Con motivo de del documental de Manuel Alcalá sobre el asesinato de Manuel Buendía, recientemente estrenado en la plataforma de Netflix, la figura de este periodista fundamental para esta profesión, ha sido objeto de una renovada atención. Desgraciadamente, la mirada se ubica principalmente en el terrible asesinato y muy poco en la excelencia de su labor y el análisis del papel de Buendía en la evolución de los medios informativos y la crítica.
Tampoco se ha logrado trazar un perfil cabal del personaje. Poco se habla de su faceta íntima, de cuya personalidad disfrutamos algunos a lo largo de los años gozosos de la amistad.
Para compensar lo primero, mínimamente, reproduzco algunas ideas de Francisco Martínez de la Vega. Para lo segundo, algunas vivencias personales.
“…Manuel Buendía, todos los días persigue las verdades de México, las estruja, las aprieta, con afán constante y las que cree encontrar, las exhibe con humor ligero, con prosa grata y amena, con fresca ironía, que huye de solemnidades y pedanterías… en el columnista se expresa el sagaz reportero, el investigador acucioso. Sus denuncias no son frases de mitin demagógico ni patriotero, sin documentación concreta y precisa.
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“·Seguramente este capítulo de la magistral tarea de nuestro periodismo (la operación de la CIA en México) será editada alguna vez.”
Por mi parte, ofrezco etas líneas al recuerdo. Una memoria sin necesidad de aniversarios, porque es constante.
“Su afición por las armas siempre estaba presente. Lo viví en una fiesta de fin de año, en 1978, cuando la última noche de diciembre fue despedida con un concierto de fogonazos de calibre ascendente. Primero las pistolitas 22 y después las roncas .45 para terminar con un concierto de metralleta al aire.
“Mi hija, entonces de tres meses de nacida, a cada tiro se sacudía dentro del “bambineto” como un tlaconete con sal.
–Manuel, deje usted de proclamar a los cuatro vientos que siempre anda armado. La ostentación de las pistolas nada más advierte a un posible agresor para atacar por la espalda, aunque usted diga, me llevo a uno por delante. No, Manuel, si alguien quiere lo sorprende y le mete cuatro tiros por la espalda.
“Su asesinato me dolió profundamente. Mi casa se ensombreció durante meses porque habíamos perdido a alguien de nuestra familia. ¿Mi tutor, mi maestro, mi mentor, mi amigo?
“Pero lo peor no fue eso sino haber estado distanciados. Para Rafael y Patricia cuya casa ha sido para mi un refugio, escribió en la dedicatoria de su último libro.
“Cuando una muerte repentina se presenta con un zarpazo, y nos sorprende con temas pendientes, el dolor se duplica porque siempre se piensa, debí haber hecho algo oportunamente para volver a lo de siempre.
“Pero en esos días, cuando el trabajo de la Presidencia envolvía y atropellaba, no había pausas para la sensatez. En fin, no vale ni como consuelo.
“Me avisaron del ataque cuando estaba yo al final de una gira por Yucatán.
“Su asesinato me dolió profundamente. Mi casa se ensombreció durante meses porque habíamos perdido a alguien de nuestra familia. ¿Mi tutor, mi maestro, mi mentor, mi amigo?
“Pero lo peor no fue eso sino haber estado distanciados”.
Me avisaron del ataque cuando estaba yo al final de una gira por Yucatán.
–“Balacearon a Buendía me dijo Sandra Sánchez, asistente de Manuel Alonso. No les digas nada todavía a los reporteros, no sabemos cómo está”.
Pero yo lo sabía sin saberlo.
Lo intuía: nadie iba a tirotear a Manuel y arriesgarse a dejarlo vivo. Yo sabía –o sentía—que estaba irremediablemente muerto y que yo no había buscado tiempo y humildad para decirle una vez más cuanto lo quería, cuanto le debía por su afecto y cercanía y cuánto bien me hizo su presencia cuando tanto la necesitaba.
A bordo del avión, con una “fuente” inquieta y curiosa de los detalles, me hundí en un asiento y con ese gesto les informé la muerte de Manuel.
Fue una triste temporada”.
Hoy por la noche Julio Patán presentará en Foro TV, a las 22.00 horas, un programa en el cual Raymundo Riva Palacio, Miguel Ángel Sánchez de Armas y yo, analizaremos la figura y el trabajo de Buendía.
Además, Sánchez de Armas prepara un documental sobre este interminable periodista. Ningún homenaje es suficiente. Ningún. Recuerdo es superficial.
Rafael Cardona elocuente el cristalazo— necesario leer tus memorias.