Enderezar lo que se deja torcer siempre será más difícil que vigilar desde que todo vaya bien. Y eso es lo que le está pasando al Servicio de Protección Federal, el último cuerpo civil después de la militarización en seguridad pública.

El gran despliegue del Servicio de Protección Federal en todo el país para cuidar los bancos del bienestar parece no haberse previsto con la debida antelación por sus mandos, Rosa Icela Rodríguez y Luis Wertman, y derivó (como ya se relató en este espacio) en que no se entregaran viáticos a cientos de policías que terminaron durmiendo en vía pública, comiendo prácticamente de caridad, además de las muchas renuncias de quienes se sintieron engañados después incorporarse a la carrera policial.

Los viáticos comenzaron a caer finalmente, a cuentagotas y no en todos los puntos, hace unas horas, después de las publicaciones de El Cristalazo, pero aún hay cientos de elementos que con sus 5 mil pesos quincenales, deben ingeniárselas para pagarse a sí mismos transporte, comida y habitación en lugares apartados a los que fueron enviados como guardias bancarios, en tanto se las ingenian para enviar dinero a casa y mantener a la familia.

Desde la oficina a cargo de la administración del órgano desconcentrado del Servicio de Protección Federal se sentenció que esto derivaría en la caída de mandos que propiciaron el despliegue sin viáticos, sobre todo porque administración sí está enviando el dinero a los agrupamientos.

El daño quedó hecho. Una anécdota condensa todo lo ocurrido en las semanas previas.

LA MAÑA Y PROTECCIÓN FEDERAL

“Hasta aquí llegamos”, escucharon los elementos de Protección Federal al conductor del autobús que los acercó al banco de bienestar que se les asignó. En ese caso, iban varios, pues se trataba de una zona caliente cercana a Acapulco, Guerrero. Su destino estaba a dos horas caminando.

La noche les ganó y se quedaron a dormir en el llano, ya no tenían opción de caminar en la oscuridad. “Poco después llegaron personas fuertemente armadas a bordo de camionetas”, reportaron a sus mandos un día después de aquella noche y de quejarse que no hubo logística alguna al ser enviados y que incluso había salido de su bolsillo el pasaje que les llevó hasta una zona donde corrió riesgo su vida.

Los elementos de protección federal no estaban armados y fueron interrogados por esos civiles portadores de Ak47 y otras armas de alto poder, “¿a qué vienen? ¿qué  buscan aquí?”.

“Venimos a cuidar los bancos del bienestar, vamos a estar en las instalaciones, a lo más en las puertas pero no nos vamos a meter en ninguna cosa más”, fue la respuesta que los elementos de Protección Federal rindieron a los sujetos. La candidez de la respuesta pareció enternecer a esos miembros de la maña guerrerense: “nos dijeron que si era así, que entonces no iba a haber ningún problema. Con nosotros no se metan y no pasa nada”, les indicaron.

Pero algo no cuadraba a los maleantes, “¿qué hacen aquí si deben estar en el banco?”.

La respuesta generó aún más ternura a los maleantes, pues fue la historia de la ausencia de viáticos y que nadie les había asignado una forma errónea de llegar a su sucursal, así que la noche les ganó y no había forma de regresar ni de llegar al banco.

“¿Cómo es posible que dejen a su gente aquí sin nada?”, dijo el jefe de la gavilla de acuerdo al reporte de los elementos de Protección Federal. Y él mismo, líder de una célula del narco guerrerense, se apiadó de los federales olvidados y los invitó a subir a las camionetas para darles un aventón a Acapulco. “Ya mañana ven qué hacen”. La invitación fue aceptada. “Estando allí, ¿a poco hay alguien que les pueda decir que no?”, comentó uno de los elementos sobre porqué aceptaron el aventón. En efecto, fueron llevados hasta el centro mismo de Acapulco con mucha cortesía.

Cuando el caso fue analizado entre los mandos del Servicio de  Protección Federal, los responsables administrativos brincaron: “Son pendejadas”, rompió el protocolo uno de ellos, “tenían que entregarles tarjetas con 923 pesos diarios antes de mandarlos y voy a checar eso con cada jefe de zona porque debe haber sanciones administrativas y penales”.

Se sabe que los elementos apoyados por la maña llegaron a sus sucursales sin más novedades, pero que allá se enfrentaron durante días a una nueva penuria. Los viáticos que la unidad de administración asegura estar depositando, no les llegan.

Las imágenes de este texto corresponden a un caso que se difundió muchos entre los elementos de Protección Federal; el narco atacó lo que luce como una patrulla; resultaba imposible saber que se trataba de una unidad de vigilancia de bancos del bienestar sin intervención en seguridad púbica callejera