Con la incesante rutina del fogonero cuya pala incansable lanza carbón y más carbón a la caldera para mantener en marcha la locomotora a todos vapor (es una imagen del pasado); así el gobierno “tetramorfósico” alimenta las variedades de su programa circense y ahora se abre la temporada de caza con la encuesta orientada a pulsar la opinión general sobre sin deben o no ser enjuiciados los ex presidentes de la República por delitos tan relativos como la “traición a la democracia”; sin sustentar –como en los otros casos–, hechos ilícitos sobre los cuales se proyecte la sombra de un delito.
La encuesta lejos de ser –como han dicho sus promotores y quienes de esa simulación se hacen eco, como la siempre repetidora Claudia Sheinbaum, regenta de la ciudad de México–, un ejercicio de la democracia participativa, es un galimatías construido a partir de la complicidad de la Suprema Corte de Justicia en uno más de sus dislates favorables al mandato presidencial, cuando sustituyó una pregunta amañada y tendenciosa por un galimatías incomprensible, cuyo texto nada dice en términos jurídicos. Vaguedades e imprecisiones.
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Pero por las buenas o las malas, el gobierno federal se salió con la suya. Parcialmente, porque quiso atar la elección intermedia con la supuesta consulta y no podrá hacerlo sino hasta el futuro mes de agosto.
Pero tarde o temprano la espectacularidad y el impacto en la propaganda purificadora, son los mismos. Una “pantalla”, una cortina de humo para mantener mediante la variedad del espectáculo político,el interés del pueblo bueno cuya credulidad está tan explotada como los mantos de Cantarell.
La instrucción presidencial a la señora Sheinbaum es sencilla: por lo menos en esta ciudad, es necesario lograr una participación del 50 por ciento. De otra manera los resultados no serán vinculantes.
Así pues, aquí y en los demás estados de la República, los ejércitos electorales de Morena (Ninis construyendo el futuro, sembradores, promotores; súper delegados y demás activistas, tendrán como tarea promover la participación.
Los anuncios de radio y televisión comenzarán a brotar como los hongos de mayo después de las primeras lluvias.
El gobierno no está dispuesto al fracaso de este entretenimiento masivo. Y su derrota no sería negativa al juicio a los ex presidentes; no, el desastre, sobre todo de imagen, sería el desdén. Si nadie participa, como ha sucedido en otras historias de este tipo, como la del Aeropuerto, por ejemplo, cuando se consultó nada más el uno por ciento del padrón, el efecto de propaganda sería un ridículo presidencial.
Y además del ridículo quedaría al descubierto la mentira: la petición de juicio a los anteriores jefes de Estado, no proviene de un sentimiento general sino de una percepción inducida por el presidente para afianzar su imagen autoconstruida de redentor y regenerador del alma nacional.
La mentira inicial consiste en negar la autoría del engendro y mucho más todavía anunciar su negativa a la pregunta de la Corte. Es una mentira sobre otra mentira, como las máscaras sobre los personajes en el teatro de Pirandello.
Por eso Claudia Sheinbaum ha comenzado a trabajar en el acarreo. Todas las dependencias del gobierno de la ciudad –como se hizo con la vacunación acelerada en tiempo preelectoral–,se orientarán en los siguientes días a este afán.
Y ya se anunció (AMLO):
“…Aquí nosotros vamos a estar hablando de la consulta y aprovecho para invitar a la gente a participar, va a haber esta consulta en agosto, es el día 1º de agosto, es un domingo.
“Es una pregunta que se puede traducir de manera sencilla: ¿Quieres que se investigue y, de conformidad con la ley, se juzgue a los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto? Sí o no.
“Cuando presenté esta iniciativa lo hice porque la gente tiene que decidir, es mandar obedeciendo…”