La construcción de los libros de texto que están resultando un petardo al no tener programa ni planes de estudio que los respalden, al carecer de elementos de español de matemáticas y por no haber filtrado apartados sencillamente mal hechos, reunieron a especialistas en pedagogía que poco a poco fueron hechos de lado ante la ruta que ya tenía en la cabeza Marx Arriaga, un amigo de la esposa del Presidente (Betriz Gutierrez Müller). Arriaga, un funcionario menor, pero con ese derecho de picaporte en Palacio Nacional, ha tomado a la educación básica como una cruzada personal en la que poco o nada han intervenido Delfina Gómez o Leticia Ramírez, nominalmente las titulares de la Secretaría de Educación Pública.
A la secrecía que se decretó mediante la reserva de la información de asambleas deliberativas para cambiar la educación básica (algo normal, estos procesos no están sujetos a transparencia), lo curioso es que el Código de Ética de la SEP sufrió una modificación para especificar en su primer capítulo que a los directivos y empleados de esta dependencia no les está permitido hablar de su trabajo fuera de las oficinas.
Esta curiosidad se prolongó en indicaciones explícitas de que nadie podía entregar ejemplares de los nuevos libros de texto y de retirar los viejos textos usados hasta el año pasado.
Así la secrecia que, en buena medida, señala uno de los participantes, impidió que más ojos vieran los textos finales y detectaran errores que hoy parecen infantiles.