Ciertamente me sorprendió el hecho de que Luis Donaldo Colosio el día 10 de diciembre de 1993 me invitara a colaborar con él como Secretario de Finanzas del CEN del PRI responsable entre otras cosas del financiamiento de las campañas políticas, incluida, desde luego y en primerísimo lugar, la suya, la presidencial. Había razones suficientes para mi sorpresa (y la de muchos). Para nadie era un secreto que yo había apoyado la posible candidatura de Pedro Aspe a cuyo equipo pertenecí durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, además de que, si bien siempre tuve una relación cordial con él, no era yo una persona cercana a Luis Donaldo y esa posición hubiera parecido más indicada para alguno de sus cercanos colaboradores.
Si bien no me sorprendió de la misma manera, sí llamó mucho mi atención lo que me dijo en la parte final de nuestra entrevista. En efecto, después de comentarme que era su intención que yo ocupara esta posición, me dijo: Ya platicaremos con más detalle sobre las estrategias y acciones que considero convenientes para tu tarea, pero hay un tema que desde ahora quiero enfatizar para que tomes las medidas pertinentes. Y adoptando un gesto de extrema seriedad, con esa voz grave que lo caracterizaba y con la vista muy fija en mis ojos, alzando ligeramente la voz me dijo ¡No podemos dejar pasar ni un peso de los narcos, Oscar! Ante la duda, rechaza cualquier ofrecimiento, que seguramente habrá a lo largo de la campaña. Y si algún día te queda alguna inquietud, aquí tienes estos teléfonos en donde te ayudarán a investigar el caso. Meterse con esos cabrones es como venderle el alma al diablo. Ahí tienes lo que ha pasado en Colombia.
La verdad es que en aquel entonces el tema del narco y su violencia y saña parecía un tanto ajeno a la cotidianidad. Si bien se decían muchas cosas y se hablaba de disputas entre cárteles, no se veía ni con mucho el derramamiento de sangre que veríamos años después, en el marco de la guerra que el gobierno declaró al crimen organizado. Sin embargo, el caso de Colombia, al que había aludido el candidato, era muy diferente, entre otras cosas por los magnicidios atribuidos al Narco que marcaron la historia de Colombia.
Para muestra baste señalar los de Jaime Pardo Leal quien fuera candidato presidencial por la Unión Patriótica (UP) en 1987, el de Carlos Pizarro, aspirante a la presidencia de la república acaecido en 1990 y el del político y periodista Alvaro Gómez Hurtado en noviembre de 1995, por mencionar solo los cercanos a la época de la campaña de Colosio.
Las principales medidas que tomamos fueron la creación dela Comisión Nacional de Financiamiento, los Comités Estatales de Financiamiento, presididos por personas de la total confianza del candidato e integrados por personas cuyos antecedentes eran analizados con cuidado. Paralelamente, creamos lo que se conoció como las Células Empresariales, las que dieron a cientos de empresarios y profesionistas la oportunidad de integrarse a trabajar en lo que llamábamos financiamiento proselitista. Igualmente, aprovechando el marco legal entonces vigente, hicimos un intenso uso de lo que se llamaba el “autofinanciamiento”, consistente en eventos tales como subastas, rifas, espectáculos, colectas, boteos, comidas o cenas con aportaciones, etc. Etc. Así fue que no recibimos ni siquiera alguna observación de la autoridad electoral que aprobó en sus términos cada uno de nuestros informes. Alguna vez marqué aquellos números, pero no fue una constante.
“Poderoso caballero es Don Dinero” Nunca mejor aplicado este dicho popular para referirme al sensible problema del dinero apoderándose de la política…o de los políticos. Más allá de hechos más bien anecdóticos, la verdad es que no tengo elementos objetivos para afirmar que los narcos hayan tenido algo que ver en la muerte de nuestro candidato, pero ciertamente es algo que siempre ha rondado mi cabeza. Hoy que vemos lo que vemos y leemos lo que leemos acerca del empoderamiento del crimen y de su dinero, ojalá que todos los partidos y los políticos atiendan a la instrucción de Luis Donaldo aquel 10 de diciembre de 1993 ¡ni un peso de los narcos!
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