Si uno revisa los acontecimientos más relevantes de las últimas semanas en cuanto a protestas callejeras, tomas de edificios, manifestaciones con bombas Molotov, disturbios y demás, siempre halla una constante: provienen (digámoslo así) del sector educativo.

La educación en México, si a eso nos atenemos, no es una disciplina de formación cultural sino una forma organizada y rentable forma de protesta civil. O incivil, si nos atenemos a ejemplos como los de la Autopista del Sol, cuyo bloqueo sofoca y asfixia la actividad turística del decadente puerto de Acapulco en manos de vándalos profesionales, narcotraficantes y alcaldes ineptos o bandidos.

En esas condiciones el magisterio es una fuerza sindicalmente organizada para todo, menos para formar ciudadanos en la interminable aventura del conocimiento. Ellos mismos no han emprendido esa ruta.

Hace muchos años cuando este redactor cursaba la preparatoria en una escuela confesional, un profesor religioso dictaba cátedra de responsabilidad y les decía a sus alumnos: estudien, no vayan a terminar de bomberos. Pero del fondo del salón alguien gritó, o de maestros de prepa.

Los maestros han sido en la vida de muchos de nosotros (y aquí se debe decir, como siempre, con las excepciones mayoritaria, es claro) ejemplo de mediocridad social, como los policías y en muchos casos los sacerdotes y para vacunar estas líneas de la crítica, de los periodistas, de una vez.

Yo he conocido personalmente a todos los dirigentes del magisterio en los últimos 40 años, incluyendo a Othón Salazar y no he hallado evidencias de excelencia cultural. Ninguno de ellos, ni de ellas, me apabulló como lo hicieron en su momento con las potencias de su mente, Octavio Paz o Rubén Bonifaz Nuño, por ejemplo.

Si revisamos los hechos de la semana anterior veremos los casos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México cuya ínfima calidad educativa se prueba con el sainete organizado por alumnos y profesores con la única finalidad de manejar políticamente un presupuesto enorme con escasos resultados pedagógicos, estudiantiles y culturales.

Veremos además la forma cómo han sometido a los gobiernos de Oaxaca y Guerrero mediante marchas y plantones sin otra finalidad más allá de las ventajas económicos y salariales utilizando para ello el siempre rentable recurso de mostrar su serrana miseria.

Es más, la violencia guerrillera de los años setenta, a la cual el gobierno respondió con un despliegue militar de mano durísima impensable e imposible en estos días de excesiva tolerancia hacia cualquier imposición anárquica, tuvo las mismas fuentes originales. El manantial interminable de los profesores-caudillos al estilo de Lucio Cabañas.

Hoy sin pretextos revolucionarios y en defensa nada más de la mediocre comodidad de sus condiciones laborales y la prolongación inútil de la cadena: “normalismo, plaza automática, sindicalismo, prestaciones, comisiones sindicales, jubilación progresiva”, los maestros se disputan los controles estatales de la educación y sus frutos.

Del Estado tolerante hemos caído en el Estado claudicante. La impunidad es la peor complicidad.

El gobierno cuya Reforma Educativa fue (en lo teórico) una batalla coronada con la decapitación del sindicato «formal», no tiene –al menos en los estados donde se ha producido esta rebelión— la capacidad para someter a nadie al orden. No pueden levantar un bloqueo en una carretera. Es más ni siquiera lo pueden intentar.

El ogro filantrópico –lo he dicho muchas veces–, se ha convertido en un eunuco maniatado cuya debilidad se explica, justifica y auto celebra con el respeto al derecho de manifestación, bla, bla, bla.

Por eso podemos leer notas como ésta:

“Luego de que el gobierno estatal cedió ante la mayoría de sus demandas, integrantes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG) y estudiantes normalistas liberaron la sede del Poder Ejecutivo y otros edificios públicos que permanecían tomados desde el 25 de febrero.

“No obstante, cerca de tres mil cetegistas trasladaron su plantón a la sede de la CETEG, ubicada al oriente de esta capital donde permanecerán en espera de que diputados locales aprueben una iniciativa que el gobernador Ángel Aguirre Rivero se comprometió a enviar mañana (lunes 25) para modificar la Ley General de Educación en Guerrero y que plantea la gratuidad de la enseñanza y el respeto a los derechos laborales de los trabajadores.

“Por su parte, el secretario de Gobierno, Humberto Salgado Gómez, advirtió que las averiguaciones previas y órdenes de aprehensión por delitos del fuero común que existen en contra de la dirigencia del magisterio disidente, es un tema que no se negoció”.

Y cuando se negocie el pasado judicial de los dirigentes, será para darles una medalla. La de la impunidad.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta