado fallido, pero sí al gobierno incapaz.

En México, como ha ocurrido siempre, pero nunca con tan profundas consecuencias, han chocado los discursos sexenales contra la realidad. Los alambiques de la palabra no destilan el acíbar de los días.

La oferta de recuperar la legalidad, la paz y la tranquilidad,  iniciada como acto fulgurante de gobierno con el triste experimento michoacano, con las tropas federales en las calles en el nombre de lo no logrado hasta ahora y los miles y miles de millones de pesos en armamento, equipo, ”inteligencia” y demás complementos, simplemente no se ha cumplido.

Es cosa de tiempo, nos dicen los empleados presidenciales en una o en otra área del mundo burocrático relacionado con la lucha. Se van los más optimistas por la década; otros piden  más.

Pero ya recorrido un lustro de sobresaltos, ciudades amagadas como Juárez, Tijuana, Mier, Victoria, Matamoros, Acapulco,  Apatzingán, Morelia (y la lista sigue y sigue) no se advierte ni el mínimo paso en sentido favorable.

Mientras la propaganda nos agobia,  por las calles desfilan los destazados, las violadas; los migrantes secuestrados y muertos a pedradas; los niños abusados,  los descabezados y los colgados de los tobillos; los ciegos, los mancos y los cojos; ahora en un coro con la sombría voz de los quemados, los niños de la guardería, las mujeres del casino.

La mezcla más combustible: terrorismo y burocracia. No parecía el agosto de Monterrey, semejaba el agosto de Hiroshima. La hornaza y la muerte.

Pero a cambio la voz del locutor del optimismo gubernamental nos atosiga por la radio con la lista de los capos detenidos y los infractores capturados y nos habla de lo bueno y lo supremo de los afanes del supremo poder,  pero los noticiarios nos muestran el casino en llamas y los cadáveres de medio centenar de personas.

Esos, los asfixiados, los carbonizados, esos  ya no escucharán el gorjeo radiofónico de los triunfos del gobierno, ni verán las teleseries de Genaro García Luna o la Marina Armada; ni irán al desfile aéreo a la base de Santa Lucía.

Por años el discurso se hizo de la vista gorda en cuanto a las dimensiones del horror.

Reconocer el clima de terror (esta columna lo dijo desde el pasado lunes 22 y lo repetirá al fin de estos comentarios) significa admitir cómo la violencia lejos de mermar ha aumentado lo cual ofrece un resultado diametralmente opuesto al de los festejos y las celebraciones por la captura del Chango la Barbie o personajes de esa especie

Reconocer el crecimiento y la nueva organización de los criminales, es  también aceptar el fracaso. Y eso ya se hizo.

El viernes pasado el Presidente de la República habló abiertamente y por primera vez de terrorismo. Lo había la noche anterior el señor Alejandro Poiré con estudiada actitud de agente funerario con corbata roja, antes del luto oficial. Después, todos de negro.

Él no hablo de terrorismo, habló de terror, pero después el Presidente de la República lo precisó dos veces con inequívocas palabras: «homicidas, incendiarios y verdaderos terroristas… no estamos enfrentando a delincuentes comunes, estamos enfrentando a verdaderos terroristas que han rebasado todos los límites no sólo de la ley, sino del elemental sentido común y del respeto a la vida».

Por eso, digo yo, no es el tiempo de preguntar al futuro; más bien parece la hora del espejo insobornable.

Así lo dije en la radio:

“… lo que estamos viviendo hoy en México todavía no ha logrado ser asimilado ni por la opinión pública, ni por el gobierno, muchísimo menos por los deudos de las víctimas. Porque yo creo que tendríamos que ser bastante cuidadosos para ir analizando las cosas paso a paso.

“Primero tendríamos que revisar cuál es el hecho en sí, ¿qué fue lo que ocurrió? Lo que ocurrió fue un ataque incendiario donde  a sabiendas de la concurrencia ajena a los motivos de su ataque, le prenden fuego a un lugar lleno de personas. Ese es uno de los componentes inevitables del terrorismo: la muerte de personas ajenas a las luchas que le dan motivo.

“Eso tiene obviamente orígenes, y tiene obviamente consecuencias.

“En los orígenes, según dicen los que conocen la zona de Monterrey, están dos fenómenos asociados con el dinero: la venta de protección y el lavado de capitales, el blanqueo de capitales, el manejo de fondos  de otras actividades presumiblemente todas ellas ilegales, como pueden ser extorsiones, venta de droga, etc. Todo lo que conforma el manejo del capital asociado a la delincuencia organizada.

“Y en cuanto a las consecuencias, pues tenemos de tres tipos: las consecuencias locales, las consecuencias nacionales y las consecuencias internacionales.

“Las consecuencias locales. Lo único que estamos viendo es la paulatina pauperización de la calidad de la vida en una ciudad que fue durante mucho tiempo el ejemplo de la vida mexicana próspera. Claro, nadie volteaba a ver las injusticias de Monterrey, todo mundo veía los Lamborghini en San Pedro Garza García, donde por cierto el alcalde dijo hace dos semanas: «Aquí no abren un casino, punto. Y si me tengo que colgar un amparo de donde se cuelgan los amparos, me lo cuelgo, pero no voy a abrir un casino».

“Hoy le dan la razón al alcalde de San Pedro. Cierro el paréntesis.

“Las consecuencias nacionales. Aquí hay un componente que a mí me sorprendió dentro de esta respuesta del Presidente de la República, y que es la manera como insiste en la posible corrupción del Poder Judicial y también la queja, una queja en un tono que yo no había nunca escuchado a pesar de que muchas veces el jefe del Estado mexicano se ha referido a la conducta del país del norte.

“…Dice algo que nunca había dicho antes, y que es, precisamente, lo que siempre ha negado hacer en México y que es una especie de pacto con los narcotraficantes.

“Dice algo muy interesante. Les dice a los Estados Unidos:

«Si están decididos y resignados a consumir drogas, busquen entonces alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales, o establezcan puntos de acceso claros, distintos a la frontera con México, pero esta situación ya no puede seguir igual».

“Yo como mexicano quisiera que no siguiera igual la situación en la relación con los Estados Unidos, de subordinación, para seguir permitiendo aquí que esto se maneje a través de a oficia binacional que tienen la DEA, la CIA y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Si esta situación no puede seguir así, que no siga así, pero que no sigamos siendo la mano de obra narcótica o antinarcótica de los Estados Unidos.

“Y cuando el Presidente dice «alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias», solamente está hablando de la legalización, solamente la legalización puede bajar el precio y cancelar las estratosféricas ganancias.

“O:  “establezcan puntos de acceso claros», ¿qué está diciendo? «Por aquí pueden pasar. Por aquí pueden pasar, los de adelante corren mucho, por aquí pueden pasar».

“Entonces el Gobierno de Estados Unidos tendría que decir «aquí hay una aduana franca para las drogas que vienen de Colombia, de México, de todas partes. Pásenle por aquí». Y eso solamente se puede hacer con un pacto con los narcotraficantes a los cuales les vas a decir por dónde sí pueden pasar.

“El presidente se dirige –además– al Congreso y al Gobierno de Estados Unidos. Yo creo que el Congreso y el Gobierno de Estados Unidos, no van a tomar muy en serio estas propuestas.

“Y una vez más les dice que cancelen la venta indiscriminada y sin control de armas de asalto. Pues, sin que esto suene como una ironía, pues de una vez que se cancele la venta indiscriminada de gasolina ¿no?

“Entonces, yo creo que por una parte, todos estamos conmovidos y todos estamos sorprendidos, y todos estamos, como dije yo aquí el lunes de esta misma semana (yo llevo una semana hablando del temor y del terror que nos está produciendo esta lucha) y he dicho que lo único visible, como resultado general de todo este combate, es que nos ha llevado a todos los mexicanos a vivir con miedo.

“El miércoles, hace 48 horas, en este mismo micrófono, habíamos leído la encuesta que se hizo en Monterrey, de un 93 por ciento de personas que se decían ya habitantes del reino del terror y del temor y del miedo. Y hoy no creo que haya un sólo mexicano en este país que se sienta seguro. Y no creo que haya un sólo mexicano en este país que ignore que la función esencial del Estado es proveernos de seguridad.

“Después los días de duelo, después los días de luto, pero primero la seguridad. Esa es la responsabilidad del Estado. La garantía de la seguridad no se la vamos a ir a exigir a quienes transgreden la ley.

“Ese es el terrible meollo de la dificultad de gobernar.

“Se gobierna para la seguridad, se gobierna para la estabilidad. No se gobierna para la condena, ni para el luto, así sea por tres días, que debido al número de muertos, debería de ser un luto ya de tres años”.

O de tres sexenios, si todo sigue igual.

 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “Terrorismo; gobierno fallido.”

  1. De plano el gobierno como le quiere ver la cara de pendejo al pueblo, en una semana ya tenian dizque
    a los culpables del incendio-terrorismo de monterrey, en el caso de la guarderia abc de hermosillo tienen
    màs de dos años y no han -querido- hacerle justicia a infantes ahi muertos con la misma tecnica que lo
    hicieron en monterrey. El presidente calderon ha hecho caso omiso a todas las protestas que han llevado
    al cabo, de los inocentes de la masacre de la guarderia abc. aki en sonora los culpables se pasean como
    pedro por su casa, uno duerme como niño -asi lo dijo el ex gober- y el otro que ahora està ocupando un
    puesto tapa-hoyos en el pan. -molinar horcasitas- es un desvergozado, cinico e hijo de su -.,<864%&$·"
    pero ante la complacencia de quien?? no se puede creer que la justicia sea tan ciega como para dejar
    en libertad a un par de pillos como lo son esos dos sujetos arriba mencionados……..

Deja una respuesta