Leí durante unas vacaciones (2013) esta pequeña nota:

“…La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo para poner de relieve la necesidad de ayudar a mejorar las condiciones de vida de los niños y adultos que sufren este trastorno.

“El autismo es una discapacidad permanente del desarrollo que se manifiesta en los tres primeros años de edad.  Afecta a la socialización, la comunicación, imaginación, planificación, reciprocidad emocional y conductas repetitivas o inusuales.

¡Los síntomas, en general, son la incapacidad de interacción social, aislamiento y los movimientos incontrolados de alguna extremidad, generalmente las manos”.

De ninguna manera podríamos pasar por alto la importancia de atender a las personas con este síndrome o esta perturbación fisiológica cuyas consecuencias no requieren ser analizadas y menos en un espacio tan poco profesional como este en esas materias (y algunas más); pero de un  tiempo a esta parte al menos a mi –no se a los lectores–, me comienzan a chocar tanta conmemoración, recordatorio, toma de conciencia o fecha específica dedicada a tal o cual afán pío, como antes solía la iglesia festejar apariciones, santos o fechas en el calendario; fiestas patronales o jolgorios múltiples en medio de rezaderas y de fervorines.

Últimamente hay días específicos para todo. A este paso algún día festejaremos “El día del día”.

Si bien estas reflexiones no son  nuevas han sido motivadas por la reciente invención: el Día (y el derecho) de la Verdad. Otra aportación de esa catedral bizantina llamada Organización de las Naciones Unidas cuya finalidad parece ser el establecimiento de conmemoraciones, ocasiones y pretextos para el activismo de las buenas causas y mejores conciencias.

Así pues, “la ONU designó que cada 24 de marzo se conmemore en Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas. En esa fecha, en el año 1980, es asesinado el obispo salvadoreño  Óscar Arnulfo Romero, quien fuese ferviente defensor de la causa de los Derechos Humanos  en su país”.

En ese sentido recordemos, la verdad (dicen) nos hará libres, pero la mentira nos hará posibles. Si todo mundo dijera la verdad, toda la verdad y nada sino ella, la humanidad habría desaparecido hace milenios.

Dedicarle un día a alguna cosa importante, de inmediato nos obliga a considerar la única existencia de 365 cosas importantes. No hay más días, luego, no habría oportunidad para más recordatorios.

Por ejemplo, el 27 de enero es el día internacional del recuerdo al Holocausto, pero también hay días para la bandera, el natalicio de Juárez, los fieles difuntos, las Madre (¡Oh!, la madre tan omnipresente ella), el padre, el abuelo, el adulto mayor; el compadre, la mujer (madre o no) el bombero y el policía.

Días para los carteros y hasta para los periodistas quienes tenemos de a dos, pues algunos lo festejan el tres de mayo como dice la ONU y otros el 7 de junio como dice la tradición. Día de la Paz, del amor y la amistad y como debe ser de la trabajadora sexual, antiguamente conocida simple e indebidamente como puta (2 de junio). Eso será en dos meses más.

Total. Se trata de distraer la ociosidad, ¿no?

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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