Muy pocas horas después de su inadmisible “balconeo” del teléfono particular de la corresponsal del “New York Times”, Natalie Kritoeff y su aún más cínico remedio de remediarlo todo con el cambio número divulgado, el presidente estalla en cólera (ya viene siendo su talante habitual), porque esa misma exhibición indebida la sufrió uno de sus hijos.
Indignado el señor presidente calificó la filtración pública del celular de su hijo José Ramón –vil patada púbica–,como una vergüenza derechista, pero no faltará quien le diga con la sabiduría del ejemplo, no exagere, mi líder, desactive la publicación del dato de su vástago, con un simple cambio de número, así como usted se lo propuso a la corresponsal.
Total, juego con desquite ni quien se enoje, o como diga el bobo refrancito.
Pero más allá de la defensa paterna, el empresario chocolatero (donde se hacen sopas con el propio cacao), se mostró triste e indignado y en su cuenta de “X” soltó una pregunta llena de dolor: ¿Hasta cuándo planean seguir acosándonos?
Pues quién sabe. Y no es necesario ahondar aquí en los muchos señalamientos de los negocios emprendidos por él y sus hermanos al amparo del enorme manto de la protección paterna, así pues, ni chille ni agarre piedras, como se dice en el norte, porque la pertenencia a la familia presidencial no lleva únicamente privilegios, distinciones, riqueza y confort, también están las salpicaduras de la cosa pública y los golpes en la ya dicha zona del pubis.
Antes de esa otra filtración la secretaria de prensa de la Casa Blanca (no de la Casa Gris, no confundir), Karine Jean-Pierre, dijo muy ofendida por el riesgo a su paisana, “es importante que la prensa pueda informar libremente sobre temas que le importan al pueblo de EU de una manera que, obviamente, todos se sientan seguros, y protegidos y de una manera en la que no estén siendo atados o sus datos personales expuestos. Eso es algo que obviamente rechazaremos.”
Pero frente a eso, antes de ir a la autodefensa del Jr., registremos esta parrafada presidencial:
“– Es lo que dije y vuelvo a decir porque no aceptamos en México a nadie que calumnie a autoridades legales y legítimamente constituidas, no aceptamos que haya injerencismo de ninguna agencia extranjera ni del periodismo internacional por famoso que sea…” ¡Eso!
Pero la autodefensa de JR dice así:
“…En las últimas horas, he sido objeto de un acto de invasión a mi privacidad, a través de la filtración de mi número de teléfono. Este acto, que entiendo como una forma de venganza y un intento de hacer daño, no solo me afecta a mí, sino que también pone en peligro a mi familia y a la seguridad que merecen…
“…Esta situación comenzó con una carta que contenía amenazas y mentiras dirigidas al presidente de México y a sus hijos. Lo que ocurrió después fue consecuencia de la propia periodista, quien expuso (¿ella solita?) su número de teléfono pensando que el presidente respondería a sus calumnias llamándola…
“¿Por qué buscan vengarse exponiendo mi teléfono? ¿Qué tengo que ver yo con todo esto? Esta es la segunda vez que exponen mi número telefónico. No me molesta en absoluto cambiarlo nuevamente, pero ¿hasta cuándo planean seguir acosándonos?”.
El balconeo celular ya parece un deporte nacional. Se ha quejado Claudia Sheinbaum; también Mario Delgado y hasta Citlali Hernández.
“…El día de hoy –CSP–, he estado recibiendo llamadas sin parar y mensajes de odio ( como el que muestro) pues alguien publicó mi número de teléfono celular en redes sociales. Es obvio lo que quieren hacer, de nuevo sus ataques son tan burdos como inofensivos (le dicen narcocandidata, entre otras cosas). Los números que deberían preocuparles son los de las encuestas. A cambiar el número de teléfono. Que tengan un buen día.”