El cobijo para la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, no hubiera podido ser mejor: un par de millares de adultos mayores que estaban por recibir su tarjeta bancaria del Bienestar. Sin duda, un evento blindado, pero aun así optó por no presentarse. El humo que emana cada vez con más frecuencia del Metro no termina de disiparse para efectos de la presencia pública de Madame Corcholata

El evento en cuestión fue organizado por la Secretaría federal del Bienestar en el Centro de Convenciones Tlatelolco, con un par de millares de adultos mayores deseosos de tener, por fin, su tarjeta bancaria de apoyos gubernamentales directos. Un día antes, domingo 16, se esperaba que la noticia más relevante del Metro fuera el palomazo que Claudia Sheinbaum se había echado con un músico ambulante. Pero la suerte no está con la jefa de Gobierno, quien durante su administración ha sumado 27 muertos y más de 200 heridos entre los usuarios de este medio de transporte (un saldo que espantaría a un general en acciones de combate).

Este mismo domingo, las líneas 7 y 8 presentaron desperfectos mayores y pánico entre quienes simplemente intentaban llegar a casa.

En la L7, un tren se desprendió del convoy, los usuarios forzaron las puertas y salieron a tropel como pudieron. Una escena de pánico. Una huida menos escabrosa se dio en la L8, allí por un corto circuito que también provocó el desalojo. Con esto de por medio, las presentaciones públicas de la otrora exhibida corcholata amlista no resultan muy prudente. Anunciada reiteradamente como invitada principal del evento en Tlatelolco, aún en horas previas, finalmente optó por mandar un representante.

La representación del gobierno capitalino resultó muy simbólica: Rigoberto Salgado, el zar de Tláhuac, quien hoy funge como Secretario del Bienestar local, fue el enviado por Sheinbaum. A punta de clientelismo desbordado, Salgado y sus colaboradores lograron retener para Morena la Alcaldía Tláhuac luego del derrumbe de la Línea 12 en mayo de 2021. Detrás de la ausencia de Madame Corcholata, el Metro convertido en tumba. Por delante de Salgado, su capacidad para que el votante olvide la tragedia.

Los adultos mayores y votantes que debían cobijar a Sheinbaum son fáciles de identificar no sólo porque hcen fila y vayan de la mano de un familiar en la mayoría de los casos. Portan invariablemente un documento domiciliario y llevan la credencial INE en mano. La única variante factible es un folder de papelería.

Credencial y documento son inspeccionados concienzudamente por jovencitos con chalecos que los identifican como siervos de la Nación o bien playeras que entrelazan las palabras Comunidad-Gobierno-Juventud. Prestos, separan a “los acompañantes” de los adultos mayores que son conducidos al interior del Centro de Convenciones. El número de sillas es enorme, tanto que los ancianos no bastan y se permite sentarse a acompañantes hasta que ya no hay un lugar vacío. La idea es que Sheinbaum camine por los pasillos que conducen al pódium cobijada por esa multitud… pero como no llega, el auditorio luce exorbitante para una entrega más de tarjetas, como hay tantas en el México de hoy.

Ariadna Montiel Reyes, la secretaría federal del Bienestar, sin embargo, lo usa bien. Es de estilo más bien campechano y atiende a un par de adultos mayores a la entrada del Centro de Convenciones. Los redirige a las oficinas adecuadas y se nota natural en el entorno, tanto que Salgado, que la ha estado esperando en la entrada del Centro, inspeccionando los nuevos modelos de chalecos de los siervos de la nación para matar el tiempo, no la ve de inmediato. Pasa medio minuto antes de que se saluden finalmente.

Ya juntos, ingresan y hacen el paseíllo por aquel auditorio repleto. Hubiera sido espectacular lo que Sheinbaum hubiera vivido… pero los metrazos siguen y Madame Corcholata ha optado por guardarse. Quizás haga bien, del domingo sólo ha quedado grabada las humaredas en el metro en tanto ella palomeaba en la L12… ya revendrán tiempo mejores para los eventos públicos.

Deja una respuesta