Por:Guillermina Gómora

Autoproclamados como salvadores de la nación, una vez más los legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD), ahora en el Senado, intentaron descarrilar la reforma energética, encabezados por la vicecoordinadora del PRD, Dolores Padierna, bloquearon la tribuna de la Comisión Permanente e instalaron el ring legislativo.

Apenas había iniciado este lunes la discusión en comisiones cuando los senadores del PRD y PT tomaron la tribuna del salón para frenar los trabajos, desplegaron una bandera de México, cantaron el Himno Nacional, mostraron pancartas con la leyenda: «No a la privatización de Pemex y CFE», y gritaron consignas como: «¡Pemex no se vende, Pemex se defiende!». Fieles a su estilo, armaron la tremolina.

Obligaron entonces a Enrique Burgos, presidente en turno de las Comisiones Dictaminadoras Unidas de Puntos Constitucionales, de Energía y de Estudios Legislativos Primera, a pedir un receso que duró más de cuatro horas. Sin embargo, su compló fue desarticulado en la Junta de Coordinación Política (Jucopo), donde la habilidad del queretano Burgos y del coordinador del PRI, Emilio Gamboa, lograron distender los ánimos y reanudar los trabajos.

La ausencia, por motivos de salud, de Miguel Barbosa, coordinador de los perredistas, se resintió ayer, pues a decir de sus compañeros en el Senado, es quien establecía los equilibrios en su fracción. Por lo pronto, la mandamás es Dolores Padierna, quien sin exhibir pruebas aseguró que el procedimiento y la negociación fue irregular y argumentaba:
«presentamos la solicitud de moción suspensiva, solicitamos a ustedes tengan a bien solicitar esta moción mientras realizan la consulta al pueblo».

Sí, el viejo discurso del PRD resurgió. Los corifeos de Padierna gritaban “consulta popular” con el puño en alto. ¿Acaso no hubo ya una consulta en el 2012, cuando se llevaron a cabo las elecciones y los mexicanos votamos por quienes nos gobernarían y representarían por cada una de nuestras localidades?

“Los perredistas no cambian”, así lo aseguró en entrevista el gobernador de Morelos, Graco Ramírez; “el PRD sigue defiendo dogmas y le apuesta al todo o nada”.

“Consulta popular”, coreaban en el Senado de la República cuando inició el análisis de artículos reservados al decreto de reforma energética. Los senadores del PRD exigían que se “escuche al pueblo”. ¿Acaso como lo hicieron los perredistas en la ciudad de México para aumentar el precio del boleto del Metro? Porque si ésa es su propuesta, ¡vaya defensores de la voz del pueblo! Además, habría que explicarles la diferencia metodológica entre consulta y encuesta para que no confundan con su discurso.

Investidos los perredistas, en su actitud patriotera, que de acuerdo con el diccionario de la Real Academia se aplica al “que alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo”, se desgarraron las vestiduras y llevaron al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para legitimar su lucha. Queda claro que la reforma energética le cayó al PRD como anillo al dedo para tratar de reposicionarse luego de la salida de Andrés Manuel y el surgimiento de Morena.

El líder moral del sol azteca, en improvisada rueda de prensa, afirmó: “Estoy seguro que los senadores y también los diputados del PRD están ya considerando otras medidas de carácter jurídico-legal para buscar que estas reformas no pasen buscando, como digo, otros recursos por las vías legales y constitucionales para que no fuera la consulta la única, el único mecanismo que nos quedara al frente”. Un amago más hacia el 2015, cuando “casualmente” habrá elecciones intermedias y Cárdenas y AMLO buscan una curul para sus hijos.

Los perredistas necesitaban una bocanada de aire fresco para aparecer ante la opinión pública como los defensores de la patria, los que sí protegen el patrimonio de los mexicanos, como es en este caso el petróleo. Sin embargo, su “patriotismo” se resquebraja y no aguanta el más mínimo análisis.

Y es que si su interés es hacer que Pemex y CFE sean verdadero motor del desarrollo de México y que se mantenga en manos del Estado, por qué entonces optaron por aislarse de los foros y de las propuestas presentadas por los otros partidos. Y se plantaron en su radicalismo al asegurar que su proyecto era el único viable y posible, en lugar de sumar como una oposición propositiva.

Si realmente tienen una propuesta seria, lo menos que podían hacer era llevarla a las comisiones y defenderla, pero no lo hicieron; sabían que al final se tenían que oponer a la reforma energética, como el partido del “no” que siempre han sido. Desde un principio exigieron un trueque una reforma político-electoral que fijara las reglas para que en caso de que el PRI o el PAN les gane una elección, poder impugnarla y llegar hasta la anulación, seguramente con el deseo de ganar en algún momento y entonces sí hacerla válida y democrática. Además, claro, de la reforma política para el Distrito Federal, que le permitiría ubicarse como el estado 32.

Qué lástima, porque el país necesita una izquierda fuerte, patriota (“Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”, según la RAE) dispuesta a dar la batalla en el ámbito legislativo con ideas y propuestas. Sin embargo, optan por la diatriba, como es el lamentable caso de la senadora Layda Sansores, que optó por la vía rápida de la ofensa y se ahorró la fatiga del análisis y argumentación seria.

Vericuentos

Cerco contra caminata

Una muestra más de la incongruencia de “la izquierda mexicana” son las protestas que mantienen. Por un lado Morena, con un marginado líder como Martí Batres, que ha sido desplazado por Andrés Manuel López Beltrán, orgullo del nepotismo de El Peje y que se empeña en afirmar al que quiera escucharlo “que no hay hasta ahora algún acuerdo para sumar fuerzas con el sol azteca para oponerse a la reforma”. Y por otro lado, el presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, que dio el banderazo de las 75 horas de caminata en defensa del petróleo en torno a la columna del Ángel de la Independencia. ¡Vaya muestra de unidad!

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