De veras, comadrita, la verdad a veces uno no entiende nada, pero dígame por piedad, ¿por qué siempre nos pasa esto a nosotros?, comadre, ¿porque la suerte siempre nos voltea la espalda y siempre tenemos al pobre santo de espaldas? ¿Cómo si hasta los huracanes nos desbaratan el paraíso de nuestra felicidad vacacional, tan bonito Acapulco, ¿verdad comadre? Y ahora hecho una verdadera ruina, aunque ya la verdad, le digo, ni antes estaban las cosas tan bien, porque hace unos meses, ¿verdad?, ya habían encontrado muertitos en la Costera; y todo el asunto del narcotráfico pues si estaba bien feo y con eso del derecho de piso, así lo llaman,  pues el asunto estaba bien pero por lo menos te metes a tu casa y te encierras y pones Netflix y ya todo está bien, porque las cosas feas pasan afuera, pero ahora pasan también adentro, y ya ves, hasta “El Checo” Pérez, la cruzazulea porque parece que nunca vamos a conocer ni la tranquilidad ni la gloria, ni el triunfo, porque estamos destinados a vivir en lo mal hecho, lo peor logrado y hasta cuando las cosas salen bien, terminan acabando mal, muy mal, y no me diga que es c osa de idiotas, porque hasta el señor presidente se quedó atorado en la carretera y los soldados ni siquiera pudieron encender el “winch” o la garrucha esa del jeep para desatascarlo ya jalarlo amarrado de una piedra o un árbol o cualquier cosa, hágame usted el favor, con esos soldados no le ganamos una guerra ni al país de los sueños, de veras, como vamos a creer y ahí tiene usted al hombre caminando en el lodo, como Jesucristo en el agua, bueno con todo el respeto para las diferencias, ¿no?, y todo esto me hace pensar por qué, porque nuestro balón siempre encuentra un  poste en el camino, por qué a fin de cuentas se nos termina la ilusión tan enorme como habíamos construido, en las carreras de automóviles, en el futbol o en las competencias olímpicas, siempre ya merito, todo el tiempo casi casi y nosotros esperando con la tristeza más grande de la temporada eso eso sí, buenos para seguir esperando el momento dorado cuando la humanidad, la naturaleza, nosotros mismos, vamos, podamos encontrar en la realidad todo aquello abundante en nuestros ensueños más logrados porque nos culminamos en el ensueño y nos despertamos fracasados en el mundo cotidiano; ese mundo áspero tan alejado de las verdades mentirosas de todos los oficialismos habidos y por haber y quienes nos prometieron la felicidad de expropiar la industria petrolera; o la admiración de la abundancia nos dejaron igual de subdesarrollados,  como quien nos ofreció la Cuarta Transformación de la vida nacional y nos vendió un gato muerto,  una mentira del tamaño de sus dislates, errores y mentiras, pero ahí estamos, con el crayón listo en la papeleta para votar por quien nos regale cuatro pesos al día, porque cuando el talento no alcanza aspiramos siquiera a la migaja, a la dádiva, al verbo de nuestros favoritos, denme, consígame, páguenme quiero una pensión, quiero dos pensiones y así vamos por la vida como el hazmerreír de las circunstancias, siempre dispuestos a gritar, como México no hay dos sin el conveniente agregado por fortuna, pero mañana será otro día y entonces si le voy a pegarle al melate y melate que si no al menos me saco la lotería o me hace caso la vecina o el jefe me convida de sus maniobres y me comparte sus ganancias, porque somos como somos y nunca vamos a ser de otra manera, pero carajo, Checo, eso no se hace, si ya hasta te habían asegurado el segundo lugar con la descalificación de Hamilton y ayer los de la Mercedes se rieron de ti y tu estúpido choque en el arranque, aunque lo imperdonable en tu caso es la contumacia, porque ya dijiste: lo volvería hacer.

Pues sí, la volverías a cagar.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona