Lo de irse a la Chingada, su rancho en el sureste, parece no estar en la cabeza de Andrés Manuel López Obrador. Su casa en el sur de la ciudad está siendo acomdicionada para recibir moradores. Es decir, viviría a unos minutos de Palacio Nacional donde, según sus propias estimaciones, estará la Presidenta Claudia Sheinbaum.
No es difícil imaginar las escenas que se suscitarán: un grupo o persona que salga insatisfechos de ver a la Presidenta, tendrán una seguda puerta a la qué recurrir. «¡Ayúdenos, es que Claudia es buena gente, pero no saben y la asesoran mal».
En la lógica de Andrés Manuel (de alguna manera hay que llamar a lo que navega por su cabeza), esto es natural, tan natural como lo que pasó con Lázaro Cárdenas del Río cuando acabó su sexenio, era una referencia obligada y un gestor ineludible para el gobierno.
Unos martillazos y encalados nuevos al sur de la ciudad de México, hablan de que para allá vamos.