Por: Guillermina Gómora Ordóñez
“¿Por qué México, mi país, es tan extraño que está formado, a mitad y mitad, de una fuente inagotable de ternura y de un pozo profundo de bestialidad?”
Benito Juárez
Como si se tratara de un karma, nuestro país vive días aciagos; de norte a sur la violencia cobra miles de vidas; nada detiene la descomposición social y la vileza con la que actúan los criminales. Los códigos se han perdido, se atenta contra todo sin el menor asomo de vergüenza, temor, decoro o principios.
Nuestra capacidad de asombro es rebasada un día tras otro, vamos del temor al terror, que, como la humedad, se ha metido en nuestra actividad cotidiana. Las cifras de asesinatos, extorsiones, secuestros, asaltos, violaciones, feminicidios y toda clase de delitos, crecen de manera exponencial ante la indolencia de las autoridades responsables de abatirlas.
Basta ver lo que sucede en Reynosa, Tamaulipas, Guerrero, Puebla, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Baja California Sur, Quintana Roo, por citar lo más recientes, para ver que ¡México arde!
No es suficiente el mea culpa y exhorto que hizo el presidente Enrique Peña Nieto ante la Conferencia Nacional de Gobernadores: “sobre el tema de la seguridad estamos todavía ausentes… No podemos permitir que los esfuerzos que se habían logrado en el pasado reciente, en el que habíamos logrado ya lograr una tendencia a la baja en la criminalidad de distintos delitos que se cometían en esas entidades, nuevamente estén regresando”.
No es suficiente. Los mexicanos exigimos y merecemos paz social, hemos pagado una factura muy alta por la colusión entre autoridades y criminales; nuestro territorio se ha convertido en una gran fosa y los desaparecidos rebasan ya cien mil.
Ejercer el periodismo se ha convertido en una profesión de alto riesgo, del año 2000 a la fecha se han documentado 107 periodistas asesinados, el gobierno de Javier Duarte de Ochoa en Veracruz destacó con 22 periodistas. Sólo en marzo pasado mataron a tres.
El México bronco también alcanzó a la política, la historia reciente registra los asesinatos de candidatos a la Presidencia de la república, a una gubernatura, y en materia de presidentes municipales la cuenta crece sin importar la filiación partidista. El eslabón más débil de nuestra democracia labora bajo la amenaza de “coopelas o cuello”, si bien les va les aplican la de “plata o plomo”.
La muerte en México tiene permiso. Noticias como esta: “Matan a tres maestros en Sinaloa… esta tarde se registró un múltiple asesinato de maestros de primaria y de telesecundaria en la sierra de concordia; tres docentes fallecieron y uno más quedó herido en un camino que lleva de la comunidad de la petaca al rancho mala noche… todos viajaban en una camioneta cuando fueron emboscados”. Se han vuelto vergonzosamente cotidianas. Nos llevan de la ira al miedo.
Maquiavelo decía: “son muchas las cosas que desde lejos parecen terribles, insoportables, extrañas y cuando te acercas a ellas resultan humanas, soportables, familiares” ¿Será que hemos llegado a este punto de deshumanización, de infamia, de vileza?
¿Dónde quedó el mexicano cálido, solidario? ¿Acaso nuestro espíritu gremial está tan retorcido que permite legitimar actos criminales como los de los “huachicoleros” en Puebla quienes roban combustible de los ductos de Pemex y mandan como escudos a mujeres y niños para sus bloqueos?
Robar es un delito y en este caso la acción provocó, en los primeros cuatro años del sexenio de Peña Nieto, pérdidas superiores a los cien mil millones de pesos.
Si bien la afectación económica es importante, el daño al tejido social es toda vía mayor, lo sucedido en el bloqueo de la autopista Puebla-Orizaba nos debe obligar a reflexionar y a las autoridades actuar. El enfrentamiento previo a estos acontecimientos entre militares y ladrones de combustible dejó un saldo de 10 muertos (cuatro de ellos soldados)
¿Hasta cuándo la permisividad o colusión de autoridades en el denominado “triángulo rojo” en donde prolifera el robo de hidrocarburo liderado por bandas que se desprenden del grupo delincuencial Los Zetas?
Otras estampas del México Bronco, se registran en guerrero donde desde hace una semana escuelas de educación básica y centros de salud de por lo menos siete municipios de tierra caliente se mantienen cerrados debido a la violencia generada por la delincuencia organizada; además, personal médico y enfermeras del municipio de Tixtla, así como un ex diputado federal del PRD se encuentran privados de su libertad.
En el sureste mexicano los normalistas y el magisterio disidente imponen su ley como sucedió en Chiapas, donde policías estatales detuvieron a 236 estudiantes, luego de que vandalizaron un establecimiento comercial y diversos vehículos; saqueaban unidades de las empresas Sonric’s, Lala y Coca-Cola; “los jóvenes se trasladaban a bordo de tres autobuses que previamente fueron robados… la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación condenó la detención de los jóvenes, aseguró que fueron golpeados cuando protestaban para exigir la autenticidad de la plaza”. ¡Ajá!, seguramente la ingesta de la glucosa robada les da valor.
Éste es el México real, la crisis desatada por la violencia no está en nuestra mente, no es un problema de percepción. Que le jueguen al tío Lolo es otra historia que les facturarán en las urnas el próximo 4 de junio y en el 2018.
@guillegomora