Hace muchos años Manuel Buendía me invitó a cenar a uno de sus “echaderos” favoritos. Un restaurante de San Ángel en la avenida Insurgentes. Esa noche el maestro estaba particularmente contento. Acababa de entregar una columna cuyo original me mostró:
“Lawrence Sternfield, de 52 años, es el actual jefe de la CIA en México. Su personalidad encubierta es la de “agregado” dentro del grupo de 42 funcionarios diplomáticos que el Gobierno de Estados Unidos acreditó aquí oficialmente en julio de 1977, con el embajador Patrick Lucey a la cabeza.
“Esta primicia informativa puede ser entregada hoy por el columnista a los lectores después de una prolongada y cuidadosa indagación en fuentes altamente calificadas. Esto incluye los servicios de inteligencia y contraespionaje de por lo menos tres países latinoamericanos”.
Aficionado como era a la cacería, Don Manuel usaba con frecuencia sus actividades cinegéticas para comprarlas con su ejercicio profesional.
–“Hoy me llevo una pieza mayor a mi sala”, me dijo sin jactancia pero con mérito. Y luego me dio un consejo:
–“Si uno quiere piezas grandes, debe andar siempre con la escopeta hacia arriba. El que apunta al suelo nomás mata lagartijas. Hay que tirar para arriba.”
Recordé todo esto cuando leí la columna del lunes de Jacobo Zabludovsky y su consecuencia del martes.
Jacobo publicó en “Bucareli” (El universal):
“El estado que guarda el país exige una disculpa, no un informe, señor, presidente Felipe Calderón.”
Como se sabe la presidencia, además de saturar el cuadrante y las pantallas con los autoelogios presidenciales en torno de su obra, había contratado el Auditorio Nacional (ahí donde canta Luis Miguel) para exhibir sus logros ante diez mil invitados. Ahora se ha reducido la concurrencia.
Si se toma en cuenta el estado casi terminal de la administración, esta era la última oportunidad presidencial de “echar el informe por la ventana”. El sexto y último de sus mensajes a la Nación, dentro de un año, se dará cuando ya haya otro sol en el horizonte, excepto si la normalidad constitucional se viera interrumpida por alguna causa de fuerza muy mayor. En este país ya puede suceder cualquier cosa.
El comunicado por el cual se cambia la sede dice:
“En razón de los hechos acontecidos el pasado 25 de agosto en la Ciudad de Monterrey, Nuevo León, la Presidencia de la República informa que el evento relativo al V Informe de Gobierno, previsto originalmente en el Auditorio Nacional, se realizará en el Museo de Antropología, con la presencia de autoridades políticas y representantes institucionales del país (bien se pudo informar de esto el 26; no el 29, pero en fin)
“…La solidaridad con los nuevoleoneses exige de las instituciones mayor prudencia, sensibilidad y sobriedad, debido a los difíciles momentos que están enfrentando”. Sí; la sobriedad siempre se agradece. También la prudencia y la sensibilidad.
En estas condiciones, y de regreso a la anécdota inicial, me parece obvio el nuevo trofeo de JZ: un informe pomposo, untuoso y de aplaudidores zalameros colgado en la pared con la lengua de fuera.
Con esto, Jacobo logra otra pieza en su galería: la anterior es un poco más estorbosa: un tranvía descarrilado en el Centro Histórico. Si no fuera por sus insistentes columnas y sus intervenciones radiofónicas, el negocio en ruedas estaría sobre ruedas.
EDUCACION
Ya se secó el arbolito, /donde dormía el pavo real…/y ahora dormirá en el suelo/como cualquier animal…
Letras sencillas de nuestra tradición popular sobre las cuales podrían reflexionar los secretarios de Educación, Alonso Lujambio y Mario Delgado.
El primero ya no tiene arbolito. Ni fresco ni seco. Simplemente se sacudió el plumaje y se bajó al terreno del gabinete, lo cual no resulta del todo mal. El segundo se sigue columpiando colgado de una rama seca.
ALEJANDRA
Todos señalan a Mario Delgado, por cierto, como el favorito de Marcelo Ebrard para sucederlo. Lo ha arropado, cuidado, conducido y auxiliado. Sin embargo, Delgado no “levanta”.
Y una muestra de ello y quizá signo de una mudanza en los afectos y compromisos, respaldos y proyectos, podría ser la forma como Marcelo Ebrard elogió a la diputada Barrales ayer en el informe legislativo de ayer en el Teatro Metropolitan.
“…Ha conducido la Asamblea Legislativa de manera acertada, paciente, sistemática y eficaz”, dijo el jefe de Gobierno al calificar la gestión de la presidenta de la Asamblea cuyas aspiraciones por sucederlo quedaron ayer tan claras como el agua.
Y la señora Barrales confiada en las aportaciones legislativas en la edificación de las “vanguardias” de la ciudad de México en cuanto a tolerancia, libertad, oportunidades, derechos y demás, lanzó la piedra: “haremos todo lo necesario para evitar que la ciudad regrese al pasado…”
Eso vale para quienes tienen el sueño guajiro de ver al PRI alguna vez de vuelta en la capital del país.