Corre la vida en estos días de manera atropellada, caprina o caprichosa, como se le quiera decir, porque como en el sueño de una noche veraniega, los oídos miran y los ojos escuchan y todo se pone patas arriba, postura recomendable en ocasiones, pero no en estas en las cuales se buscaría recomponer el rumbo nacional.
Por eso vemos cada mañana algo calificado de insólito, nunca registrado, primerizo en la contabilidad de los hábitos republicanos, como por ejemplo, la comprensiva legalización del delito desde la Secretaría de Gobernación en cuyo despacho alguna vez poderoso, el subsecretario Ricardo Peralta ha consagrado el robo, el secuestro, la privación ilegal de la libertad, el daño en propiedad ajena, el motín y cuanto resulta además, en la conducta de los normalistas de Tenería, estado de México, quienes se apropiaron temporalmente de un ciento de camiones y otros tantos choferes, para lograr mejores condiciones en su plantel, del cual saldrán ya titulados como profesores (quien sabe con cual calidad) contratados de por vida, “ad vitam”, diría el latinista, gracias –además— a una reforma educativa sin certificación ni exámenes de los conocimientos supuestamente impartidos ahí.
La ley es un adorno en este país, siempre y cuando se trate de los afines, de los devotos de ese redentorismo justificante de todo, todo el tiempo, el cual no tiene otra finalidad sino aumentar la cantidad de electores, seguidores, promotores, como es el caso de los sembradores de la vida o los servidores de la Nación (suena bonito), cuya paciencia verá crecer las semillitas de tantos árboles sembrados en la lacandonia y otras regiones del país, hasta en la tierra de los gomeros de Badiraguato, Sinaloa.
Como dijo el divino Barbosa, siéntense…
El gobierno, ha dicho este promotor de la pureza de los delincuentes por justicia (ese es un hallazgo, la búsqueda de la justicia tiene como herramienta el crimen organizado, porque entre todos, los normalistas se organizan para secuestrar), debe mirar el fenómeno con otros ojos.
Los ojos de una tolerancia solidaria y comprensiva, empática y hasta culposa; redentora, salvífica y paternal, ante cualquier conducta justificada ahora por el abandono de siglos; la pobreza, la marginación, la exclusión, la puerta cerrada, y por eso Ricardo Peralta (a quien hace días desautorizaron, junto con su jefa, la señora Sánchez Cordero, por su coqueteo con los grupos armados), les llama hijos de pobres (alguien, sobre todo los secuestrados, les llamaría de otro modo) y nietos de pobres, como si el remedio absoluto a la miseria total, fuera la captura de personas, con el pretexto de mejorar las condiciones de las anacrónicas escuelas rurales, cuyo origen se remonta –como otras tantas necesidades de antaño–, cuando Lázaro Cárdenas gobernaba un país semiurbano.
Pero la demagogia del alcahuete no necesita razones, le basta con repetir lemas, frases de pancarta, juicios entre el humanismo y el humorismo, como esto, por ejemplo, con lo cual Peralta se enreda como gatito con bola de estambre cuando quiere explicar los límites y alcances de la libertad de información en cuanto a los actos vandálicos y delictivos de los desheredados de la tierra (diría Fanon), , quienes exigieron en las redes sociales el cese de una supuesta campaña de desprestigio impulsada por los criterios venales de la aleve prensa fifi:
“…Nadie debe buscar una mordaza para que otro se manifieste siempre y cuando esto no llegue a la calumnia a la difamación a la violencia verbal y sobre todo a la estigmatización de personas que por su condición de raza, su condición de pobreza tengan que utilizar un lenguaje soez…”
Si la intención de Peralta era el humorismo, lo ha logrado sobradamente: no se debe estigmatizar a quienes “…por su condición de raza, su condición de pobreza tengan que utilizar un lenguaje soez…”
Esta columna no entiende cuál es la condición de raza. Siempre ha creído en la existencia única de la raza humana, esa especie conocida desde hace tiempo como “homo sapiens”, aunque haya algunos de poco sapiens.
Quizá el elocuente y verbalmente arrollador (puro rollo), señor subsecretario, cuyo catecismo se suelta en automático cuando en su grabadora mental se oprime un botón con la palabra “play”, quiso referirse a la etnia de los secuestradores (¿serán mazahuas?), pero eso de aludir –además–, a su condición de pobreza justificante del lenguaje soez, ya resulta incompresible hasta para Groucho Marx, aunque supere en humorismo involuntario a “Cantinflas”.
Y así, mientras el ejemplo de Tenería y su exitoso secuestro de personas y robo de vehículos cunde, tenemos ya a las mujeres normalistas de la Carmen Serdán, en Puebla, quienes ya echaron abajo al director y pusieron, por intervención del mensajero divino, Barbosa a una señora a modo de sus caprichos, y en operación relámpago los normalistas de Ayotzinapa (faltaba más), se van hasta Michoacán para intervenir en las peticiones de los estudiantes de la normal Vasco de Quiroga, quienes exigen lo mismo: dinero, becas, equipo y si es posible la cornucopia eterna para no alebrestarse y demandar cuanto les venga en gana, justificados por su pobre condición de hijos y nietos de miserables.
“(Proceso).- Estudiantes de la Normal Rural de Tiripetío Vasco de Quiroga se apoderaron de al menos 15 unidades de las líneas Parhíkuni y Purhépecha, y tres camiones de carga, para exigir a las autoridades el pago de becas.
“Embozados, los normalistas interceptaron los autobuses en tres puntos de la autopista Morelia Pátzcuaro y luego bloquearon por algunos minutos con ellas una parte de la autopista Siglo XXI, según el reporte de las autoridades estatales.
“Posteriormente, las unidades se las llevaron a las escuelas de Tiripetío, Morelia y Cherán, en la Meseta Purépecha.
Los pasajeros que venían en las unidades tuvieron que seguir a pie su camino.
“De acuerdo con la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo (Canapat), en las últimas 24 horas suman ya 24 los autobuses retenidos por los normalistas, por lo que sus dirigentes anunciaron que interpondrán una denuncia formal ante las autoridades competentes”.
No va esta columna a intentar correcciones en las notas del semanario citado pero eso de las autoridades competentes, resulta más o menos un anhelo, porque hasta ahora sólo hemos visto incompetencia en todo aquello relacionado con abusos en al más sagrado de los derechos tutelados, celebrados y fomentados por la IV-T (cuyo ejercicio le dio origen poder, dinero y gobierno): la manifestación.
El grito callejero, la marcha, el plantón y todo lo demás. Las cosas se hacen a imagen y semejanza. El gobierno repite como mantra “bienaventurados los pobres” y el círculo de las demandas y las afinidades se cierra como un aro de fuego en la interminable condición de las exigencias.
Y cuando todo esto ocurre, por la puerta trasera de la inexplicada renuncia, el ex ministro Eduardo Medina Mora salta la mata (y lo seguirá haciendo a lo largo de su vida) con un jabato tras sus zancas, porque ya no se sabe cual es primero, si el delito o el congelamiento de las cuentas o este es previo a la prueba del crimen.
Mientras Medina Mora corre con la misma velocidad de los rumores, el ministro Zaldívar, presidente de la SCJN, se tira al ruedo y denuncia las presiones del Presidente… Felipe Calderón, quien muerde todos los anzuelos.
Hoy, tiene razón Don Arturo Zaldívar, la Corte ya no sufre presiones; ahora, recibe instrucciones.
Ya nada es igual…
–0–
12DEOCTUBRE19.-
EL CRISTALAZO SEMANAL
Presiones, instrucciones, legalizaciones
RAFAEL CARDONA
Corre la vida en estos días de manera atropellada, caprina o caprichosa, como se le quiera decir, porque como en el sueño de una noche veraniega, los oídos miran y los ojos escuchan y todo se pone patas arriba, postura recomendable en ocasiones, pero no en estas en las cuales se buscaría recomponer el rumbo nacional.
Por eso vemos cada mañana algo calificado de insólito, nunca registrado, primerizo en la contabilidad de los hábitos republicanos, como por ejemplo, la comprensiva legalización del delito desde la Secretaría de Gobernación en cuyo despacho alguna vez poderoso, el subsecretario Ricardo Peralta ha consagrado el robo, el secuestro, la privación ilegal de la libertad, el daño en propiedad ajena, el motín y cuanto resulta además, en la conducta de los normalistas de Tenería, estado de México, quienes se apropiaron temporalmente de un ciento de camiones y otros tantos choferes, para lograr mejores condiciones en su plantel, del cual saldrán ya titulados como profesores (quien sabe con cual calidad) contratados de por vida, “ad vitam”, diría el latinista, gracias –además— a una reforma educativa sin certificación ni exámenes de los conocimientos supuestamente impartidos ahí.
La ley es un adorno en este país, siempre y cuando se trate de los afines, de los devotos de ese redentorismo justificante de todo, todo el tiempo, el cual no tiene otra finalidad sino aumentar la cantidad de electores, seguidores, promotores, como es el caso de los sembradores de la vida o los servidores de la Nación (suena bonito), cuya paciencia verá crecer las semillitas de tantos árboles sembrados en la lacandonia y otras regiones del país, hasta en la tierra de los gomeros de Badiraguato, Sinaloa.
Como dijo el divino Barbosa, siéntense…
El gobierno, ha dicho este promotor de la pureza de los delincuentes por justicia (ese es un hallazgo, la búsqueda de la justicia tiene como herramienta el crimen organizado, porque entre todos, los normalistas se organizan para secuestrar), debe mirar el fenómeno con otros ojos.
Los ojos de una tolerancia solidaria y comprensiva, empática y hasta culposa; redentora, salvífica y paternal, ante cualquier conducta justificada ahora por el abandono de siglos; la pobreza, la marginación, la exclusión, la puerta cerrada, y por eso Ricardo Peralta (a quien hace días desautorizaron, junto con su jefa, la señora Sánchez Cordero, por su coqueteo con los grupos armados), les llama hijos de pobres (alguien, sobre todo los secuestrados, les llamaría de otro modo) y nietos de pobres, como si el remedio absoluto a la miseria total, fuera la captura de personas, con el pretexto de mejorar las condiciones de las anacrónicas escuelas rurales, cuyo origen se remonta –como otras tantas necesidades de antaño–, cuando Lázaro Cárdenas gobernaba un país semiurbano.
Pero la demagogia del alcahuete no necesita razones, le basta con repetir lemas, frases de pancarta, juicios entre el humanismo y el humorismo, como esto, por ejemplo, con lo cual Peralta se enreda como gatito con bola de estambre cuando quiere explicar los límites y alcances de la libertad de información en cuanto a los actos vandálicos y delictivos de los desheredados de la tierra (diría Fanon), , quienes exigieron en las redes sociales el cese de una supuesta campaña de desprestigio impulsada por los criterios venales de la aleve prensa fifi:
“…Nadie debe buscar una mordaza para que otro se manifieste siempre y cuando esto no llegue a la calumnia a la difamación a la violencia verbal y sobre todo a la estigmatización de personas que por su condición de raza, su condición de pobreza tengan que utilizar un lenguaje soez…”
Si la intención de Peralta era el humorismo, lo ha logrado sobradamente: no se debe estigmatizar a quienes “…por su condición de raza, su condición de pobreza tengan que utilizar un lenguaje soez…”
Esta columna no entiende cuál es la condición de raza. Siempre ha creído en la existencia única de la raza humana, esa especie conocida desde hace tiempo como “homo sapiens”, aunque haya algunos de poco sapiens.
Quizá el elocuente y verbalmente arrollador (puro rollo), señor subsecretario, cuyo catecismo se suelta en automático cuando en su grabadora mental se oprime un botón con la palabra “play”, quiso referirse a la etnia de los secuestradores (¿serán mazahuas?), pero eso de aludir –además–, a su condición de pobreza justificante del lenguaje soez, ya resulta incompresible hasta para Groucho Marx, aunque supere en humorismo involuntario a “Cantinflas”.
Y así, mientras el ejemplo de Tenería y su exitoso secuestro de personas y robo de vehículos cunde, tenemos ya a las mujeres normalistas de la Carmen Serdán, en Puebla, quienes ya echaron abajo al director y pusieron, por intervención del mensajero divino, Barbosa a una señora a modo de sus caprichos, y en operación relámpago los normalistas de Ayotzinapa (faltaba más), se van hasta Michoacán para intervenir en las peticiones de los estudiantes de la normal Vasco de Quiroga, quienes exigen lo mismo: dinero, becas, equipo y si es posible la cornucopia eterna para no alebrestarse y demandar cuanto les venga en gana, justificados por su pobre condición de hijos y nietos de miserables.
“(Proceso).- Estudiantes de la Normal Rural de Tiripetío Vasco de Quiroga se apoderaron de al menos 15 unidades de las líneas Parhíkuni y Purhépecha, y tres camiones de carga, para exigir a las autoridades el pago de becas.
“Embozados, los normalistas interceptaron los autobuses en tres puntos de la autopista Morelia Pátzcuaro y luego bloquearon por algunos minutos con ellas una parte de la autopista Siglo XXI, según el reporte de las autoridades estatales.
“Posteriormente, las unidades se las llevaron a las escuelas de Tiripetío, Morelia y Cherán, en la Meseta Purépecha.
Los pasajeros que venían en las unidades tuvieron que seguir a pie su camino.
“De acuerdo con la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo (Canapat), en las últimas 24 horas suman ya 24 los autobuses retenidos por los normalistas, por lo que sus dirigentes anunciaron que interpondrán una denuncia formal ante las autoridades competentes”.
No va esta columna a intentar correcciones en las notas del semanario citado pero eso de las autoridades competentes, resulta más o menos un anhelo, porque hasta ahora sólo hemos visto incompetencia en todo aquello relacionado con abusos en al más sagrado de los derechos tutelados, celebrados y fomentados por la IV-T (cuyo ejercicio le dio origen poder, dinero y gobierno): la manifestación.
El grito callejero, la marcha, el plantón y todo lo demás. Las cosas se hacen a imagen y semejanza. El gobierno repite como mantra “bienaventurados los pobres” y el círculo de las demandas y las afinidades se cierra como un aro de fuego en la interminable condición de las exigencias.
Y cuando todo esto ocurre, por la puerta trasera de la inexplicada renuncia, el ex ministro Eduardo Medina Mora salta la mata (y lo seguirá haciendo a lo largo de su vida) con un jabato tras sus zancas, porque ya no se sabe cual es primero, si el delito o el congelamiento de las cuentas o este es previo a la prueba del crimen.
Mientras Medina Mora corre con la misma velocidad de los rumores, el ministro Zaldívar, presidente de la SCJN, se tira al ruedo y denuncia las presiones del Presidente… Felipe Calderón, quien muerde todos los anzuelos.
Hoy, tiene razón Don Arturo Zaldívar, la Corte ya no sufre presiones; ahora, recibe instrucciones.
Ya nada es igual…
A