El 18 de octubre de 2018 Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente electo prometió visas de trabajo, protección y no uso de la fuerza contra «los hermanos centroamericanos», pero la realidad es otra

El 18 de octubre de 2018 Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente electo, se aventuró a prometer en Chiapas, que México, durante su administración garantizaría protección para todos los migrantes centroamericanos que en tránsito por el país quisieran llegar a Estados Unidos y que para los «hermanos migrantes centroamericanos» en el país se les darán visas de trabajo y tendrán protección, ya que la migración no debería enfrentarse con el uso de la fuerza. La realidad de aquellas palabras muestran otra cosa, hay abusos de autoridades migratorias, del Ejército y Guardia Nacional que tiene orden de contenerlos, haciendo el trabajo sucio estipulado por Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump y que aún se mantiene.

La emoción de aquel momento, al tener cerca una encomienda que siempre anheló y que ahora no muy bien administrada y con constantes improvisaciones lo han llevado a no cumplir aquella promesa que se llevó el viento chiapaneco.

“Vamos a ofrecer empleo, trabajo a migrantes centroamericanos, ése es un plan que tenemos, el que quiera trabajar en nuestro país va a tener apoyo, una visa de trabajo”, aseguró, como siempre ha hecho el mandatario al ser cuestionado sobre programas fallidos y que según sus datos todo pinta de maravilla y no hay error alguno.

De acuerdo con información del INM, en los más de cuatro años de gobierno de López Obrador, hay en registro 1 millón 19,450 migrantes de los que se tiene constancia, ya que hay ciudadanos de varias nacionalidades, entre ellos de Asia, África y Europa que ingresan a México y de los que no se tiene registro.

De los más de un millón de migrantes se desconoce si existe algún registro de trabajos otorgados a algunos de ellos, si cuentan con seguridad social y si cuentan con protección familiar.

Lo que se sabe hasta ahora, a más de 55 meses de aquella promesa hecha en Chiapas por el populista mandatario, es que el actual gobierno de la 4T ha sido rebasado en capacidad de atención y seguridad para atender un problema como es la migración y muestra de ello es Chiapas, primer punto de entrada a México desde la frontera sur y que se ha convertido en una bomba de tiempo que está a punto de explotarle en las manos al gobernador morenista Rutilio Escandón, quien parece estar más preocupado por lanzarle flores verbales al mandatario para llamar su atención, que atender esta crisis que tienen jaque a su entidad, con denuncias de abuso de autoridad, violencia, racismo y abandono de las autoridades.

Desde el 1 de diciembre de 2018 a la fecha, el gobierno de la 4T no ha encontrado solución a esta crisis, ya que las distintas caravanas que han cruzado de sur a norte para llegar a la zona limítrofe con EU han quedado a la buena de Dios, con ayuda humanitaria de miles de mexicanos que los auxilian, mientras que por las autoridades hay mucha indiferencia, con denuncias de abuso de autoridad y maltrato, lo que ha sido denunciado ante organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Este 29 de abril un nuevo contingente migrante cruzó desde Guatemala y arribó a Chiapas con el objetivo de solicitar el Formato Migratorio Múltiple (FMM) que les permite transitar por 45 días en el país, con el objetivo de llegar a la frontera norte con EU.

Esta crisis va en aumento y no hay solución a la vista y con ello aumentarán agresiones, maltratos, violencia y secuestros de migrantes, como se han reportado en varios estados del país, no solo en los del norte, aunque el Gobierno Federal trate de escudarse en que se trata de amarillismo.

Las cifras están en cada fiscalía de los estados, en la propia Secretaría de seguridad Pública Ciudadana (SSPC), y el problema está fuera de control y tiende a agravarse con cifras superiores a los más de 2 millones de migrantes irregulares en el país al cierre de este gobierno que improvisa y no actúa.

Imágenes/Cuartoscuro y EFE