Como  bien recordó el presidente de la Republica en su repentina y no programada  charla con los medios al regreso del viaje a La Habana, la existencia de un fiscal general estuvo contemplada desde los tiempos del Pacto por México, esa poderosa herramienta cuyo despliegue hizo posible en principio las principales reformas actuales, aun cuando los partidos políticos, especialmente el PRD y el PAN; la usaron para relanzarse desde una plataforma común en beneficio de sus propias agendas.

En ese sentido el nombramiento de Raúl Cervantes en la Procuraduría General de la Republica, “impugnado” por haber sido ratificado por los senadores de todos los partidos sin el análisis exigido por quienes no son senadores y ejercen con alegría y necesidad su oficio de impugnar, pues para eso son críticos, políticos correctos o simples activistas de esta o aquella causa, ha perdido la condición de “pase automático” a esperar al siguiente año, según dijo en esa misma conversación el legislador Pablo Escudero, acompañante del Presidente en el viaje a Cuba.

A fin de cuentas todo el sistema  anticorrupción es una obra legislativa en la cual han concurrido todos los partidos, Por eso ahora se comprenden de otra forma las divergencias del Partido Acción Nacional y el de la Revolución Democrática, sumados a un coro fácil  como habría dicho en terrible ocasión el ex presidente Luis Echeverría.

Ayer Crónica publicó esta nota cuyo contenido presagia turbulencias, especialmente por la salvedad de los derechos de Cervantes para participar en un proceso en el cual –dice la lógica–, tiene derecho:

“El PAN y PRD en el Senado de la República presentaron por separado iniciativas en torno a la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República y a la Fiscalía Especializada en materia de delitos de corrupción, donde coinciden en robustecer a las fiscalías especializadas para garantizar su combate a la corrupción e impunidad.

“Sin embargo, la del PAN endurece los requisitos al establecer que quien aspire a ese cargo no deberá haber desempeñado un cargo de dirección o representación de un partido político en los seis años anteriores a su designación, lo que pondría fuera de competencia al actual titular de la PGR, Raúl Cervantes, quien es senador con licencia por el PRI.

“En tanto, que en las propuestas del PRD se busca garantizar la autonomía de la Fiscalía General de la República y además propone una modificación constitucional al procedimiento para nombrar al Fiscal General de la República con la finalidad de que el Senado de la República lo designe después de una amplia auscultación de la sociedad; sin ninguna participación del Ejecutivo federal y que el Procurador en funciones no se convierta automáticamente en Fiscal General”.

Como se sabe el actual artículo  décimo sexto transitorio de la reforma del 2014, implica la promoción a fiscal de quien ocupe la Procuraduría en el momento de la existencia del nuevo órgano, pero la actitud de los partidos políticos opositores convierte el “pase automático» en el “rechazo automático”, porque se le niega a un ciudadano su derecho de participar; no de ganar en la participación como podría ser sugerido.

Por lo pronto todo ha caído en el pantanoso terreno de la tirantez política, al extremo de escuchar declaraciones como esta de Emilio Gamboa el coordinador de los senadores del PRI:

“Gamboa rechazó que el aplazamiento se deba a una supuesta negociación o intercambio del fiscal general por el anticorrupción con el PAN y aseguró que la designación del Fiscal Anticorrupción corresponderá solo a los 128 senadores.

“No acepto de ninguna manera, si alguien lo dice, yo como coordinador, orgullosamente de este grupo parlamentario, no hay ninguna negociación entre el fiscal general de la República y el fiscal anticorrupción; ni con el PAN, ni con el PRD, ni con nadie, sería absolutamente falso”, estableció”.

BLANDURA

Hay algo extraño en las palabras de Andrés Manuel. Su percepción de un Donald Trump haber disminuido sus actitudes de escándalo y amenaza pareciera no tomar en cuenta algo superior en peligro a los discursos; los pavorosos nombramientos de su equipo cercano, de la Casa Blanca al Departamento de Seguridad Interna, la institución más poderosa del gobierno americano.

“Debemos actuar con  firmeza, no con baladronadas para defender a los nuestros”, dijo también en otra misteriosa proclama.

¿Firmeza?, ¿nuestros? ¿Defensa?

Pero donde ya parece ignorar la realidad es cuando aconseja a los cubanos no temer por el destino de las reformas alcanzadas hasta ahora con el gobierno de Obama.

–¿Cuándo los cubanos han tenido miedo?

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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