El acuerdo ruso mexicano para el aprovechamiento del espacio exterior de manera conjunta es, entre otras cosas, un galimatías de espanto, muy propio de cómo la Cuarta Transformación sobrevive a la crítica, mediante el enmascaramiento de los datos y hasta de los otros datos, porque nadie puede ahora negar el origen de esta información: el gobierno de Moscú, como tampoco nadie podría entender cómo el secretario de Relaciones Exteriores, el señor Marcelo Ebrard, necesita preguntar a la agencia espacial mexicana por la existencia de un pacto negado por su oficina pero confirmado por el presidente de la República, Don Andrés Manuel López Obrador, quien de paso le mete un rapapolvos al canciller a quien en público le recuerda quién es quién en el diseño, operación y sostenimiento de la política exterior: pues yo merenguis, como habría dicho alguno de nuestros cómicos, porque este enredo –argüende le llama nuestro líder–, es a veces para dar risa y otras para dar miedo; porque si nadie sabe o nadie quiere decir, no nos queda más remedio sino encomendarnos a Santa Guacamaya, a ver si algún día de su pico dorado salen las verdades ahora celosamente escondidas por los reyes de la transparencia negra, porque si las cosas ya no son como antes, de veras cómo se parecen pues aquí cada quien se esconde en sus propias mentiras, y si usted no me lo cree, pues nada más analice los siguientes párrafos presidenciales:


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“…Sí, es un acuerdo que se firmó el año pasado, en septiembre, antes de la guerra de Rusia y Ucrania (¿y eso lo hace diferente?, ¿eso guarda alguna relación con México?) y ahora se está haciendo un escándalo porque se habla de que México está permitiendo que satélites rusos puedan ser utilizados para espiar espacio aéreo mexicano y de América del Norte. Lo cierto es que estos acuerdos se firman con todos los países (hasta los Estados Unidos y Tanzania, ¿no?) y no tienen el propósito de espiar a nadie ni de afectar la soberanía de ninguna nación (se puede espiar sin afectar la soberanía, eso es un hecho probado).

“¿Qué es lo que está pasando realmente?

“Pues que está la guerra, esto lo hemos dicho, produce mucho sufrimiento, porque hay pérdida de vidas humanas (debemos reconocer las otras guerras, donde no hay víctimas humanas, ¿no?), desplazados; también repercute en la economía de los países del mundo, la inflación que se está padeciendo actualmente es producto, en buena medida, de esa guerra y por eso estamos planteando que se busque el diálogo y pacificar (perdón, pero hablábamos de cómo acordamos con el país agresor, la potencia invasora o por dónde anda este rollo?).

“Sin embargo, hay quienes no quieren detener la guerra, que es lo más irracional que puede haber, y hay una propaganda en el mundo, maniquea, como suele suceder con todas las guerras, queriéndonos convencer de que hay buenos y malos; entonces todo se hace escándalo (porque como todos sabemos las guerras se libran entre buenos contra buenos y malos contra malos y los maniqueos son como los asmodeos o los fariseos y las tardes con paseos…)

“Agréguenle de que van a haber elecciones en Estados Unidos dentro de tres semanas y en Brasil, aunque ya haya felicitado a Lula), y siempre que hay elecciones en cualquier parte del mundo, pues estas cosas se magnifican, se utilizan con propósitos electorales.

“Por eso, yo llamo, primero, a que se busque un diálogo y se logre la paz (pero si andábamos con los satélites sobre México y la geolocalización en cirílico, por Dios, llamen a Mario Moreno, por favor).

“Segundo, que no dejen, mejor dicho, que no echen en saco roto el que pueda crearse un grupo de intermediación para hablar con los presidentes de Rusia, de Ucrania y llegar a acuerdos”.

Pues sí, ahí está el detalle, ¿no?


Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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