La verdad no he logrado comprobación de esta historia contada por algunos de mis maestros: el verdadero lema de la Universidad Nacional Autónoma de México, impuesto a la Casa de Estudios por José Vasconcelos, es “Por mi raza hablará el Espíritu Santo”, en evidente muestra del pensamiento religioso del “Maestro de América” y mutilado por conveniencias políticas.
Quizá la especie sea cierta o falsa, pero Vasconcelos, al final de su vida incurrió en –digámoslo así– oscilaciones perturbadoras. De la “Raza cósmica” pasó a decir quien sabe sin con autocrítica profunda: (“Letanías del atardecer”):
“…Desventurado aquel que ha tomado en serio la raza de los mortales. Pobre ser es el hombre…”
Y todo esto quizá no tenga mayor importancia en el ámbito de la más reciente escaramuza en la cual se vio envuelta la Universidad Nacional con motivo (o pretexto) de un caso de acoso sexual de un expulsado profesor y una niña cuya integridad física (al menos) quedó a salvo tras la persecución infructuosa del lúbrico catedrático.
El caso fue a dar a manos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos la cual en un lapso de meses determinó enviar una recomendación a las oficinas de la Rectoría. La fecha para responder ese documento vencía el 20 de noviembre, pero aun antes de esa fecha ya circulaban en los medios de comunicación declaraciones del Ombudsman Raúl Plascencia y del Abogado general, Luis Raúl González (quien le había disputado tiempo atrás la presidencia de la comisión al actual custodio de los derechos fundamentales).
El contenido de la recomendación ya ha sido muy divulgado como también el extenso documento con el cual la UNAM lo admite pero lo rebate, pues su contenido llueve sobre lo mojado. Lo recomendado ya se había hecho…
Sin embargo este asunto no termina con los papeles oficiales. A mi juicio deja un terreno abierto al futuro con estas dos declaraciones de muy alta importancia. La primera del rector, en referencia al comportamiento de la CNDH, en un tono desusadamente duro:
“…(cuando) uno va sumando los hechos, resulta que una institución que tiene que ser de buen a fe, aparente no serlo… es muy preocupante que una institución que debe manejar las cosas con toda pulcritud, aparente que no es así; muy preocupante porque si hubo interés de lastimar a la UNAM y a su comunidad, se lesionó a otra institución que es fundamental como es la CNDH…”
Y la segunda, la voz del ombudsman quien desde Sinaloa, donde firmó un convenio del el gobernador Malova, ha dicho:
“…Más allá del debate que se generó lo que hay que reconocer es la voluntad de la UNAM por aceptar la recomendación y tomar medidas para que se eviten acciones de estas características dentro del campus y existan protocolos de actuación que permitan una respuesta adecuada, inmediata, ante casos como este de una mujer, niña, que es víctima de una agresión por n profesor…”
Y también dijo, este organismo no tiene contrapartes “ni enemigos” (La jornada).
Lo segundo, a partir de este caso, esta por verse.
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Una tradición nacional es la abundante producción de escándalos efímeros. No bien comienza el chisporroteo del asunto en turno cuando ya se extinguen los combustibles de la palabrearía y se pasa, como quien camina sobre pavesas, a otra cosa igualmente alharaquienta y pirotécnica.
No sólo pirotecnia, fuego fatuo.
Al parecer así habrá de ocurrir tras la indignada denuncia de la senadora michoacana, Luisa María Calderón Hinojosa quien seguido se tropieza con sus rencores (¿dónde más hemos visto eso?) y dispara la palabrería con calibre mayor en abono de sus propia mitología.
“Los Templarios”, ha dicho desde el Senado, han estado aquí, en este templo democrático.
Y lo expone con la misma indignación de aquellos cuando los hermanos Arellano Félix se sentaron tranquilamente en la Nunciatura Apostólica a tomar chocolatito con Don Prigione en los lejanos tiempos de cuando Jorge Carpizo, quien nada hizo y perdón por el ripio (nomás faltó Corripio) era Procurador (sin capacidad para procurar), no fuera a darse ahí una balacera entre buenos y malos (¡qué “meyo”!) , y mejor, su ilustrísima, deje ir a tan gentiles caballeros por donde vinieron.
Podrá decirse no hay similitud alguna; los “Templarios” mancillaron una institución republicana (¿de veras?) con su sola presencia y uno tiene derecho de preguntarse si estamos hablando en serio, porque esa denuncia de hechos ante la PGR suena tan ridícula como el acta de nacimiento del Chupacabras.
–Si el Ministerio Público indaga delitos, ¿cuáles se cometieron en este caso? ¿Ser Templario es un delito en si mismo? Quizá; pero ¿cómo se prueba esa militancia, cómo la comisión del delito, de cuál? ¿Con una simple confesión, con una declaración, con una credencial?
–Mire, señorita, no traigo mi IFE; pero ¿me acepta como identificación mi credencial de Caballero Templario en calidad de Supernumerario… (otro ripio)?
–Oiga, ¿aquí donde dice ocupación pongo carpintero o Caballero Templario?
Como se recordará hace meses un grupo de casi 400 personas se manifestaba en las afueras del Senado. Como se suele hacer en esos casos se pidió una comisión para negociar y dialogar sobre sus exigencias, solicitudes, propuestas, quejas, quebrantos, cuitas y peticiones (todo termina siempre en una petición) y cuando se introdujeron al recinto, alguien le dijo al senador Omar Fayad; ¡aguas!, vale, esos son Templarios o enviados de los Templarios o por lo menos aspirantes al templete.
Pero las cosas “escalaron”, como dicen los políticos, gracias a la histeria calderonista (con los Templarios perdió la templanza), y llegaron hasta la PGR, donde se recibió una “sui generis” denuncia de hechos: no tiene nombres de los senadores con quienes los Templarios (tampoco se les prueba como tales, sólo como solicitantes de audiencia) se reunieron. Es decir, resulta una rosa sin pétalos ni espinas.
“…Mariana Benítez, subprocuradora Jurídica y de Asuntos Internacionales de la PGR, dijo (Crónica) que la PGR, en caso de que existan elementos que considere importantes investigar, en términos de la denuncia, actuará en consecuencia.
“Entrevistada tras concluir la reunión de la Comisión de Justicia, en el Senado, en donde se presentó el anteproyecto de Código Nacional de Procedimientos Penales, Benítez dijo tener conocimiento de que se presentó la denuncia, pero desconoce en los términos en que se presentó.
“Yo no sé qué es lo que se dice en la denuncia, habrá que ver si en esa denuncia se expresan elementos que a lo mejor pudieran ser constitutivos de delitos. Esperaría que el fiscal (que lleva el caso) lea la denuncia que se hizo y entonces determine si hay extremos suficientes para iniciar una averiguación”.
Y colorín colorado…
Quizá por eso las cosas deberían llamarse por su nombre, o como dice Manlio Fabio Beltrones, ya estaría bien dejarse de chismes y chismarajos (esto segundo es cosa mía), pues esa resulta una conducta impropia de los legisladores (y legisladoras, como diría Fox).
Por cierto, el líder del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, reconoció la validez de la búsqueda de recursos para los estados y municipios, por parte de los grupos parlamentarios en respaldo de las políticas de los gobiernos locales.
“Pero es incorrecto –dijo—el reparto de los haberes presupuestales, entre los propios grupos partidistas”.
Por eso instó a la Auditoría Superior de la Federación para mirar, hasta con microscopio, si se llegaran a presentar casos así, y denunciarlo. Lo anterior, en referencia a las denuncias hasta internas en el PRD sobre el indebido reparto de los dineros del presupuesto en el Distrito Federal con ganancias para las tribus y no para los programas de gobierno, sociales o de infraestructura y servicios.
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Primero fue la fiesta de Joaquín López Dóriga por sus 45 años en el medio profesional. Luego el festejo de Nidia Marín por otro tanto y un poco más. Y ahora la celebración de Enrique Castillo Pesado quien llega también a cuatro décadas y un lustro.
Entre las muchas cosas notables de Enrique, sus charlas con Truman Capote y su entrevista con Marlene Dietrich. ¡Ay! Ya nos hicimos viejos. Felicidades de todos modos.
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