Sin el menor sentido de la oportunidad, posiblemente mal asesorado por Luis Videgaray,  y en el peor papel de su ex presidencia (ni siquiera cuando lo sorprendieron disfrazado en Nueva York con la modelo Tania Ruiz), Enrique Peña Nieto habla públicamente y en lugar de explicar o develar, prefiere referirse a sus errores.

No ha sido su aparición pública en la entrevista concedida a Mario Maldonado, la cual –a pesar de su innegable calidad de exclusiva–, no ha tenido las repercusiones imaginables y no por deficiencias periodísticas, sino por la blandura de las “confesiones”.

Simplemente ha mentido en lo sustantivo, lo cual es una constante en toda entrevista digna de merecer tal nombre.

Sus elogios a Andrés Manuel López Obrador y la negación de un pacto de amable impunidad, le perforan el casco a la conversación periodística.

“(Infobae).- En recientes declaraciones durante una entrevista concedida al periodista Mario Maldonado en República Dominicana, el expresidente Enrique Peña Nieto expresó que el triunfo del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones presidenciales de 2018 fue el resultado del esfuerzo y el trabajo continuo del ahora mandatario, desmintiendo cualquier especulación sobre un pacto entre ambos para determinar el resultado de las mismas.

La superficialidad y el discurso de Boy Scout para hablar de temas profundos, le otorga a su discurso el peor de los calificativos para una maniobra política mal meditada: es deliberadamente intrascendente.

Un ejemplo:

“…creo que se quedó el fantasma en México de que el presidente es el gran elector, que el presidente de México es el que pone al siguiente presidente y eso no es así, eso ya pasó a la historia…”

–¿De veras?

Y este hermoso lugar común:

“…Creo que en el 2000 vivimos una transición democrática que (les) dejó claro a los mexicanos que el voto del pueblo cuenta y se cuenta bien, y que eso da lugar a que en una elección gane una opción política u otra y, al final de cuentas, cuando asumes una responsabilidad política como la de ser Presidente, tienes que ser respetuoso de ese proceso electoral, del proceso democrático, y dar todas las facilidades a quien eventualmente resulte electo.”

Y esto cuya factura y fecha de aparición poco antes del segundo debate presidencial, suena como un mensaje a Claudia Sheinbaum. Si bien su ausencia actual “tiene como objetivo mantener una distancia respetuosa con el gobierno actual”, aclara su intención de vivir una vida más privada y alejada de los reflectores (¿cómo?), gozando de un anonimato que le permita una existencia más tranquila (¿?), aunque no descarte visitas esporádicas a México.

Una vida más privada y alejada de los reflectores quizá no sea posible. Y las “visitas esporádicas a México”, suenan como una solicitud de permiso político con pañuelito blanco.

Lo notable es la aparición de estos y otros temas –como Ayotzinapa, la Casa Blanca y demás tropiezos funestos–, en esta etapa de las campañas electorales así como en medio de ellas el anuncio de permanencia de su sucesor.

Porque tampoco debemos echar en saco roto estas palabras de Andrés Manuel:

“… (Hay) otros que expresan ya ustedes se van y nosotros nos quedamos, ¿cómo es eso? Yo también me voy a quedar, no en el gobierno, pero me quedo en México, igual como se va a quedar cualquier otro mexicano, porque están con esa idea, ‘total, ustedes ya se van, pero nosotros nos quedamos”.

Si Enrique Peña en el extranjero, insiste en una vida privada, alejada de todo (como la ha tenido desde hace seis años, con pacto o sin pacto, pero con apariencia de lo primero), Andrés Manuel confirma su inamovible presencia nacional.

“La chingada” no está en el extranjero. Está aquí.

TRIVIA

Pronto el inexistente club de expresidentes tendrá otro integrante aunque jamás lleguen a reunirse Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña y Andrés Manuel.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona