Como no se sabe si hoy vivimos en este país una comedia o una tragedia, todo puede suceder. Cualquier ridículo es permitido, especialmente por quienes detentan el poder. 

La manera como los conscriptos del Señor Presidente fracasaron desde la Comisión Permanente (por fortuna) para imponer un periodo extraordinario, sólo para un capricho presupuestario de evidente aprovechamiento electoral en manos del Ejecutivo (como todo el gobierno), no pudo hallar mejor careta para escurrir el bulto de un fracaso: la epidemia. 

–Nos dijeron, mejor no se junten, ¿sabe?, como si esa recomendación contra  reuniones masivas fuera algo reciente o desconocido apenas horas antes cuando pugnaban por lo contrario. 

Y entonces ungieron a Hugo López Gatell –quien un  día antes había hecho un programa con los niños en el día de la infancia, como Chabelo, pero sin Catafixia–, como suprema autoridad legislativa. 

–Nos dijo Hugo que mejor no…

Esto parece un argumento de sainete, de ópera bufa; y como cada vez la política es algo menos serio, no halla este pobre redactor mejor forma de enfrentar los desatinos y la baja calidad legislativa,  sino mediante una fórmula burlesca (entre el desenfado y la frustración) y por eso los lectores cuya atención en este día merezca, me permitirán escribir de otra manera, no sin antes decir, como Sor Juana en el final de “Los empeños de una casa”: 

“…escuchen los perdones que pedimos…”

***

La patria ofreció lecciones 
Olvidadas hace rato.  
Decoro en instituciones, 
Actitudes con decencia, 
Para el respeto, ocasiones
Contra gritos e insolencia. 
Prudencia sin excepciones.
Mas hoy sobran ocasiones; 
Para ensuciar el mantel
Usando a López Gatell.

Mónica, senadora come-sapo

Ya se lo explica a Monreal 

Frente al enorme gazapo 

Con un puchero muy real, 
De sus tropiezos, relato.

No juntaron suficiente 

Ni hicieron extraordinario:

Su periodo conveniente

se colgó del lampadario

Complicaron mediaciones
Por buscar el desacato,

De leyes fundamentales, 

Ante el obvio orfelinato

En reglas elementales.

No quisimos, no quisimos

Porque don Hugo nos dijo,

Del inconveniente grupo, 

Por eso nos decidimos 

Frente a un virus tan prolijo

Mejor decir, nadie supo.

Y aquel desde sus sermones
Aplaude las precauciones
Al virus y su corona

Pero redobla intenciones,

de cubrirse con la lona

de viejas asignaciones.

Ya es un dicho mañanero, 

Grave, el dogma sexenal, 
Criticar al mero, mero, 

Es una opción por el mal,

¡Casta de  conservadores, 

De fiscales evasores 

Sin conciencia nacional!

-¿Cómo empezó el garabato? 
-¿Quien sobresaltó emociones?

Todo es por las elecciones,  
Por vivir en arrebato
Con muy graves ambiciones,
Por ver tanto mentecato
Al frente de instituciones

Para el dinero, ampliaciones
Del poder y mayores dotaciones 

A un gobierno de priorato, 

Al presidente en funciones,

Reasignación y demás. 

El feliz concubinato

Padecía sus congestiones.
Pero tronó el concordato
Y olvidó las pretensiones.  
Todo por falta de trato
y tamaño en los cojones. 
 
Plantó Porfirio alegato 
Sobre nuevas excepciones
Pero el coro en desacato
No atiende su vallenato:
¡Súbanse los pantalones!
 
Muchos dudan del progreso
De legislar sin motivo, 
Pues no les cabe en el seso
El capricho volitivo
Que vuelva  la luna queso
Sólo por imperativo 
De concentrar  en exceso 
 

Delgado es depositario 

De torpe Legislación.
Decide su intervención 
Y acomete casi a diario; 
Riñe contra opositores, 
Contra la Constitución.
Y cuando revisa el diario

se confunde de sección.

Nunca pierden los morenos.

Cuando no les da la suma 

Buscan otra explicación, 

entre el virus y la bruma

y desdeñan la ocasión 

de aprovechar a los menos.

Dura palabra de arrabio 
Por tan boba confusión
Les replica sin resabio 

Y frente a tal situación,
quien les presume de sabio

Nos muestra el escapulario

Y agrede sin compasión,
Con  frases de dispensario

¡A linchar conservadores, eso son!
 
Y así apagan explosiones
Por graves acusaciones 
De presupuesto cautivo para 

Ley sin proporciones.
Hoy ya nadie de la cara,

La epidemia los salvó como 

si ayer apenas llegara

¿Qué no conocían el tomo

de la vida distanciada? 

Tiempo ha se votó con urgencia

De incontinente urinario, 

Hoy apelan a emergencia

De expediente sanitario.

Les pidieron opiniones
Con oro relacionadas 
Sobre dinero y cuestiones
De metálicas jornadas, 
Pero solo exposiciones
De pendencias y mentadas
Oyeron esos barones 
De las chequeras doradas.
 
Cosa extraña esas reuniones
Sobre dinero y monedas 

Sobre crisis y versiones 
Donde abundan las veredas
Y los farsantes santones, 
Cuyas obras son acedas 

tal sus falsas convicciones. 

Los papeles ya se aplazan
Hasta fecha semestral, 
Y los asuntos se pasan 
Para bien o para mal 
Pero nada se decide; tasan
Ganancias los grillos al
Diferir solución, y se abrazan, 
Como puede cada cual,

Del  mecate que le lanzan

Mientras tanto el virus crece, 

y un homenaje en Palacio

Oscar Chávez se merece

porque por mucho cariño

del tabaco que acorrala,

con un pesar harto hondo,

se apagó en un día del niño

cual niña de Guatemala, 

o mariposa en Macondo.

Mil decesos nos confirman

del mal la grave potencia, 

algunos con impaciencia

la levedad nos afirman 

pero vaya  impertinencia

salir a calles o cines,

buscarle al virus confines

si el claustro es de poca ciencia.

De arraigo domiciliario 

todos padecen dolor,

pero ya  podría ser peor 

si sumamos el rosario

de intransigente furor  

por encierro carcelario.

Mucha música escuchamos,

y el fregadero entretiene,

lavar platos nos conviene

y algunos libros miramos; 

pero el calendario agota 

ya no hay ni perro que ladre, 

¿Diez de mayo?, ya se nota,

yo ya estoy hasta la madre.

En Oaxaca se ha frenado

la dispersión de este mal, 

el gobierno ha limitado 

la movilidad social

y entre tanto municipio, 

por defender el principio

sin infectar  la Tlayuda

el cerco a muchos ayuda.

Pero algunos no descansan, 

Como Bonilla en Tijuana, 

quien dando saltos de rana

la emprende contra Veloz

con amenazas y amagos 

de ruindad y mala gana,

y una advertencia feroz.

Llega el contagio a su pico

Y se busca sin descanso

Una vacuna, un remedio

Más allá del merolico,

Algún posible remanso

Que no sea, me canso, ganso.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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