El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) entre cuyas preocupaciones están de la transparencia nacional, la eficacia administrativa, la pureza del gasto público, el cambio climático, la supervisión magisterial y muchas otras graves cuestiones de interés general, ha hecho una propuesta interesante pero de acuerdo con la forma de ver las cosas de esta columna, notablemente insuficiente.
Les ha pedido a los aspirantes a cargos públicos un compromiso en tres campos sumamente precisos. Les ha solicitado, “3 de 3”. Esto quiere decir cumplir con tres declaraciones.
Una, la fiscal con la cual (al, al) el INCO se convierte en un aliado involuntario (o voluntario vaya usted a saber) de Aristóteles Núñez y el SAT).
La segunda, exponer en una declaración de intereses (así de vago y difuso) sus vinculaciones familiares grupales o profesionales, para evitar conflictos entre la responsabilidad y la familiaridad o la cercanía con empresarios, representados, validos, patrocinados o socios remotos, circunstancia (dicen) muy frecuente en nuestros días.
Y la tercera: el listado de sus bienes patrimoniales, sin disfraces, tercerías, personeros, testaferros, hombres de paja o espantapájaros. A todo esto se le podría llamar, “La neta del planeta”. Pero para ser “La Neta” completa (eta, eta) “E.C” propone algunos complementos. Quiere “10 de 10”.
Además de las ya dichas, se sugiere:
4.- Una certificado de no antecedentes penales o en su defecto una carta de buena conducta. Si es posible desde la escuela primaria, mejor.
5.- Un certificado médico pleno parecido a ese paquete quirúrgico con el cual lo llevan a uno al quirófano, en cuyo análisis se detallan más de 30 variables biológicas. Bueno, hasta el examen Elisa (de VIH) se le practica a quien le van a extirpar el apéndice vermiforme o le van a rebanar como naranja por dentro la molesta e hinchada próstata.
6.- Un examen sicológico a fondo para determinar si el aspirante a un cargo público no enloquecerá como piloto germano y con sus locuras pondrá en riesgo un gobierno estatal o la seguridad de la Cámara de los Diputados. En estos tiempos no gana uno para sorpresas.
7.- Bien valdría la pena añadir a estos requisitos de corrección política y urbanidad una copia de su estado actual en el Buró de Crédito. ¿Qué tal si no ha cubierto oportunamente las mensualidades y evade el alto costo de sentirse “totalmente palacio”? Si debemos creerle algo ,debemos exigirle capacidad de pago (go,go) y solvencia económica
8.- Deberían también demostrar la validez de sus grados académicos. No sería el primer caso de doctores sin doctorado –o doctorados “patito”, comprador en Tepito (ito, ito)– , maestros sin maestría, diplomados sin diploma o licenciados sin siquiera preparatoria. Si cuando se gradúan, solo Dios sabe…
9.- También pedir una prueba de su laicismo (al menos en lo público) y su alejamiento de todo tipo de asociación esotérica, secreta, discreta o misteriosa como los yunques y algunas hermandades extravagantes (cabalistas y santeros incluidos) de las cuales no habremos de ocuparnos ahora.
10.- Finalmente deberían publicar sus pasiones deportivas y decirnos cuál es su equipo favorito, no sea y luego pinten los taxis de la ciudad con los colores de los “49 de San Francisco”.
Habrá seguramente quien diga, eso es mucho pero nada es demasiado si se busca la pureza de la patria.
También se les podrían pedir simpatía, templanza, fortaleza, patriotismo, guapeza, buen trato, linda voz, bellas corbatas o vestidos; capacidad oratoria, elocuencia, sabiduría, magnanimidad, caridad y filantropía, pero no se trata de trasladar aquí el reino de los cielos, simplemente darle gusto a los políticamente correctos.
Sencillamente genial.