180210-1c

Apenas el cumplimiento de la necesaria coordinación interinstitucional, esa cuya fragilidad ha quedado ahora tan lamentablemente expuesta con el affaire PAN-FGM-FCH. Como todos sabemos, el pasado miércoles hubo una reunión del gabinete de seguridad en el Senado de la República.

Alborozado, el líder panista Gustavo Madero emitió un boletín de prensa en el cual califica la reunión de hecho inusitado (lo cual es una forma indirecta de pararse el cuello), pero al hacerlo, por lo menos, se tragó un dulce envenenado.

Después de una mortandad calculada por el propio Senado en casi 17 mil ejecuciones, ajustes de cuentas, homicidios y otras formas diversas de sacar a alguien de este mundo, ¿no se les había ocurrido preguntar siquiera por dónde iba la cosa?

Aduce el senador Madero la discreción a la cual lo obliga el cumplimiento del artículo 60 de la Ley de Seguridad Nacional y no refiere (como debe ser) sino por encimita la materia de los debates, análisis, exposiciones y partes de novedades recibidos, pero ahí también incurre en un detalle poco delicado.

Si se cumple el artículo 60 (la Comisión Bicamaral deberá resguardar y proteger la información y documentación que se le proporcione, evitando su uso indebido, sin que pueda ser difundida o referida. En caso contrario, se aplicarán las sanciones que las leyes prescriban), deberían haberse cumplido de manera precisa y frecuente los dictados de los artículos 58 y 59, cuyo texto a la letra dice:

“Artículo 58.—En los meses en que (se) inicien los periodos ordinarios de sesiones del Congreso, el Secretario Técnico del Consejo deberá rendir a la Comisión Bicamaral un informe general de las actividades desarrolladas en el semestre inmediato anterior.

“La Comisión Bicamaral podrá citar al Secretario Técnico para que explique el contenido del informe (Artículo reformado DOF 26-12-2005).

“Artículo 59.—Los informes y documentos distintos a los que se entreguen periódicamente, sólo podrán revelar datos en casos específicos, una vez que los mismos se encuentren concluidos. En todo caso, omitirán cualquier información cuya revelación indebida afecte la Seguridad Nacional, el desempeño de las funciones del Centro o la privacidad de los particulares. Para tal efecto, ningún informe o documento deberá revelar información reservada”.

O bien el Senado ha incumplido esos dictados o la discreción los ha envuelto, lo cual no sería ni inusitado ni infrecuente. Apenas el cumplimiento de la necesaria coordinación interinstitucional, esa cuya fragilidad ha quedado ahora tan lamentablemente expuesta con el affaire PAN-FGM-FCH.

Pero la curiosidad de los medios quedó parcialmente satisfecha con la emisión de un boletín útil para llenar el expediente, pero nada más aun cuando haya un dato estremecedor: los hechos han rebasado las capacidades de responder a ellos.

“Los senadores de los seis grupos parlamentarios —dice el comunicado— recibieron un informe de las actividades que el Ejército Mexicano y los cuerpos policiacos desarrollan en el país, las estrategias que están aplicando, los resultados obtenidos y dónde se registran fallas.

“Se reconoció que el combate al narcotráfico ha sido enfrentado por el gobierno federal desde hace varias administraciones, pero su evolución ha demandado crecientes recursos humanos, materiales y financieros.

“Coincidieron que los cambios en los modelos criminales, su articulación transnacional y el incremento en las adicciones han rebasado el ámbito de la seguridad pública para incidir en el ámbito de la seguridad interior de nuestro país y que la gravedad del problema y su complejidad requieren no sólo una estrategia integral, sino una visión transexenal de largo plazo”.

Si cambiamos algunas palabras llenas de eufonía, como llamar seguridad interior a la seguridad nacional, quizá hallemos una confesión institucional grave: si bien el gobierno federal “desde hace varias administraciones” ha combatido al narcotráfico, éste ha crecido.

Y eso quiere decir nada más una cosa: si el delito crece, la capacidad para combatirlo decrece y se vuelve insuficiente.

Hoy se nos exige una visión “transexenal” de largo plazo, lo cual implica reconocer la derrota de este gobierno en la más grande operación militar mexicana en tiempos de paz. Y de guerra, porque nunca hemos ido a ninguna.

CABALLADA

Nadie sabe la profundidad del pensamiento presidencial en torno de quién será su candidato para sucederlo. La salida de Fernando Gómez Mont del Partido Acción Nacional (Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris) estimula la imaginación y las ambiciones de muchos. No por creer en el autodefenestrado señor FGM como un opositor viable, sino por la presencia de un grupo al cual él podría coordinar en beneficio de otro.

Si el Presidente hurga en su gabinete mirará la escasez de los frutos de la tierra. Todos son bastante menores y el único con aptitudes políticas para llevar a cabo un programa (a cualquier costo) es Javier Lozano Alarcón, conocido por los opositores a este gobierno como el segador de la clase obrera.

Quizá lo sea, pero entre tantos e infecundos mediocres por lo menos Lozano ha hecho cuanto se le ha pedido hacer. Cananea, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, etcétera.

Sería una especie de venganza de la historia: el hijo de un fundador del PAN desplaza a otro hijo de la doctrina y le otorga la candidatura a un político hasta hace muy poco tiempo priista (una herejía total), ahora cuando la última batalla es por impedir el regreso tricolor cuando comience la cuenta tricentenaria.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta