Muchos habrían considerado imposible (…) escuchar decir a Carlos Loret de Mola : «Cóbrensela a Angélica Rivera, a Enrique Peña Nieto, por sus insatisfactorias explicaciones sobre el origen y financiamiento de la casa, a Televisa, si quieren, por pagarle mucho a su actriz estrella», pero no a los niños del Teletón…

Por razones cuya conveniencia analizaremos después, la colecta anual (el pasado sábado 6) de la Fundación Teletón cuyos fondos se destinan a la atención de niños con discapacidades diversas, se convirtió en una convocatoria para cobrarle (verbo exacto en el uso de su conductor) cuentas al gobierno, sin mezclar su desempeño con las pías causas de la filantropía y su respaldo empresarial desde la televisión.

Muchos habrían considerado imposible hace apenas unos días, (cuando el origen de la Casa Blanca se quiso explicar mediante la munificencia de la empresa productora de telenovelas hacia su actriz estelar, Angélica Rivera), escuchar a Carlos Loret de Mola entre el enfado y el desafío, decirle a los millones de telespectadoras cuya piedad quería generar frente a la insuficiencia auto determinada de los fondos por reunir:

—“Cóbrensela a Angélica Rivera, a Enrique Peña Nieto, por sus insatisfactorias explicaciones sobre el origen y financiamiento de la casa, a Televisa, si quieren, por pagarle mucho a su actriz estrella”, pero no a los niños del Teletón…

Si consideramos las improbables espontaneidad y autonomía del conductor, cuya apreciaciones fueron pronunciadas después de las de Eugenio Derbez, (quien  se quiso presentar como un “outsider”) y cuyas palabras más o menos, dijeron lo mismo, pero con el adobo del latiguillo “humorístico”, estaríamos frente a un distanciamiento definitivo (difícilmente pactado como estrategia) entre el presidente Enrique Peña Nieto y el poderoso grupo de la comunicación en español.

No faltará quien atribuya esta ruptura a la lumbre en los aparejos después de las explicaciones de la señora Rivera (oficialmente ya calificadas como insatisfactorias por Loret), sobre los fondos para comprar una casa millonaria y la implícita confirmación de la intensa relación entre Televisa y el jefe del Ejecutivo expresada y comprobada por varios frentes. Hoy se pretende un deslinde absoluto. Televisa –parece decir—, no se acerca a la corrupción, promueve la piedad del Teletón.

Otros dirán, es el producto del distanciamiento originado por las reformas, especialmente la de telecomunicaciones con la espada de Damocles de la preponderancia, como limitante de la actividad empresarial sin límites.

Pero recordemos el discurso de Peña Nieto del 18 de noviembre:

“… No son varita mágica. Nunca las hemos ofertado como tales. Pero, sin duda, son punta o son puntal, y son necesarias para acelerar el ritmo de desarrollo que necesitamos como país… Que, sin duda, han afectado intereses, de los que mucho tienen y de otros que se oponen al proyecto de Nación…”

Estas expresiones de los promotores del Teletón en torno de la cobranza, contrastan con lo afirmado por el presidente Peña en la habitual comida con la Cámara de la Industria de la Radio y la TV:

—“Los concesionarios de esta Cámara –les dijo Peña—, cumplen una función social y de interés público, esencial para el avance democrático de México…”

“A mí también me han lastimado  —dijo el comediante Eugenio Derbez cuya película No se aceptan devoluciones fue promovida por Videocine—, a mí también me lastima Ayotzinapa, a mí también me saca de onda que aparezca una casa en Las Lomas y que no haya certeza de dónde vino la lana… pero lo que no está bien, es que nos llevemos entre las patas a todos esos niños que dependen del Teletón…”

racarsa@hotmail.com

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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