Por: Guillermina Gómora Ordóñez

De la obra emblemática que se presumía el pasado 5 abril, cuando fue inaugurado el Paso Exprés, en Morelos, por representantes del gobierno federal y local, tenemos ahora un monumento a la corrupción y a la impunidad que afecta a miles de personas que viven en las cercanías y quienes circulan por esta vía.

Como es costumbre en estos casos, no hay responsables, sólo chivos expiatorios de medio pelo sobre los que los poderosos funcionarios tratarán de exculparse para no perder el cargo, encubrir sus intereses y moches. Lo que sea para no quedar fuera del presupuesto, sobre todo en tiempos de sucesión.

El riesgo que corren vecinos y usuarios no les importa, así lo han dejado muy claro, al culparse mutuamente los equipos de Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones, y Graco Ramírez, gobernador de Morelos, echándose la bolita y achacándole al otro la responsabilidad en la tragedia que dejó dos muertos.

Un “mal rato” de la familia de Juan Mena López y Juan Mena Romero, padre e hijo, como lo calificó el titular de Comunicaciones. “Un mal rato” que les costó la vida, y que a decir de los sagaces peritos tiene su origen en las “fuertes lluvias”; “una alcantarilla sin mantenimiento donde se atoró la basura”; “la deforestación de la zona por el crecimiento de la zona urbana” y “el reblandecimiento del suelo”.

Sí, todas estas agravantes, más las que se acumulen, cuando se conozca el resultado del peritaje solicitado a expertos en la materia. Como observa, estimado lector, en todas las causales hasta ahora presentadas no hay ningún nombre de funcionario o empresario responsable. No. La culpa la tiene la madre naturaleza y otros factores etéreos.

Nadie asume la responsabilidad de una obra que desde su asignación estuvo plagada de irregularidades. El Paso Exprés en la autopista, México – Cuernavaca, es una ampliación de cuatro a ocho y de hasta 10 carriles, en pocos más de 14 kilómetros.

La obra inaugurada el pasado 5 de abril por el presidente Peña Nieto y el gobernador Graco Ramírez, tuvo un costo de dos mil 213 millones de pesos, el doble de lo presupuestado, con varios accidentes y más de 20 muertos, durante el largo tiempo que llevó la construcción. Tres meses después, se registró la falla que exhibió las corruptelas señaladas por diversos sectores.

Vecinos, autoridades locales y organizaciones civiles han hecho públicos ahora los diversos avisos enviados a los tres niveles de gobierno sobre los riesgos de la construcción. Nadie escuchó, nadie atendió. Su indolencia aterroriza, el Paso Exprés, es una vía de alto uso por la que pasan, en fines de semana más de 100,000 vehículos.

¿A caso esperan otro “mal rato”? El despido del director general del Centro SCT Morelos, José Luis Alarcón Ezeta, con nula experiencia, ¡sí, nula!; beneficiario de la política de cuates y cuotas (era maestro de inglés en Harmon Hall) no resuelve el problema. 

Urge atender a los damnificados por la obra y brindar certeza a quienes utilicen este tramo de la autopista. Manuel Gómez, representante legal y afectado directo de los vecinos de Chipitlán, Morelos, denunció que “las autoridades no dan solución”, que entre los habitantes “Hay miedo, hay estrés, estamos con esquizofrenia de no más empieza a llover y corremos”.

Manuel, lanza la siguiente alerta: “Nosotros hemos advertido de lo mal que está esta obra, hemos sabido por los propios trabajadores de la obra que ya hay una nueva burbuja en el Paso Exprés de Cuernavaca. Qué quiere decir, hay nuevos riesgos de que este socavón se vuelva a hacer y los resultados que ustedes ya conocen. Lamentablemente nuestra autoridades no están haciendo, hasta este momento, nada, nos dan vueltas y vueltas, quisieron sacarnos a unos hoteles, pagado todo, para entretenernos pero no ven el fondo del asunto”.

El abogado, refiere incluso que están ante “una bomba de tiempo” y explica: “La pared que va de sur a norte está sostenida por cables, está a punto de caerse, obvio los automovilistas cuando transitan por esa vía pues no lo ven pero nosotros que estamos abajo, vemos como están sosteniendo esa pared con cables, es una obra maestra de la ingeniería y las autoridades solamente están en reunión tras reunión y solamente nos están dando vueltas, nadie asume un compromiso”.

En efecto, como afirma Manuel Gómez, una vez más ignoran las causas y sólo mal atienden las consecuencias. La siguiente conclusión del abogado sobre la tragedia que viven los vecinos del Paso Exprés exhibe las complicidades y los perversos intereses de un sistema plagado de vicios:

“Lo que nosotros esperamos para los demás es que se construya un puente, no hay otra salida, pero tienen que demoler todo eso, el problema es que las autoridades no quieren hacerlo porque sería tanto como reconocer que lo que hicieron estuvo mal hecho y por las consecuencias legales y administrativas… El Paso Exprés de Cuernavaca va a pasar a la historia como un monumento a la corrupción y a la irresponsabilidad”.

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