Incansable, silencioso en su invisible condición, el tiempo; la ilusión de los meses y los años, sigue un transcurso inexorable, desconocido, inapelable en la fría sentencia de los hechos, y nos demuestra la fragilidad de los propósitos, de los proyectos y las convocatorias alumbradas por la falsa emoción de las fechas románticas; la Navidad, el Año Viejo, la costumbre, la repetición ritual de frases huecas, los hueros deseos de una felicidad antes no lograda, de un progreso perseguido por siglos y negado por la terca evidencia del fracaso nacional.

Los actores de la política no cambian su libreto con la muda  de fecha. Nadie es diferente; tampoco los días, menos las tardes de líquido aire invernal. Idénticos todos a como éramos en diciembre o el otro noviembre de cualquiera otro de los años perdidos.

Si uno pudiera –robándole los versos al poeta David Huerta–, “vestirse con la savia del olvido. Profetizar amargamente, escribir esperanzas indelebles…” Pero no, no estamos hechos para la epifanía, ni para el descubrimiento sino para la terca, ruda, indomable repetición de una realidad de la cual nadie puede escapar: un final tan cierto como la muerte o como la otra inevitable certidumbre de los humanos: el pago forzoso de los impuestos, lo cual es una tautología –impuesto forzoso–, porque el tributo el vasallo fiscal resulta  ineludible.

Y hasta en eso la convocada tregua resulta un fracaso, una pavada más en el inevitable compromiso cotidiano de hacer frases, externar ideas más o menos llamativas, porque hoy, con la trenza pendenciera del Ejecutivo contra los gobernadores y con  éstos adversos a la federación, los espejos se aburren de reflejar siempre los mismos rostros, las mismas muecas.

En aquel tiempo dijo el Señor Presidente:

“…Lo primero de propósitos de año nuevo es que a todos nos vaya muy bien, a todos los mexicanos, que podamos hablar de una tregua, si se admite, si se acepta que hagamos el intento en lo político una tregua entre liberales y conservadores, cuando menos hasta el año próximo; en lo personal lo mismo, abrazarnos, todos a portarnos bien, en lo familiar transmitirnos mucho amor; reconciliarnos, que haya salud que es tan importante, y que estemos contentos, que estemos alegres, que estemos felices, y nos va a ir bien el año próximo…

“Les puedo decir que no hay nada que temer en cuanto a la economía, no va a dejar de llegar la ayuda, el apoyo a la gente más pobre; estamos atendiendo el problema de la inseguridad y de la violencia que es los más preocupante, pero yo espero que el año próximo haya más bienestar, más progreso, más paz, más tranquilidad, y el fin último de la política, el que podamos ser felices, eso es lo principal, son mis deseos del (para el) año próximo”.

Bellas palabras en la alborada del calendario, escenografía verbal; lugar común. Felicidad, buen comportamiento, línea borrada entre los conservadores y los liberales, como ocurrió o no sucedió en el siglo XIX. Pero hagamos una consulta al diccionario, a ver si sus significados no variaron con el arribo de un  nuevo calendario:

TREGUA.

Del got. Triggwa, tratado. f. Cese temporal de hostilidades.

2. f. Interrupción, descanso. Dar tregua

1. loc. verb. Dicho del dolor u otra cosa penosa: Aliviarse por

algún tiempo.

2. loc. verb. Dicho de una cosa: Dar tiempo.

Dar treguas

1. loc. verb. desus. Dar tregua”.

¿Entonces se reconocen las hostilidades? Pero sin llegar al “casus belli”, la acrimonia sigue y seguirá:

Los gobiernos estatales, todos a su manera y con pretextos distintos aumentan las contribuciones.

Contribuir es sinónimo de pagar así la voluntad no lo determine. Más dinero para el fisco ( luego para el fiasco), más dinero para las haciendas menores en el cojitranco sistema federal. Más acusaciones, si subo es porque me redujeron, porque mermaron mis participaciones en el gigantesco pastel distribuido por la Federación, así pues no es ni culpa, es mi recurso.

Y el Señor Presidente, mohíno y firme les responde y casi los expulsa del templo a latigazos como alguna  vez alguien hizo con los mercaderes y publicanos:

“…No es cierto que tengan menos recursos los gobiernos estatales, eso es lo que algunos están diciendo. Se les entregaron los recursos que les corresponden por ley, las participaciones federales.

“No se vale que nos echen la culpa, porque ya ahora todo… que por austeridad no se hacen las cosas. No es cierto que tengan que aumentar los impuestos porque se les redujo el presupuesto.

“Nosotros no podemos reducir el presupuesto, porque el presupuesto se entrega, se distribuye de conformidad con la ley de coordinación fiscal. Sería violar la ley.

“Si fuese cierto, estarían presentando denuncias en el Poder Judicial, controversias…

“O sea, si aumentan los impuestos en los estados es una decisión de los gobiernos locales, no tiene nada que ver con nosotros.

No es porque no tengan sus participaciones federales, las tienen en tiempo, en forma, es más, hasta por adelantado en algunos casos.

“Es que se dicen muchas mentiras, algunas elaboradas y difundidas por los que cometen abusos, y otras inventadas por nuestros adversarios y por los medios conservadores. Pero no es cierto eso.

“…les contesto a varios, porque lo que… de buena fe se está repitiendo, lo he estado constatando en dos, tres, cuatro voces de estados que están subiendo impuestos o que están cobrando por predial o por cualquier impuesto local esgrimiendo que no tienen presupuesto porque no se les entregó o se les redujo el que les correspondía por ley y no es cierto.

“Hay un problema estructural… Muchos estados están endeudados, los quebraron, tampoco toda la culpa es de los que están ahora gobernando. Hay gobernadores que recibieron los estados quebrados, se me viene ahorita a la cabeza Nayarit, por poner un ejemplo, Chihuahua, pero hay varios así…”

Quiebran las haciendas pero no puede cerrarse el casino. Esa es la noción de Estado; lo inmutable, lo perdurable, lo permanente. El Estado no es; es porque está, nada más porque está.

Pero volvamos al tiempo veamos como su paso no muda a los hombres,  ni siquiera a los santos, si en verdad lo fuera el Santo Padre:

En enero de 2015, cuando Francia se convulsionaba por el ataque de extremistas islámicos a los majaderos del hebdomadario (palabra culterana para decir semanario), “Charlie Hebdo”, –quienes desde la equivocada superioridad religiosa de la Cruz de Lorena y Juana de Arco se mofaban, sacrílegos,de los musulmanes y el Profeta–,  el Papa Francisco dijo con enorme sentido común:

“…Matar en nombre de Dios es una aberración. Pero tampoco se puede provocar ni insultar la fe de los demás. Y si alguien dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo…»

Hasta ahora el Papa no le ha propinado trompones a nadie, pero le ha metido un par de manotazos a una vieja grosera cuya euforia había prendido la manga blanca con furor histérico en un recorrido de cercanía en la Plaza de San Pedro, ahí mismo donde Ali Agka le metió dos tiros en el sagrado epiplón a Juan Pablo II.

¡Ah!, las pasiones humanas.

El circo de la culpa y la acusación, la maldad y la corruptela incrustadas en el alma.

Como ejemplo el caso de Genaro García Luna cuyo juicio  se ha convertido  en el antídoto ante cualquier crítica hacia la IVªT, como queda claro en estas palabras del Señor Presidente, para empezar el año, como decía Rubén Fuentes, “voy a cantar una canción  que te haga daño…”

“…Están muy enojados. Desquiciados. Repito, creo que están derrotados moralmente…los conservadores se callaron cuando se descubrió que García Lunaestaba coludido con el crimen organizado, eso es hipocresía.

“En un servidor público el 90% es honestidad y el 10% es trabajo y experiencia…”.

¿De la honestidad valiente, a la honestidad incompetente? Sería una exageración decir eso. Sería francamente conservador.

De cualquier modo, Feliz Año.

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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